La inteligencia emocional nos permite desarrollar habilidades específicas para reconocer el estado de nuestras emociones y aprender a gestionarlas en relación con nuestro entorno y con los demás.
Desde hace algunos años, las emociones se han convertido en un factor determinante para el desarrollo de los niños. La inteligencia emocional no solo les permite expresar cómo se sienten, sino también es una vía directa para establecer mejores relaciones sociales que les ayudarán a desenvolverse con éxito en todos los aspectos de su vida.
Con el paso de los años, se ha visto que el desarrollar la inteligencia emocional ha ido evolucionando. En sus inicios, los estudios se hacían con persona adultas, pero con el tiempo se descubrió que los niños de todas las edades, quienes eran educados en la gestión de sus emociones, mejoraban los entornos educativos y familiares, dándole un giro radical a la manera en que los pequeños reciben el aprendizaje, ya que se demostró que este proceso se encuentra vinculado directamente con la forma en que proyectan sus emociones.
No fue sino hasta la década de los 80 que el doctor Howard Gardner, en su libro ‘Estructuras de la mente’, señaló por primera vez que “no existe una inteligencia única, sino que, dependiendo del ser humano, este posee varias inteligencias”. Esta idea evolucionó en obras posteriores a través de una “teoría de las inteligencias múltiples”, destacando los siguientes tipos: auditiva musical, cinestésica-corporal, visual-espacial, verbal-lingüística, lógico-matemática y intrapersonal-interpersonal.
¿Cómo definir la inteligencia emocional en los niños? Niños-felices-jugando-libres
Los niños que hacen parte de su educación el desarrollo de la inteligencia emocional mejoran su entorno educativo y familiar, dándole un giro radical a la manera en que los más pequeños perciben el aprendizaje, ya que se demostró que este proceso se encuentra vinculado directamente con la forma en que proyectan sus emociones.
No olvidemos que, a diferencia de los adultos, los niños poseen una mayor plasticidad cerebral, por lo que su capacidad de absorción de conocimientos no solo es mayor, sino de mejor permanencia, ya que están en una etapa donde todo aquello que aprenden es mucho más significativo en sus vidas, lo que puede repercutir tanto en el desarrollo cognitivo como afectivo y social.
Entender las emociones es una forma de autoconocimiento y “el autoconocimiento lleva al conocimiento de los demás, mientras que el autorrespeto lleva al respeto por los demás”.
Bajo este concepto, podemos deducir que ser inteligente emocionalmente es una de las necesidades propias del ser humano para crecer y desarrollarse con éxito en la sociedad.
Los niños que poseen una inteligencia emocional desarrollada suelen tener mayor confianza en sus capacidades, lo que les permite tomar mejores decisiones y mantener relaciones más sanas con los demás.
Fuente: Lucía Foyo/ amqueretano.com