Imagine a un chef de un restaurante de moda que no sabe preparar una mayonesa, o a un repostero que trabaja en un horno de pastelería y nunca ha preparado un bizcocho básico: ¿lo cree posible?
En la universidad comienza un camino de especialización para los estudiantes que exige adentrarse de manera mucho más detallada en materias y disciplinas académicas. Cada una de estas asignaturas tiene su propios ingredientes y técnicas básicas: esos conocimientos o conceptos fundacionales sin cuyo dominio es imposible seguir aprendiendo.
A estos conocimientos básicos se les conoce en el ámbito académico como “conceptos umbral”, precisamente porque marcan la entrada a ese mundo especializado de la disciplina, y son los que permiten o no que accedamos a ella.
La difícil transición y el abandono universitario
Con un 20,17 % de abandono de los estudios en universidades públicas españolas, especialmente en los primeros años, cabe preguntarse cuántos de estos alumnos se marchan porque no entienden bien las primeras incursiones en materias especializadas.
Cuando investigamos cómo mejorar esta situación, que supone un impacto considerable sobre la eficiencia del gasto público, con costes irrecuperables para las familias y repercusiones psicológicas en los propios estudiantes, debemos centrarnos en la revisión de los primeros cursos y la transición desde el bachillerato a la universidad.
Una de las posibles revisiones de los currículos formativos es la búsqueda e identificación de los conceptos umbral.
Interiorizar una disciplina
Los conceptos umbral nos invitan a interiorizar una disciplina, sea cual sea, y a internarnos en ella sin posibilidad de regreso. Nos empujan a hacernos aún más preguntas, a indagar de forma autónoma, a organizar el conjunto de sus nociones.
¿Sabemos cuáles son los conceptos umbral en cada disciplina? No siempre, aunque existen y les hemos concedido otros nombres. Podrían ser el pensamiento histórico en historia, el coste de oportunidad en economía o la densidad en física. Pero los conceptos umbral son dinámicos, variables, e incluso reversibles: ¿quién supondría hace unos años que la hibridación entre neandertales y sapiens iba a cambiar el concepto de evolución humana?
El alumno, protagonista
La estrategia docente apropiada debe estar orientada a identificar los conceptos umbral desde los cursos iniciales, a su asimilación y perfeccionamiento a medida que el alumno avanza en su formación universitaria. Para ello, tal y como establecen las recomendaciones del Espacio Europeo de Educación Superior, el alumnado se convierte en el centro dinámico del proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que debe aprender a aprender durante su paso por la universidad.
Una búsqueda permanente
La fluidez de los conceptos umbral es, precisamente, su fortaleza: indagar con los alumnos cuáles pueden ser e identificarlos en cada asignatura transforma la experiencia de los primeros años de grado.
El profesor o profesora se convierte en un Joseph Bell para Conan Doyle: el profesor de la Universidad de Edimburgo sirvió como referente para construir a Sherlock Holmes. De la misma manera, los docentes animan a los jóvenes detectives que son sus estudiantes a que se acerquen al misterio del conocimiento de forma dinámica: participando en el descubrimiento de qué conceptos son clave para hacerse más preguntas, para conocer a la vez la entraña de la materia que se les propone, y los diversos caminos que les abre hacia otros contenidos.
Y el docente, como Watson con Holmes, se convierte en su orientador, en su cronista a veces, en un espejo que le ayuda a pulir sus razonamientos hasta alcanzar su propio eureka. Elemental, querido concepto umbral.
Metodologías participativas
Los conceptos umbral deben combinarse con el uso de metodologías didácticas activas en el aula, con la participación voluntaria del alumnado y con una evaluación de la asignatura que incorpore los criterios apropiados para la incentivación de la participación. Sin duda, esta participación voluntaria es fundamental y el alumnado la debe ver reflejada tanto en el aprendizaje de la materia como en la calificación de la asignatura.
Una combinación de metodologías didácticas activas que aborden los estilos de aprendizaje diversos es la mejor recomendación. Entre ellas, una que funciona especialmente bien con la búsqueda de los conceptos umbral es el aprendizaje invertido, en el que el alumnado define qué conceptos reúnen esas características que entendemos que lo convierten en “umbral” o entrada del conocimiento de la asignatura, crea sus propios contenidos educativos y se transmuta en docente para el resto de sus compañeros.
Otras posibilidades son las narrativas transmediales, en las que se convierte en creador de contenido digital compartido, y no en un mero receptor pasivo de conocimiento inamovible; o el trabajo cooperativo, donde la participación del grupo y la inteligencia colectiva, con sus hitos de coevaluación y autoevaluación, permite superar el simple análisis individual. Justo lo que las actuales generaciones digitales nos enseñan en su día a día: el inacabable potencial de convertirse en creador de conocimiento, y compartirlo.
Por tanto, el concepto umbral abre este camino de transformación en los primeros años de educación superior con un potencial muy prometedor. Enseñar a aprender, para el profesorado y aprender a aprender para el alumnado, es el éxito inherente a los conceptos umbral y de la transición al aula universitaria.
Fuente: José Luis Quevedo García, Federico E. González Ramírez y Raquel Espino Espino / theconversation.com