“Buenas tardes: (…) saludos desde la Asociación de Hogares Comunitarios Trinidad. Personalmente, he disfrutado mucho de estos espacios que me han permitido alejarme un poco de las preocupaciones de la situación (el COVID-19), además de enriquecer mi práctica, permitiéndome crecer y reafirmar muchas de mis ideas sobre la educación temprana.” Beatriz, Santa Rosa de Cabal, Risaralda, Colombia.
Beatriz es una de las miles de madres comunitarias y agentes educativos que participan de Comunidades de Aprendizaje, una serie de eventos online semanales dirigidos a los trabajadores de servicios de desarrollo infantil, implementados por el Instituto Colombiano del Bienestar Familiar (ICBF) en respuesta a la pandemia.
Cuando cerraron los servicios presenciales en todo el mundo, los sistemas de Educación Inicial (EI) en toda América Latina quedaron bajo una tremenda presión por encontrar soluciones para proveer nutrición, cuidado de calidad, educación y protección a las niñas y niños más pequeños y sus familias. Ha surgido amplia de literatura sobre las consecuencias del COVID-19 sobre las niñas y niños y sus familias. Sin embargo, se sabe menos sobre el impacto que la pandemia ha tenido sobre los sistemas de EI. Por sistema de EI nos referimos al ambiente enriquecido e intencional –aparte de la familia– en el que los niños pasan la mayor parte de su primera infancia bajo el cuidado de maestras o miembros de la comunidad, como parte de un servicio público o privado que puede estar o no ligado a una red local o nacional. Aunque ha habido una disrupción masiva en los sistemas de EI, estas circunstancias sin precedentes, también han ofrecido oportunidades valiosas para la innovación en la provisión de servicios en modalidades híbridas o remotas.
A continuación se destacan tres lecciones emergentes desde Mis manos te enseñan, la estrategia de aprendizaje remoto de EI del ICBF durante la pandemia.
1. Adoptar un abordaje ágil en el diseño de programas puede fortalecer el aprendizaje del sistema
El mayor desafío de 2020 fue probablemente el de ajustar los programas de EI frente a un escenario de incertidumbre “certero”, importantes limitaciones físicas, restricciones fiscales y gran presión por resultados. En el caso de Mis manos te enseñan, el uso de un abordaje de programación flexible ayudó a navegar esas limitaciones, permitiendo al mismo tiempo mejorar la estrategia a lo largo del año a partir de varios ciclos cortos de diseño-e-implementación. Como un laboratorio de innovación, el sistema se ajustaba a sí mismo en el camino. Se instaló un novedoso Sistema de Monitoreo, Evaluación y Aprendizaje para escuchar activamente las experiencias de los niños y de las familias. Se recolectaban mensualmente datos sobre la salud y nutrición de los niños, acceso al agua y saneamiento, uso de prácticas pedagógicas en el hogar y alertas socioeconómicas y socioemocionales. Más aún, a través del estudio de casos y encuestas se procesaba retroalimentación de manera constante. En cada ciclo de iteración, los equipos técnicos analizaban estos datos para identificar tendencias y limitaciones, ajustar procesos y crear nuevas herramientas y contenido para el siguiente ciclo. Algunas de estas innovaciones incluyeron la provisión de kits pedagógicos, servicios socioemocionales a demanda, una guía para operar offline, un currículo semi-estructurado y estrategias específicas para abordar casos de niños con discapacidades, mujeres embarazadas, comunidades indígenas y cuidadores masculinos. En total se implementaron tres ciclos ágiles, creando formas únicas de involucramiento de las niñas y niños, sus familias y los agentes educativos con la estrategia, promoviendo así el desarrollo integral de la primera infancia en el hogar.
2. Al usar tecnología, llega a las personas en el nivel donde ellas están
Para muchos sistemas de EI, la pandemia abrió la puerta para un uso más amplio de la tecnología para apoyar la EI. El sistema de EI del ICBF en Colombia es un ejemplo de esto. Hacia marzo de 2020, los datos internos del ICBF mostraban que, aunque 80% de los agentes educativos y madres comunitarias vivían en contextos urbanos, menos de la mitad tenía servicio de internet permanente en su hogar. En cambio, accedían a internet principalmente a través de datos móviles. Asimismo, la información cualitativa sugería la existencia de habilidades digitales limitadas entre las madres comunitarias y un uso extensivo de las aplicaciones de redes sociales. Esto implicaba que, una solución de alta tecnología que requiriera un computador en el hogar, un alto consumo de datos y habilidades tecnológicas sofisticadas no sería una opción realista para la provisión remota de servicios de EI. Por lo tanto, Mis manos te enseñan optó por tecnologías más simples y fácilmente disponibles: llamadas telefónicas (o video llamadas) y WhatsApp. En 2020, esta estrategia llegó a casi 1,7 millones de niños con altas tasa de adopción por parte de padres, agentes educativos y madres comunitarias, mostrando que usar la tecnología correcta puede ayudar a los programas a llegar más lejos y ser más costo-efectivos.
3. Es hora de involucrarse con los actores de la EI de formas más novedosas
La lección final tiene que ver con innovar en la provisión de asistencia técnica bajo las restricciones físicas y fiscales impuestas por la pandemia. En el caso de Mis manos te enseñan, la respuesta fue crear Comunidades de aprendizaje virtuales. Eran sesiones online semanales en vivo de tres horas que apuntaban a poner en práctica los conceptos relacionados con la estrategia de aprendizaje remoto y el Desarrollo Integral de la Primera Infancia. Cada sesión en vivo tenía tres segmentos: un taller práctico liderado por un experto relacionado con el Desarrollo Integral de la Primera Infancia; una “mejor práctica” regional; y una actualización de información semanal. Para fomentar la participación, el moderador respondía preguntas y leía comentarios en vivo. Más aún, para fortalecer el acceso post sesión, se distribuían micro-cápsulas de audio a través de un newsletter semanal por WhatsApp. Hacia diciembre de 2020, la estrategia ya había realizado emisiones durante 35 semanas seguidas, involucrando en promedio a unos 7.000 participantes –y 12.067 en la semana de mayor éxito–. Su popularidad llevó a reflexiones en los equipos técnicos respecto de cómo abordar mejor el aprendizaje y entrenamiento de los adultos encargados de la primera infancia. Las comunidades también se convirtieron en una herramienta poderosa para conectar actores de diversas geografías y para fomentar una práctica de aprendizaje colectivo.
Mientras la región afronta una nueva etapa de la pandemia con la vacunación masiva en marcha, estas lecciones son relevantes para ayudar a profesionales como Beatriz, a abordar un regreso seguro y flexible de los servicios de EI.
También son una invitación a reflexionar sobre cómo podemos desarrollar capacidad para innovar y responder a factores de estrés en los sistemas de EI, con el fin último de ayudar a los niños, especialmente a aquellos de contextos difíciles, a desarrollar su máximo potencial…
Fuente: iadb.org