La capacidad de una persona para ser capaz de relacionarse con los demás, debe ser la mayor de las metas que en la actualidad debe propender la educación, porque los cambios profundos de la sociedad empiezan en cada rincón de una institución educativa, en cada espacio adaptado para que el estudiante se convierta en el gran descubridor de su propio aprendizaje, y al mismo tiempo reconozca también, que de forma independiente se pueden alcanzar logros, pero que si trabaja de manera conjunta con otras disciplinas, identifique las grandes metas a las cuales puede llegar.
Los trabajos con proyectos interdisciplinarios deben convertirse en el eje fundamental para un cambio profundo en la sociedad actual; pero este cambio debe empezar desde las salas de clases, donde cada estudiante es el promotor de sus ideas, y cada maestro es el guía que permite que estas ideas se transformen en realidad.
No se puede esperar un cambio profundo en una sociedad cambiante, si seguimos trabajando de forma aislada; es imposible que cada estudiante sea una isla dentro del gran océano de la ciencia y la tecnología, para ello, la interdisciplinariedad juega un papel importante de transformación, no solamente de la mente del estudiante, sino de todo su entorno educativo, incluyendo a las familias, que muchas veces han sido relegadas a ser parte importante del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Por último, debemos también reconocer que todo proyecto interdisciplinario permite una verdadera inclusión del estudiante en su vida escolar, porque recordemos que no todos somos buenos para todo; en consecuencia, al trabajar de esta forma, cada estudiante se siente identificado con su capacidad de aportar al desarrollo de una propuesta educativa planificada, estructurada y organizada.
Autor: Paúl Navarro Vaca