- Empatía, interés y optimismo son fundamentales para el niño
- Este debe ser capaz de reconocer sus emociones y las de los demás
- Tiene que ver los problemas como desafíos superables
A pesar de que educar a los hijos para que se conviertan en personas triunfadoras pueda parecer algo ambiguo, se ha identificado una serie de actitudes de padres hacia sus hijos que les convierte en personas seguras de sí mismas, resilientes y equilibradas. Varias psicólogas y autoras ofrecen tres claves que coinciden en muchos de los casos que han estudiado.
La importancia de la empatía
La psicóloga educativa Michele Borba, experta en crianza de hijos y autora de varios libros sobre padres e hijos, aseguraba a CNBC Make It que un rasgo esencial que separa a los niños exitosos de la mayoría es haber recibido dosis regulares de empatía por sus progenitores.
Borba explica varias maneras de conseguirlo:
1. Ayudar al niño a desarrollar un vocabulario que exprese las emociones en el momento en que se perciben: «Estás feliz» o «Estás molesto/a» son ejemplos sencillos.
2. Preguntarle por sus emociones, lo que puede ayudarle a identificar cómo se siente, así como a expresarse sobre ello sin sentir vergüenza: «¿Cómo te ha hecho sentirte eso?, Pareces asustado, ¿Estoy en lo cierto?».
3. Compartir las emociones con el niño, para que ellos sientan que pueden hacer lo propio de manera segura.
4. Pedirle que se fije en las emociones de las personas que le rodean. Un ejemplo es, por la calle, indicarle una persona cualquiera y pedirle que razone cómo puede estar sintiéndose.
El ojo puesto sobre sus intereses
La autora de Criar a un empresario: Cómo ayudar a tus hijos a que cumplan sus sueños, Margot Machol, entrevistó a 70 padres que han tenido hijos exitosos en la vida. Su objetivo era encontrar prácticas de crianza comunes a todos ellos, o al menos a la mayoría. Machol se dio cuenta de que estos progenitores se interesaban genuinamente en los ‘hobbies’ de sus retoños.
«Deportes, videojuegos, música… todos los niños de los padres con los que hablé tenían una pasión fuera de la escuela. Nunca les apartaron de estas actividades porque sabían que les mantenían mentalmente activos», comentó a CNBC Make It.
Dana Suskind, doctora y profesora de cirugía y pediatría en la Universidad de Chicago, añade que interesarse incluso por aquello que no sea un ‘hobby’ (como simplemente hacer o fijarse en algo a diario) puede causar gran impacto. Concretamente, la misma habla de mejoras en las habilidades cognitivas (como leer y memorizar) y no cognitivas (como el coraje y la resistencia).
Estas son las tres fases de la estrategia que explica en su propio libro sobre crianza:
1. Sintonizar con aquello en lo que se centra el niño. Ella comenta: «Digamos que estás en la mesa y tu hijo se está comiendo un tentempié, mientras le ves mirar por la ventana. Intenta seguir su mirada y ver aquello en lo que se centra, para luego hacer una pregunta que le lleve a hablar de ello».
2. Más comunicación, hablar sobre aquello que le interesa. «A más palabras se utilicen, mayor número de conexiones cerebrales se formaran en su cabeza y más vocabulario adquirirán», comenta.
3. Conversación bidireccional, para asegurarse que que padre e hijo participan. «Crea charlas en las que le plantees cuestiones que le hagan describir el mundo que le rodea, o cómo se siente», dijo.
Ver los problemas como desafíos
La psicóloga Roni Cohen-Sandler se especializa en relaciones paterno filiales, concretamente entre madre e hija, pero también en desarrollo de la adolescencia y guías para padres. Esta afirma que se debe inculcar optimismo en los niños para que sean socialmente inteligentes y resistentes, pero admite su dificultad, debido a la tendencia de los niños a atascarse en emociones o experiencias negativas.
«Mientras empatizas con su aflicción, redirigir su atención a sus triunfos y placeres más recientes les permite ver más allá. Los niños que son positivos ven los desafíos y obstáculos como algo temporal y que es posible superar, lo que aumenta sus probabilidades de tener éxito», afirma Cohen-Sandler.
Es fundamental ser más consciente de los propios actos, preguntarse si se describen los distintos escenarios de manera positiva o negativa. ¿Se es una persona que ve el vaso medio lleno, o la que lo ve medio vacío?
Fuente: Iago Eguileta / eleconomista.es