Celso Delgado Uriarte
Consulor REDEM – Perú
Leer en la universidad es una tarea cotidiana, pero leer críticamente no parece serlo. Los estudiantes invierten bastante tiempo en comprender la información de los materiales de cada curso (libros, monografías, artículos, separatas, presentaciones visuales, etc.), pero no son capaces de asumir una posición respecto a lo leído. Leen para comprender y comprenden para aprender, pero no leen para pensar críticamente. “Comprender requiere construir el contenido pero también descubrir el punto de vista o los valores subyacentes (la ideología)”, afirma Cassany (2009).
Existen muchas investigaciones en torno a la lectura y la comprensión desde un paradigma cognitivo, a partir del cual son diversas las propuestas didácticas que se han elaborado para el aula. En muchos sistemas educativos del mundo, desde los primeros años de la escolaridad, se pone énfasis en los niveles de comprensión lectora, el proceso lector, las estrategias cognitivas y los materiales para lograr que los estudiantes elaboren la coherencia global de los textos; mejor dicho, reproduzcan el pensamiento del autor.
Sin embargo, la lectura así entendida no es suficiente para la formación del pensamiento crítico en la universidad. La lectura además de una actividad lingüística, cognitiva y comunicativa, es una práctica social y cultural que debe promoverse desde el currículo. Vigotsky (1988) ya había concebido la idea de la lectura como una práctica social y como un proceso interactivo y dinámico en el que el lector dialoga con un autor a través del texto. Otorgarle el carácter social a la lectura significa trascender la lectura de las líneas y la lectura entre líneas, para avanzar a la lectura tras las líneas, en expresiones de Cassany.
Los textos no solo ofrecen contenidos, también son portadores de ideologías. Van Dijk (1992) sugiere que en todos los niveles del discurso podemos encontrar «huellas del contexto». Estas huellas o indicios permiten entrever características sociales de los participantes como por ejemplo sexo, clase, etnicidad, edad, origen, posición y otras formas de pertenencia grupal. La lectura crítica es la que nos ayudará a descubrir el contexto histórico, social, económico, político y cultural de los textos.
A pesar de que la lectura crítica constituye una herramienta de formación del pensamiento crítico, muy poco se toma en cuenta en el proceso de enseñanza, aprendizaje y desarrollo en el ámbito universitario, donde los estudiantes se enfrentan a una diversidad y complejidad de textos propios de la profesión sin asumir un rol de lectores críticos. Aquí se agrega la categoría conceptual desarrollo (Flórez, 2012) en el marco de una didáctica desarrolladora[1] y emancipadora del sujeto que aprende y enseña a la vez. Recordemos que los textos no solo exigen una comprensión literal e inferencial, sino también crítica. La comprensión crítica incluye a las anteriores. El lector puede pensar críticamente sobre un texto únicamente si lo ha entendido. Pero, lograr que nuestros estudiantes aprendan a leer críticamente en la universidad es aún una tarea pendiente.
La lectura crítica nos permite acceder al pensamiento crítico, el cual cumple un papel fundamental en la formación de ciudadanos conscientes y responsables. Según la Unesco (1998), la alfabetización crítica[2] entraña el desarrollo de todas las capacidades básicas de comunicación que le permitan al hombre insertarse en el mundo del trabajo y en su cultura como formas de realización personal y espiritual, de progreso social y desarrollo económico (Serrano de Moreno y Madrid de Forero, 2007).
Desde esta perspectiva, la lectura crítica debe ser un objetivo prioritario del currículo en el contexto universitario. La habilidad de ser un lector crítico es inherente a las personas y a las sociedades. Formar profesionales con una actitud crítica frente a la vida y al mundo es el reto en la sociedad de la información y del conocimiento. La lectura crítica y el pensamiento crítico son construcciones culturales que necesitan educación, esfuerzo y cultivo.
