Desde hace ya varios años se habla mucho del Visual Thinking en diferentes ámbitos de la sociedad. A pesar de ello, existe una gran confusión en torno a dónde situar esta actividad dentro del ámbito de la formación y el aprendizaje.
Por ello me he animado a escribir este artículo, en el que quiero compartir las conclusiones a las que he llegado en mi experiencia con el VT, primero como docente y luego como formadora de docentes. Mi principal objetivo es revisar ciertas ideas superficiales que rodean el análisis y el uso del VT en educación, y tratar de aportar alguna pista que pueda ubicar su práctica en un escenario más propicio para su uso como herramienta de aprendizaje.
Esto no es VT
En este sentido, quiero empezar cuestionando algunas ideas preconcebidas que con frecuencia traen las personas que asisten a mis talleres y que considero están muy alejadas de lo que el VT puede aportar en el escenario educativo:
- Hacer mapas visuales no es crear jeroglíficos. La persona que se acerque al VT pensando que de lo que se trata es de traducir cada palabra en un dibujo y “escribir” las frases de esta forma está equivocada.
- El mapeado visual no va de inventar “dibujitos” que con sus formas y colores decoren los apuntes que el profesorado reparte al alumnado para que estos sean más “vistosos” y “motivadores”.
- Hacer VT no consiste en buscar imágenes en diferentes páginas de Internet y organizarlas en una diapositiva para luego enlazarlas con algunas palabras, frases cortas o flechas, y así construir una imagen colorida.
- El VT, por supuesto, no es una aplicación tecnológica que tras introducir la información nos devuelve bien pensados y organizados esos “dibujos tan chulos que haces tú”.
- El VT tampoco es una metodología educativa, porque no es una estrategia que se organiza y planifica de forma consciente con el objetivo de hacer posible el aprendizaje del alumnado.
- Y el VT menos es una metodología activa si los y las docentes lo utilizamos única y exclusivamente para crear apuntes visuales “llamativos” que repartir en el aula o dibujar en la pizarra.
Las causas de este error de enfoque que, en mi opinión, se han producido en el proceso de incorporación del Visual Thinking a la educación pueden ser múltiples. El entusiasmo con el que nos lanzamos a experimentar con una herramienta desconocida pero que de entrada parecía dar muy buenos resultados en el aula hizo que relativizáramos la dificultad de su práctica.
La facilidad de creación de los dibujos que caracterizan al Visual Thinking nos llevó a creer que “pensar” visualmente se reducía a algunas de las actividades que he mencionado más arriba y, en cierta manera, nos impidió ver que su verdadero potencial se encuentra en la relación de ambos términos, en el puente que se establece entre imagen y pensamiento, en las posibilidades que nos ofrece el lenguaje visual para organizar en el espacio bidimensional una estructura que tenga sentido tanto en sus partes (conceptos dibujados) como en su imagen global (mapa visual).
Formas de entender el Visual Thinking
Una vez realizada esta aclaración, tengo que decir que, aunque a lo largo de estos años no he encontrado mucha literatura científica que acote y defina qué es el Visual Thinking, después de algún tiempo investigando y practicando he llegado a la conclusión de que existen varias formas de entender el término.
Una primera, podría ser aquella que alude a formatos de presentación muy diferentes entre sí, pero que comparten un elemento en común: todos representan la información por medio de una organización de ideas en esquemas visuales que superan los límites de la lectura secuencial de un texto y ofrecen una perspectiva global de los contenidos. Así, los mapas conceptuales, los mapas mentales, las infografías, e incluso los organizadores gráficos encajan en esta forma de entender el término.
Existe otra versión del término y es la que encontramos en los diferentes libros de divulgación sobre el VT, la mayoría de ellos escritos por autores anglosajones muy relacionados con su práctica en la empresa. En esta versión, son muy conocidos por su espectacularidad los Graphic Recording (relatos gráficos) y los Sketchnotes (apuntes visuales) que se realizan de forma presencial y sincrónica a lo largo de una conferencia o reunión, y que, en su mayor parte, suelen estar realizados por profesionales y empresas que se dedican a la relatoría gráfica.
