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INTRODUCCIÓN
Es una afirmación recurrente, pero inevitable, sostener que América Latina es la región más desigual del planeta. A pesar del comportamiento favorable que tuvieron los indicadores económicos y sociales durante la última década, los que se tradujeron en un escenario de mayor crecimiento y de reducción de las desigualdades y los niveles de pobreza, coexisten en la región zonas con altísima concentración de la riqueza junto a otras signadas por la pobreza extrema y la exclusión. Ante este panorama, las políticas educativas enfrentan importantes desafíos.
Así, continúan siendo temas prioritarios en la agenda educativa de la mayoría de los países latinoamericanos las altas tasas de deserción especialmente en la educación secundaria, el analfabetismo entre los adultos, el aún limitado acceso a la educación inicial, preescolar y superior, la baja calidad de los aprendizajes, o programas de formación del profesorado que resultan insuficientes para cubrir las nuevas necesidades educativas. Estos problemas, se sabe, impactan especialmente sobre los grupos sociales más desfavorecidos e históricamente marginados, incluyendo los grupos de bajos ingresos, las poblaciones rurales y los pueblos indígenas y afrodescendientes.
Paralelamente, en el nivel global se está viviendo una fuerte y profunda transformación económica, social, política y cultural, a partir de las denominadas tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En este marco, la integración de TIC forma parte de la agenda política de casi todos los países de América Latina, lo que convierte además a la región en una de las más proactivas del mundo en cuanto a la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación en los sistemaseducativos.
Junto con las decisiones tomadas desde el nivel de la política educativa, orientadas a operar sobre estos nuevos desafíos, como el aumento de la cantidad de años de escolaridad obligatoria o la promulgación de leyes para garantizar el financiamiento de la educación, las políticas TIC tienden a ser pensadas por los Estados como una forma de lograr proyectos democráticos de inclusión y justicia. Esto significa que tras la aparición de las TIC entre las prioridades que hoy atraviesan las agendas educativas de la región subyace la certeza de que la inclusión digital implica justicia social.
Desde este enfoque, existe un consenso cada vez más generalizado acerca de que el contenido de estas políticas no puede limitarse a cuestiones de infraestructura tecnológica, brindando equipamiento y conectividad a las escuelas, sino que la entrada de las TIC en los sistemas educativos debe encontrar sentido dentro de una transformación más profunda del paradigma educativo, que apunte a reformular las bases cognitivas de las propuestas educativas. En un contexto que da pie a nombrar nuestra contemporaneidad con expresiones tales como sociedad de la información, sociedad del conocimiento o sociedad red, entre otras, resulta inevitable resignificar el concepto de conocimiento, sus modos de producción y gestión, así como su distribución. Estas transformaciones nos confrontan con nuevas preguntas acerca de qué significa hoy aprender y cuáles son los espacios, agrupamientos, en definitiva, cuáles son los formatos escolares donde los sujetos construyen nuevos conocimientos.
Pero los desafíos son mucho mayores. La irrupción de las TIC propone nuevos temas que impactan directamente en el sector educativo, por la producción y circulación de contenidos en formato digital, por las cuestiones de autoría y autoridad, por los difusos límites entre lo público y lo privado, la seguridad informática, el acceso a la información pública, el manejo de las identidades o debido a la gestión de los desechos informáticos, los debates se suceden y generan diferentes posturas.
Tras dos décadas de aplicar políticas TIC en educación en la región, es imprescindible buscar respuestas a preguntas que han estado vigentes desde el inicio, así como a aquellos problemas y desafíos que se fueron identificando a medida que se daban los primeros pasos y, luego, sobre la marcha, mientras se va desplazando el horizonte. Entre las primeras, se encuentran, por ejemplo, el diseño de estrategias destinadas al equipamiento y la conectividad que resulten ser las más viables y pertinentes para los diferentes contextos y para el desarrollo profesional docente. Entre las segundas, se presenta la cuestión de cómo capitalizar los aprendizajes construidos a partir de la implementación de iniciativas puntuales o focalizadas, en otras palabras, cómo proyectar las buenas prácticas y cómo llevarlas a mayor escala. En última instancia, todo converge hacia el desafío de identificar cuáles son las condiciones básicas institucionales que se deben dar para lograr una integración genuina de las TIC que apunte a un mejoramiento de la calidad educativa y de la innovación pedagógica. La extrema heterogeneidad de escenarios que caracteriza a la región en términos económicos, sociales o culturales nos recuerda que la respuesta a este interrogante central no podría ser única, sino que será una respuesta atravesada por las particularidades de cada contexto educativo.