Considerando que la lectura crítica no es algo dado, las aulas debieran convertirse en espacios de diálogo y discernimiento más que en espacios de conferencias o monólogos del profesor. Se debe dotar al estudiante de diversas estrategias de lectura crítica que le permitan descubrir el punto de vista que los discursos reflejan de la realidad, porque lo que aprendieron en la educación previa les resulta insuficiente cuando se enfrentan al aprendizaje de las disciplinas especializadas, ya sea educación, derecho, medicina, ingeniería, economía, periodismo o cualquier otra. “Ser un buen químico, abogado, geógrafo o ingeniero es saber procesar los discursos propios de la disciplina” (Cassany, 2009: p. 113).
No podemos dejar de señalar que es frecuente que los profesores expresemos nuestra queja por lo poco que leen y comprenden los estudiantes en la universidad, pero no solemos ocuparnos de enseñarles a leer los textos científicos y académicos propios de cada profesión. Carlino (2007, p.68) afirma que la lectura queda como tarea solo a cargo de los estudiantes y que su comprensión no resulta orientada por nuestra experiencia. Entonces, ¿cómo podríamos fomentar la lectura crítica? Es obvio, que si concebimos que la lectura es una habilidad que se aprende en forma definitiva en la educación básica, ya no hay nada que hacer: los lectores críticos se formarán por su cuenta. Esto no es cierto. La lectura crítica tiene que ser guiada y acompañada por el docente.
Sin embargo, surge la pregunta ¿qué es leer críticamente? Desde un enfoque sociocultural, Cassany (2008) señala que leer críticamente es:
- identifica al autor (¿quién es?, ¿qué pretende?, ¿por qué?);
- identificar la práctica letrada (¿qué género es?, ¿cómo se utiliza?);
- construir tu interpretación (¿cómo lo entiendes tú?, ¿dónde estás?, ¿y tus colegas?, ¿y tus políticos?, ¿qué haces?)
El lector crítico debe ser capaz de identificar quién es el autor del texto que lee, cuáles son sus intenciones, cuál es su ideología. También debe ser capaz de identificar los géneros textuales y los usos que se dan en el desarrollo de las disciplinas. Los libros, los capítulos, los materiales de cátedra, los manuales, los resúmenes, los comentarios, los artículos de investigación, las monografías, las ponencias, son textos que tienen usos diversos según los contenidos de las propias asignaturas. Y por último, el lector crítico debe ser capaz de construir su interpretación y confrontarla con la interpretación de los otros lectores, de modo que logre penetrar hasta el sentido profundo del texto.
La lectura crítica es una disposición, una inclinación de la persona a tratar de llegar al sentido profundo del texto, a las ideas subyacentes, a los fundamentos y razonamientos y a la ideología implícita, para considerar explicaciones alternativas y a no dar nada por sentado cuando podría ser razonable ponerlo en duda (Smith, 1994; Cassany, 2004; 2006).
La lectura crítica que tiene sus orígenes en las ideas de Paulo Freire y la pedagogía crítica (Giroux, 1888; Kanpol, 1994, Shor y Pari, 1999), trasciende la lectura que se suele promover en la universidad, una lectura caracterizada por ser mecánica, superficial, obligada, fragmentada, descontextualizada, sin saberes previos: una lectura reproductiva. La lectura crítica tiene un carácter holístico e integrador de los saberes, como lo detalla Botello (2010): “La lectura crítica requiere de una orientación correcta, planificada, organizada para poder lograr expresiones críticas a través de juicios y opiniones, teniendo presente que para lograrlo deben interactuar lo cognitivo, lo afectivo, lo volitivo, lo axiológico y lo sociocultural”. Es aquí que el docente juega un rol preponderante en la didáctica de la lectura crítica, enseñando a los alumnos la manera específica de encarar los textos de su materia y dedicando un tiempo en las clases al análisis de lo leído, con el fin de ayudar a entender lo que los textos callan (Carlino, 2005, p. 86).
Todo texto no está libre de ideologías o visiones del mundo; todo texto transmite y propone valores, valoraciones de la cultura y de otras culturas, contribuyendo a crear, de esta forma, identidades sociales. (Agaján y Turra, 2009). En este sentido, el deber del profesor y estudiante como asiduos lectores es problematizar y desopacizar la realidad a través de la lectura crítica del contenido propuesto por los textos (Monclús 1988, citado en Agaján).
