Sea cual sea el momento en que decidamos que los chicos van a acceder a las pantallas, hay que acompañarlos y ser guías en ese proceso.
Hoy en día nadie se atreve a cuestionar que la tecnología y las pantallas llegaron para quedarse. Lo que debemos repensar es qué uso elegimos darle, especialmente cuando se trata de las infancias. Entonces, ¿a qué edad es apropiado que los chicos accedan a las pantallas? Te lo contamos a continuación.
¿Cuándo conviene que mi hijo se exponga a las pantallas?
Respecto de la edad de exposición y uso de los niños a las pantallas, no existe un consenso definitivo. Mejor dicho, quizás hay una distancia entre la recomendación y la realidad. Así, algunos ponen el foco en la edad apropiada, mientras que otros piensan en las dificultades del día a día para sostener ese límite. Además, cuando hablamos de opiniones, pensamos no solo en lo que recomiendan los profesionales, sino también en lo que ocurre puertas adentro de una familia.
En términos generales, algunos expertos coinciden en que no es conveniente que sea antes de los 2 años. Entonces, debe haber una distancia absoluta con las pantallas hasta esa edad. Ahora bien, también hay quienes sostienen que no deben tomar contacto hasta los 6 años. Lo que sí es cierto es que, tanto educadores como psicólogos y pediatras, coinciden en la importancia de la gradualidad y del acompañamiento.
Controlar el tiempo y la actividad
En este sentido, se trata de reconocer que los niños nacieron en un mundo en donde las pantallas son omnipresentes. Pero su uso no puede quedar librado al azar. Entonces, debemos establecer reglas sobre el tiempo de actividad con los dispositivos y las aplicaciones o contenidos a los que acceden. También, conviene introducir de a poco su uso. Por ejemplo, entre los 3 y los 5 años, solo debiera utilizar las pantallas una hora al día como máximo.
Muchos profesionales afirman que debemos intentar postergar el contacto con las pantallas lo máximo posible. Sin embargo, también es cierto que dispositivos como las tablets se convirtieron en aliados en la escuela a la hora de impartir ciertos contenidos. Por ello, impedir que socialicen y tomen contacto con las pantallas, implicaría que los menores se queden en una especie de analfabetismo digital.
¿Por qué retardar el uso de pantallas en los chicos?
El neuropsicológico Álvaro Bilbao, explica en su libro «El cerebro de los niños explicado a los padres», por qué se debe retrasar el uso de pantallas en los más chicos. Allí, menciona el papel del «cuerpo estriado», una parte del cerebro que se relaciona con los gustos, los intereses y la atención. Si hay un estímulo poderoso y la gratificación es inmediata, entonces el cuerpo estriado quiere repetir la misma experiencia.
Por lo tanto, ¿qué lugar le quedan posteriormente a otras actividades? Como leer, pintar o andar en bicicleta. Quizás, se trata de prácticas divertidas, pero menos poderosas. Por ejemplo, para aprender a andar en bicicleta hay que hacer frente a las caídas, mientras que la gratificación y el logro llegan después. Así es como Bilbao refiere que el riesgo de usar pantallas a temprana edad es desalentar la curiosidad, la motivación y focalizar la atención en unos pocos objetos de deseo: la tablet o el móvil.
Por último, Bilbao enfatiza que el uso precoz de pantallas tiene un impacto en el cerebro de los niños. En este sentido, es responsable de las dificultades vinculadas con la atención -a través del Trastorno por Déficit de Atención (TDA)- y con los trastornos adictivos.
Cómo regular el uso de la tecnología en los niños
A continuación, algunos consejos para acompañar a los niños en el uso de la tecnología.
Ser un ejemplo
Es necesario tener en cuenta que somos los principales referentes de comportamiento de nuestros hijos. Por ejemplo, si los chicos ven que usamos las pantallas todo el día, creerán que esa es una conducta adecuada. Por eso, debemos ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
Alejar las pantallas de determinados momentos
Hay ciertos momentos en que se debe prescindir de las pantallas para poder dialogar, compartir en familia o descansar. Por ejemplo, conviene prohibir el uso de los dispositivos antes de dormir, durante las comidas o cuando hacemos diversas tareas.
Evitar emplear las pantallas cuando nos conviene
El uso de dispositivos electrónicos debe tener una finalidad educativa. Cuando queremos descansar, es mejor que los chicos puedan tener un juego de mesa, un cuento para leer en la cama o que salgan a jugar con amigos antes que ofrecerles una pantalla.
Proponer alternativas para jugar
Existen distintas formas de mantener entretenido a un niño. Algunas veces puede ser al aire libre y otras quizás requieran de que esté más quieto, por ejemplo si necesitamos terminar un informe mientras el menor se entretiene. Los pequeños pueden recrear miles de juegos e historias con pocos elementos, pero debemos animarlos a que así sea al acercarles alternativas y accesorios.
Ser realistas con nuestra expectativa y lo que podemos pedirles a los niños
En la infancia, los niños están en pleno desarrollo y aún no tienen dominio de sus emociones. Por eso, en ocasiones, cuando se sienten frustrados o no tienen lo que quieren, surgen los berrinches. Y es lógico que sea así, pues aún hay áreas del cerebro que se imponen por sobre aquellas que logran el autocontrol.
Entonces, es importante que pactemos reglas con los chicos y que podamos ser claros y específicos con respecto a cómo actuaremos con la tecnología. No podemos esperar que se comporten como adultos con el uso de los dispositivos si aún son niños.
No enemistarse, sí concientizar
Con todo lo dicho, no se trata de generar culpas ni un pánico colectivo respecto del uso de las pantallas. El objetivo es poder acceder a información confiable y con base en estudios científicos para no dejarnos llevar por mitos o comentarios que no están validados. Con información confiable, podremos tomar mejores decisiones.
Fuente: Maria Fátima Seppi Vinuales / eresmama.com