Finalmente, existe una tercera forma de entender el VT y que tiene bastante que ver con lo que hemos ido construyendo un gran grupo de personas que en su momento vimos en esta forma de representación visual un posible uso educativo. En este tercer enfoque, muchos de quienes hace ya unos años nos lanzamos a la investigación y práctica del VT en el ámbito educativo somos docentes en activo, y nuestro conocimiento se ha construido a partir, sobre todo, de una utilización más o menos sistemática en dos vertientes claramente diferenciadas: bien como recurso de presentación de contenidos, bien como herramienta o estrategia para el aprendizaje.
Mi experiencia con el “Dibuaprendizaje”
En este sentido y en mi opinión, la primera de las vertientes, a pesar de que pueda ser la más conocida por llamativa, es la menos interesante en educación. Que el profesorado diseñe unos estupendos apuntes visuales o dibuje los contenidos en la pizarra no dejan de ser formas de hacer que, de alguna forma, promueven la “pereza” del alumnado, que termina por entender que hay alguien que sabe más que le va a decir, en este caso de forma visual, qué es exactamente lo que tiene que aprender (quienes trabajamos en esto sabemos que una de las preguntas más recurrentes es ¿y esto entra en el examen?).
En mi experiencia con el Visual Thinking hay siempre una importante inversión de tiempo dedicado a lo que yo llamo “dibuaprender”. Esto no es otra cosa más que trabajar a partir de determinadas informaciones (que pueden ser escritas o audiovisuales) para dibujar y organizar visualmente una representación global del tema que se está estudiando. Evidentemente, en esta forma de trabajar, las ideas fundamentales son seleccionadas e interpretadas a partir del entendimiento de la persona que crea el mapa y las relaciones que se establecen en la representación sólo tendrán pleno sentido para ella. Así, puede que otras personas al ver el mapa en lugar de encontrar una representación coherente solo descubran una serie de dibujos simples enlazados entre sí y sean incapaces de entender su sentido.
“Dale una caña, enséñale a pescar y comerá el resto de su vida” dice un conocido proverbio chino. Y ¿si en lugar de ofrecerles el pescado les permitimos utilizar el lápiz, les enseñamos a pensar visualmente para que sean capaces de aprender el resto de sus vidas? En el uso educativo del Visual Thinking, lo fundamental no es ver y leer los mapas creados por otras personas (normalmente el profesor o la profesora). Lo que, en mi opinión, hace interesante al Visual Thinking para su uso en el ámbito educativo es que nos ofrece una forma diferente de pensar la información. Una forma basada en la imagen, en la representación por medio del dibujo y su organización en el espacio. Una forma que no anula la importancia del texto, sino que lo complementa y enriquece con el uso de otro idioma, el del lenguaje visual y la creatividad.
Así, el Visual Thinking en educación puede convertirse en un instrumento doble que además del pensamiento creativo relacionado con lo visual promueva el desarrollo del pensamiento crítico. De ahí que además de “Visual” sea “Thinking”. Y de ahí que en una época en la que la inmediatez y la velocidad se ha apoderado de nuestras vidas, la tarea de mapear visualmente cualquier tema obliga al alumnado a realizar una pausa necesaria para comprender, analizar, organizar y crear en una página los vínculos que existen entre las diferentes informaciones que en un texto educativo suelen estar separadas por varias hojas de distancia.
Aclaración final
Antes de terminar tengo que confesar que cuando empecé a investigar sobre VT pensé que el Graphic Recording o el Sketchnoting podía ser los formatos más adecuados para utilizar en el aula. La experiencia me ha demostrado que para realizar este tipo de prácticas es necesario disponer de un andamiaje cognitivo que es muy complicado construir debido al escaso tiempo (e importancia) que nuestro Sistema Educativo concede a la alfabetización y a la práctica de lo visual.
Fuente: Garbiñe Larralde, Licenciada en Bellas Artes y maestra en Diseño Gráfico es actualmente Jefa de estudios del Instituto Vasco de Educación a Distancia (UHEI_IVED). / blog.tiching.com