Por último, la universidad como institución académica, donde caben todas las ideologías, no solo debe ser una simple transmisora del conocimiento, sino una verdadera formadora del pensamiento crítico, el cual favorecerá la expresión de la pluralidad con libertad. Al respecto, Prieto (2008) sostiene que el pensamiento crítico reivindica al individuo como sujeto pensante, con derecho a expresarse libremente y provisto de valores democráticos. En esta misma dirección, Arigaza (2009, p. 92) agrega: “Un pensamiento crítico, del estudiante, puede cuestionar lo indebido cuando es afectado o beneficiado, un pensamiento empírico, en cambio, copia mecánicamente los modelos positivos o negativos, sin cuestionarlos y sin darse cuenta de ello”. Sin lectura crítica no hay pensamiento crítico, sin pensamiento crítico no hay una verdadera universidad.
Bibliografía
Agaján, L. y Turra, O. (2009). El texto escolar: hacia una didáctica crítica. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, vol. 8, núm. 16, 2009, pp. 87-99. Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile. Recuperado de https://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=243116384006.
Arizaga, R. y otros (2009). Seminario Internacional: “Modelos pedagógicos: Pedagogía crítica”. Instituto de Pedagogía Popular. Lima: Ediciones Fargraf S.R.L.
Carlino, P. (2005). Escribir, leer y aprender en la universidad. Una introducción a la alfabetización académica. Argentina, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Cassany, D. (2009). Para ser letrados. Voces y miradas sobre la lectura. España, Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica S. A.
Castellanos, D. y otros (2002). Aprender y enseñar en la escuela: una concepción desarrolladora. La Habana: Cuba.
Flórez, L. (2012, 15 de agosto). Nos enfrentamos al proceso de la finitud sin preparativos previos, sin juegos establecidos y sin materiales pedagógicos adquiridos. Red Educativa Mundial. Boletin REDEM N° 114. Recuperado de https://www.redem.org/boletin/boletin150812b.html
Serrano de Moreno, S. y Madrid de Forero, A. (2007). Competencias de lectura crítica. Una propuesta de reflexión para la teoría y la práctica. Universidad de los Andes – Facultad de Educación y Humanidades. Recuperado de https://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/17304/2/articulo6.pdf
[1] La enseñanza desarrolladora “es el proceso sistémico de transmisión de la cultura en la institución escolar en función del encargo social, que se organiza a partir de los niveles de desarrollo actual y potencial de los estudiantes, y conduce al tránsito continuo hacia niveles superiores de desarrollo, con la finalidad de formar una personalidad integral y autodeterminada, capaz de transformarse y transformar su realidad en un contexto histórico concreto, siendo lo esencial, la autodeterminación, según la cual el sujeto deviene agente de su propio desarrollo” (Castellanos y otros, 2001:57).
[2] La palabra “alfabetización” es la traducción directa de “literacy”, que también puede entender como “cultura escrita”. Conviene tener presente que el vocablo inglés hace referencia a un conjunto de prácticas letradas más amplias que las que denota el correspondiente español “alfabetización”. Por literacy se entiende la cultura organizada en torno de lo escrito, en cualquier nivel educativo pero también fuera del ámbito educacional, en las diversas comunidades lectoras y escritoras. (Carlino, 2007: p. 14).
12 comentarios
Agradesco los aportes en general, sobre la lectura critica, el aporte es interesante esto se daría cuando el estudiante ya e entendido y comprendido el texto luego si puede dar sus puntos de apreciación, apreciación critica. antes no puede ser. también dependerá el nivel del estudiante.
Necesito las caracteristicas de la lectura critica?
que bien
Correcto, pero muy insuficiente, pues parece que las experiencias de enseñar lectura crítica del colega Delgado fueran muy simples y superficiales. Como la caridad empieza por casa, tendríamos que saber algo más sobre el mismo colega Delgado: su biografía: extracción social, barrio, familia, trabajo, niveles de ingreso, categoría, rama y grupo ocupacional (ver INEI), su doctrina y su escuela pedagógica, sus ideas económico-sociales y políticas; su actitud frente al magisterio como gremio de trabajadores y frente a la patronal (el MINEDU); su actitud predominante frente al conflicto social: ¿Resistencia, adaptación, resignación, colaboración? (Ver Steve Stern), etc. Y si no sabemos nada de eso …. ¿cómo adoptar una actitud crítica frente a su artículo?