Con la intención de colaborar en la búsqueda de respuestas con la que nos confronta este nuevo escenario, el presente Informe sobre Tendencias Sociales y Educativas en América Latina desarrolla un panorama de las políticas destinadas a la integración de tecnologías en los sistemas educativos de América Latina, con el propósito de identificar qué condiciones y qué alertas se tornan relevantes para repensar las políticas públicas.
El primer capítulo ubica el escenario de estas políticas bajo el signo de la tecnocultura digital. Así se presentan los cambios acaecidos en la sociedad (participación ciudadana, movilización social) y las diferencias generacionales que se establecen respecto del vínculo que se entabla con las tecnologías, en tanto se las asuma como herramientas o como entornos. La aceleración y la ubicuidad como signos de los tiempos actuales, que alteran la percepción de los sujetos sobre sí mismos y sobre el entorno, así como cuestiones relacionadas con la inteligencia colectiva, con nuevas normas de propiedad intelectual o con modalidades actuales de intercambio y socialización son temas abordados en el texto.
El segundo capítulo aborda la historia, las etapas y las principales tendencias que asumen las políticas TIC en América Latina. Se caracterizan entonces las racionalidades que subyacen a las decisiones de política, así como los contenidos que estas presentan. Se identifican además cuáles son los actores relevantes y las estrategias de vinculación entre estos mediante alianzas, sociedades u otras formas de interacción entre los actores del sector privado, las ONG, los sindicatos, los ámbitos académicos y el propio sector público. Otros puntos a destacar en este capítulo se refieren a las regulaciones y normativas que se torna imprescindible crear, a la escalabilidad de los proyectos, al costo de las políticas TIC y a la importancia de concretar su monitoreo y evaluación.
En el tercer capítulo se ofrece un panorama actualizado sobre la situación de infraestructura, equipamiento y conectividad en los diferentes países de América Latina y se describen, en términos de inclusión digital, algunas de las iniciativas más relevantes de la región, presentando logros y los desafíos pendientes.
Las políticas de integración TIC en las instituciones educativas ocupan el cuarto capítulo del presente informe, permitiendo ahora una mirada sobre las dimensión meso y micro de la temática. Allí puede leerse acerca de los diferentes modelos de integración de TIC que en la actualidad coexisten en las escuelas de la región. Una breve referencia a las nuevas concepciones del conocimiento y el aprendizaje, así como a las nuevas propuestas pedagógicas sustentadas en la mediación de las TIC encuentran desarrollo en este capítulo. Por otra parte, también se presentan iniciativas que apuntan a la innovación en la gestión de las instituciones, a través de la reconfiguración de las estructuras organizativas tradicionales.
Finalmente, en el quinto capítulo se abordan las políticas de formación inicial y de desarrollo profesional docente que se llevan a cabo en la región. Esta sección aborda la construcción de nuevas prácticas en la enseñanza, focalizando el problema desde los docentes actualmente en ejercicio, desde la formación profesional docente, así como desde la formación inicial. Siguiendo esta línea, se presentan los nuevos dispositivos de formación, representados por las redes y el establecimiento de una comunidad de aprendizaje profesional, y también los nuevos actores que surgen en el campo de la formación y la capacitación para docentes en ejercicio.
Mediante esta propuesta de recorrido en cinco capítulos, el IIPE-UNESCO Sede Regional Buenos Aires y la OEI buscan –a través del proyecto SITEAL– realizar su aporte a un debate cada vez más complejo y necesario, con la certeza de que las políticas TIC constituyen una herramienta fundamental con la que cuentan los Estados, para hacer efectivo su compromiso como garantes del pleno ejercicio del derecho a la educación para todas las poblaciones de la región.