Imagine que llegara un día en que jugar con un nuevo videojuego o montarse en una montaña rusa pudiera ayudarle a prepararse para un examen o a recordar otra información esencial.
Un nuevo estudio en ratones indica que esta estrategia, en apariencia tan ilógica, podría acabar siendo útil.
Las experiencias que nos llaman poderosamente la atención desencadenan la liberación de sustancias que mejoran la memoria. Estas sustancias pueden hacer que se graben en el cerebro recuerdos de cosas que suceden justo antes o poco después de la experiencia, sin importar si están relacionadas con el suceso. Así lo ha comprobado un equipo que incluye investigadores del Centro Médico del Sudoeste (Southwestern Medical Center), dependiente de la Universidad de Texas en Estados Unidos.
Lo encontrado podría tener aplicaciones fascinantes en cuanto a métodos de aprendizaje en las aulas. Y también fuera de ellas, con variados usos potenciales en el puesto de trabajo y en la vida personal.
El «truco» para crear recuerdos de larga duración es hallar durante la fase de memorización algo lo bastante impresionante como para activar la liberación de dopamina de la región cerebral llamada locus cerúleo.
La activación de esta región incrementa nuestra memorización de los sucesos que ocurren en el momento de dicha activación, incluyendo el visionado o audición de nueva información.
La nueva investigación del equipo internacional de Robert Greene y Alex Sonneborn, ambos de la universidad antes mencionada, ha determinado que la dopamina en esta área del cerebro puede ser movilizada de manera natural a través del comportamiento y que estos actos mejoran la capacidad de memorización.
El nuevo estudio sugiere que los fármacos que actúen sobre las neuronas en el locus cerúleo podrían asimismo influir en el aprendizaje y en la memoria. El locus cerúleo está situado en el tallo cerebral y tiene una serie de funciones que afectan a las emociones de una persona, a sus niveles de ansiedad, a sus patrones de sueño, a su memoria y a otros aspectos de su comportamiento.
En la investigación también han trabajado, entre otros, Guillén Fernández, de la Universidad Radboud en la ciudad de Nimega (Nijmegen), Países Bajos, así como Richard G. M. Morris, del Instituto de Neurociencias de Alicante, dependiente de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), todas estas entidades en España.