Y tratándose de autores como Vargas Llosa, ¿cuántas de sus docenas de novelas, obras teatrales, ensayos literarios y ensayos políticos es necesario leer para conocerlo? ¿Cuánto hay que saber de su biografía y de su autobiografía («El pez en el agua»)? ¿Cuánto de las críticas que él ha hecho y de las que a él le han hecho? (Por ejemplo, Nelson Manrique ha hecho unas críticas muy pertinentes a su ensayo «La civilización del espectáculo») ….. Todo esto, además de las preguntas que ya planteé para el colega Delgado ,,,,,
Bueno, leemos todo eso, pero, como también hay que conocer el contexto, tendremos que sumergirnos en un montón de fuentes solamente para comprender el informe de Vargas Llosa sobre el caso Uchuracay (entre ellos, el reciente libro «La República Plebeya» de la historiadora Cecilia Mendez que trata sobre los iquichanos de Huanta; asimismo, la magnífica serie de críticas del antropólogo Rodrigo Montoya al Informe de Vargas Llosa citado, etc.) …. Y para comprender todo esto, tendremos que estudiar también la vida y obra de Nelson Manrique, Cecilia Méndez y Rodrigo Montoya. Y así, al infinito.
Pero como el mundo no se detiene para esperarnos, tendremos que adoptar (sugiero) dos actitudes: Una: asumir críticas provisionales, dejando constancia de que son provisionales, parciales, etc. Dos: enseñar precisamente que ni el mundo ni el conocimiento se detienen, que todo conocimiento es parcial, superable, etc.
Mis respetos para los colegas para quienes la actitud crítica no es sólo un discurso, sino una actitud vital.
me parece el análisis y creo la crítica debria empezarse en el nivel básica siempre enfocada y orientada a la solución del tema planteado entonces se convierte en un aporte .
buenos días me párese una lectura interesante el cual nos lleva a comprender y analizar críticamente los textos, gracias a la información de la lectura e captado la importancia de leer críticamente, en mi opinión personal me parece que desde la escuela se les debe influir a los niños hacer una lectura critica a través de lecturas pedagógicas y no esperar a la universidad, para así los jóvenes influyan mas sus ideas.
la lectura es lo maximo
quiero saber cualkes son las catratecristica de un lector critioc
o una buena definicon de el lector critico
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¡Que tema tan interesante!
Soy maestra de educación secundaria y con el afán de mejorar el rendimiento académico de nuestros estudiantes en estos últimos años se ha desarrollado a nivel nacional el programa de «comprensión lectora» sin embargo considero que mas importante que comprendan lo que leen es que cuestionen lo leído y lo analicen contrastándolo con todo lo aprendido apriori y construyan su propio pensamiento.
Desde hoy me sumo a favor de una lectura crítica y lo pondré en practica con mis jóvenes estudiantes. GRACIAS
“La lectura crítica y el pensamiento crítico son construcciones culturales que necesitan educación, esfuerzo y cultivo”, este enunciado es muy cierto, pero para ello las bases deben ser sembradas en la educación regular, creo que se tiene la idea que esta misión le compete solo a la Universidad y no es así, no se necesita llegar a la universidad y leer textos complejos o difíciles para enseñar a ser críticos; desde la lectura de un pequeño cuento, el docente puede guiar hacia una actitud crítica y se puede desopacizar el texto. El alumno puede captar la ideología de que el autor desarrolla en su texto, intuir que hay detrás de este, qué muestra, qué esconde y sobre todo, reflexionar por qué lo hace. Pero a veces los maestros creen que los alumnos no están preparados para ello no desarrollan su criticidad desde la escuela y solo se centra en llenarlos de información que a la larga terminan olvidando.
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