Hace unas generaciones, elegir qué estudiar era escoger a qué dedicaríamos nuestra vida laboral. Esto condicionaba muchos otros aspectos de la vida adulta. Pero los recientes cambios sociales y en la forma de relacionarnos condicionan cómo trabajamos, e incluso cuánto trabajamos.
Actualmente, ninguna decisión respecto a nuestro futuro profesional debería ser irrevocable, lo que hace la elección de qué camino seguir en la educación superior (sea en la universidad o en una rama técnica) algo menos trascendental de lo que era décadas atrás.
La pandemia por covid-19 ha mostrado cómo profesiones para las que la presencialidad se entendía como imprescindible han pasado a la virtualidad durante un tiempo.
Esta transformación forzosa por la emergencia sanitaria ha hecho que el mundo empresarial reflexione sobre la flexibilización de tiempos y espacios, la influencia que tiene en los empleados y la repercusión en la productividad.
Una visión más amplia y relativa
Los estudiantes que hoy están comenzando su camino universitario o profesional han crecido con internet como medio de comunicación habitual, y han experimentado el crecimiento de las redes sociales. Esto les permite tener una visión más amplia de la velocidad a la que se mueve la sociedad y la necesidad de vinculación con internet.
Sin embargo, no hace más sencillo el momento de optar por continuar con un tipo de estudios u otros. ¿Por qué es tan difícil elegir carrera? ¿Qué deberíamos tener en cuenta y cómo tener más probabilidades de acertar?
Juventud y presión familiar
Probablemente lo más complicado de esta toma de decisiones sea la edad en la que se realiza y la presión familiar, social y propia que nos condiciona.
También hay opciones que no existían hace poco: por ejemplo, nos hubiera costado imaginar que alguien podría recibir beneficio económico de lo que comparte en las redes sociales. Y que este alguien pudiera convertirse en empleador y contratar a otras personas que le asesoren sobre imagen, marketing, engagement y todo un abanico de elementos que tener en cuenta.
Nuevas salidas
Además de estas nuevas profesiones (o actividades laborales con remuneración económica), también han aparecido y continúan apareciendo nuevas funciones para profesiones que ya conocíamos pero ahora están cambiando de perspectiva.
Tradicionalmente, alguien que estudia Historia del Arte encontraba su salida en la docencia, quizá en algún museo o centro cultural. Hoy podemos encontrar en la red historiadores que se dedican a asesorar editoriales, a crear contenido virtual, a la difusión de conocimiento y otras labores que, probablemente, cuando iniciaron sus estudios eran impensables.
Intentar mirar al futuro
La elección de estudios se hace con la mirada actual, el conocimiento actual y la empleabilidad que entendemos para los conocimientos que vamos a adquirir.
Pero las últimas décadas y el cambio profesional que hemos vivido nos permiten afirmar que, con mucha probabilidad, dentro de 10 años los estudiantes de hoy estarán ejerciendo profesiones que ahora no alcanzamos imaginar o en una modalidad para la que durante su tiempo en la universidad no fueron formados.
La frustración de cambiar de carrera
Muchos estudiantes comienzan unos estudios y más tarde cambian de grado; o finalizan un grado y se especializan en una vertiente que, a priori, no está directamente conectada.
En la mayoría de los casos, esto genera una importante sensación de frustración, no solo con uno mismo sino con el entorno familiar ante la creencia de que no han cumplido las expectativas.
Elegir lo que nos motiva
Los estudiantes de hoy, por estas razones, deberían elegir de acuerdo a sus preferencias, actitudes y aptitudes, más allá de cualquier otro interés o influencia externa. Cuando se estudia lo que de verdad gusta, se busca la forma de llevar a la práctica la profesión que apasiona.
La cuestión es cambiar el foco de atención, girarlo hacia cómo conjugar aquello que nos apasiona para convertirlo en nuestra profesión. Los estudios que cursemos serán la base sobre la que construir esa profesión.
No hay trabajos para siempre
Desmitificar el trabajo para toda la vida nos ayudará a reducir la presión sobre las decisiones que tomamos, así como a sentirnos libres de cambiar de estudios y de actividad laboral cuando consideremos que debemos hacerlo.
Cada vez nos conocemos mejor. Acudimos a sesiones de terapia cuando lo necesitamos, hacemos introspección para estar bien con nosotros mismos y relacionarnos mejor con los demás. Todo esto nos lleva a buscar aquello que llamamos vocación.
Explorar la vocación es todo un camino de autoconocimiento que a muchas personas les lleva toda la vida.
Orientación y recursos
Hoy en día tenemos recursos para emprender esta búsqueda y encontrar aquello para lo que nos sentimos llamados y nos hace sentir completos ya desde adolescentes o jóvenes.
Esto no significa que con 18 años lo debamos tener claro, ni con 25 ni con 30. Cada persona tiene sus tiempos y dejar de compararnos con lo que debería ser nos permitirá encontrar qué nos hace felices, en lugar de qué esperan los demás que me haga feliz.
Vértigo o ilusión
Podemos intentar transformar el vértigo de cambiar de carrera o ampliar nuestros estudios en otra área por la ilusión de adquirir nuevos aprendizajes en otros campos.
Es imposible saber de antemano cómo seguirá cambiando el mundo empresarial y laboral, pero sí sabemos que aquello de comenzar a ejercer una profesión y llegar a la edad de la jubilación en la misma cada vez es menos frecuente.
Nuestra sociedad está constantemente en movimiento y quienes vivimos, estudiamos y trabajamos en ella debemos hacer que nuestras decisiones sean más flexibles, para tener la capacidad de adaptarnos a los cambios del mañana, los que podemos predecir y los que hoy no podemos ni imaginar.
Fuente: Jo Adetunji/ theconversation