El metaaprendizaje invita al estudiante a evaluar su forma de aprender, tomar control sobre ella y mejorarla. ¡Descubre sus beneficios!
Desde que un niño nace, sus padres o educadores se esmeran por enseñarle todo lo que debe saber. Buscan ofrecerle toda la información que necesita, explicarle acerca del mundo y mostrarle todo tipo de conceptos. Sin embargo, hay un elemento incluso más importante que muchas veces se pasa por alto. Es el metaaprendizaje, la habilidad que ayudará a tu hijo aprender de una forma más eficiente.
Más allá de saber sobre ciencia, literatura, música o idiomas, lo que un niño realmente necesita son herramientas que le permitan realizar aprendizajes significativos en cualquier campo. ¿Cuántas veces los menores estudian durante horas y terminan sin comprender ni recordar lo leído? Esto no solo resulta tedioso y desmotivante para ellos, sino que además no es efectivo. Por esto es que el metaaprendizaje resulta tan importante.
¿Qué es el metaaprendizaje?
Este concepto fue definido en 1984 por Novak y Gowin, dos investigadores de la educación comprometidos con lograr en los alumnos un aprendizaje significativo. Esto implica que el conocimiento no se recibe de forma pasiva, sino que se construye al manipular los conceptos y reflexionar sobre ellos hasta asimilarlos e integrarlos de forma efectiva.
A este respecto, y para lograr este propósito, se enfatiza es el metaaprendizaje como un elemento indispensable. Este hace referencia a la capacidad de evaluar el propio proceso de aprendizaje y tomar control sobre el mismo para hacerlo consciente. En pocas palabras, significa “aprender a aprender”.
La finalidad de esto no es solo que el estudiante comprenda el material, sino también que sea capaz de aplicar el pensamiento crítico al respecto y relacionarlo con lo que ya sabía previamente. Además, se trata de que todo este proceso sea agradable, cómodo y eficaz.
¿Cómo puede el estudiante aplicar el metaaprendizaje?
El metaaprendizaje puede emplearse para resolver problemas, realizar tareas o asimilar informaciones de cualquier índole. Y, al aplicarlo, el estudiante debe realizarse las preguntas que mencionamos a continuación.
¿Qué voy a aprender?
Es importante que los alumnos conozcan la materia en profundidad y que no se limiten a aprender de forma automática. Memorizar sin comprender o seguir las instrucciones del profesor siempre de la misma manera no es suficiente, pues el conocimiento no se consolida y, por tanto, no podrá usarse en el futuro. Por eso, deben familiarizarse con el temario y con la forma en que se estructura el conocimiento para poder abordarlo adecuadamente.
¿Cómo voy a hacerlo?
Como decíamos, se trata de tomar control sobre el propio proceso de aprendizaje, planificarlo y poner orden en el mismo. Así, el estudiante puede ocuparse de organizar aspectos tales como cuál va a ser el espacio de estudio, cuándo va a estudiar y cuánto tiempo va a dedicar a la tarea.
También, puede analizar su estado anímico y su motivación y observar si son idóneos para comenzar con el trabajo. Quizá, si se siente ansioso o preocupado, necesite dedicar unos minutos a respirar o a relajarse primero. O, tal vez, si está desmotivado, jugar una breve partida a un juego de su interés le ayude a activarse.
¿Qué elementos y herramientas necesito y puedo usar?
Este es un punto clave, ya que se trata de que el menor conozca y disponga de diversos métodos, herramientas y estrategias para hacer más eficaz el proceso de aprendizaje. Aquí se incluyen técnicas como el subrayado, los esquemas, los mapas conceptuales y las reglas mnemotécnicas. Es importante que el niño conozca varias, que sepa cuáles funcionan mejor para él y en qué contextos.
¿Cómo va el proceso?
El metaaprendizaje implica reflexionar en todo momento sobre el proceso de aprendizaje. Esto incluye no solo planificarlo inicialmente, sino evaluarlo de forma periódica. El estudiante ha de ser capaz de identificar a tiempo los errores que comete o las estrategias que no funcionan, lo cual evitará la frustración de un esfuerzo que no da sus frutos.
Pero, para que esto suceda, el niño ha de acostumbrarse a monitorear sus avances. Ha de darle la importancia debida a ese proceso de reflexionar y analizar si los tiempos y las técnicas escogidas han sido las apropiadas o si hay alguna emoción que entorpezca el aprendizaje.
¿Hay algo que mejorar o modificar?
Por último, también pueden implementarse cambios y mejoras. Por ejemplo, si el alumno detecta que no comprende una palabra o un concepto, habrá de detenerse y resolver esa cuestión antes de continuar. Igualmente, puede identificar que necesita un descanso y debe darse el permiso para hacerlo. O quizá detecte que emplea demasiado tiempo en la tarea y deba cambiar de estrategia.
El metaaprendizaje es una necesidad para todo estudiante
Gracias al metaaprendizaje los menores pueden obtener mejores resultados académicos, optimizar su proceso de estudio y sentirse más motivados. Pero, además, es una herramienta que podrán utilizar a futuro a la hora de abordar cualquier aprendizaje nuevo, por lo que les proporciona una gran independencia y autonomía.
No obstante, el metaaprendizaje debe enseñarse, ya que no surge de forma innata. Entonces, hemos de orientar a los estudiantes acerca de cómo monitorear y hacerse cargo de su proceso de aprendizaje, cómo trabajar en cada paso y hacer del conjunto una rutina. Esto puede requerir tiempo, paciencia y perseverancia por parte de padres y educadores. No obstante, una vez integrado, será uno de los mejores recursos con los que el menor contará a futuro.
Fuente: Elena Sanz Martín / eresmama.com
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