Alex García
Consultor REDEM – Brasil
Reducir el estigma, ¿favorece la inclusión? ¿Cómo hacer que la inclusión sea una realidad? Estas son las dos preguntas frecuentes que me han formulado en mis conferencias durante los últimos años, tanto en Brasil como en muchos otros países del mundo. En varias ocasiones había decidido escribir una breve reflexión sobre el tema. Esto podría complicar aún más la situación, la complejidad no es la reflexión, el tema de la inclusión es – por sí mismo – espinoso.
Reducir el estigma, ¿favorece la inclusión?
¡Sí! Reducir el estigma favorece la inclusión, pero en realidad no atacar el estigma directamente. Hay que atacar aquello que produce y desarrolla el estigma, es decir, los supuestos y la vergüenza, que son poderosas herramientas de control social. Vivimos en una sociedad en la que está instalada la relación de poder y, por lo tanto, la tendencia a controlar es enorme y casi una regla. En esta relación de poder, las personas «necesitan» controlar a otros para mantener el poder y para lograrlo manejan dos herramientas: la presuposición (pensamiento anticipado) y la vergüenza.
La pregunta: “Reducir el stigma, ¿favorece la inclusión?” Tiene la misma esencia de la pregunta que yo respondo en todas partes del mundo: ¿Cómo hacer para que la inclusión suceda? Y siempre respondo: La inclusión sucederá en la medida en que rompamos la presuposición y ¡la vergüenza!
Considero que la presuposición, después de haber sido aplicada por años a la identidad de una persona, consolida lo que llamamos estigma, una marca. Para comprender de mejor forma cómo la presuposición afecta la identidad, a manera de ejemplo pensemos qué ocurre cuando la gente, en términos generales, mira a una persona ciega en la calle, suele pensar: “Un hombre ciego, no puede ver, ¡pobre!” O, al mirar a una persona usuaria de silla de ruedas, piensa: “Pobre, ¡no puede caminar!” Ocurre en relación con las diferentes tipologías de discapacidad. Pero, ¿por qué siempre «piedad-pobre»? Es un pensamiento que se ha repetido incesantemente. La identidad es regada por «piedad-pobre». Y, después de muchos años, ¿qué tenemos? ¿Cuál es el resultado? Ahora tenemos más pobres ciegos, más pobres en silla de ruedas, y tantas otras pobres personas con discapacidad. Voy a ser pobre porque todo el mundo me ve ¡pobre! Fin. La presuposición ganó. La herramienta de control cumplió con su deber. El poder – cautelosamente – ha aniquilado la posibilidad de que esta persona sea alguien que podría «perturbar».
Siguiendo esta línea de reflexión, veamos: Somos un billón de personas con discapacidad en el mundo, somos la minoría más grande del mundo, pero muy pocos con soberanía. La mayoría «abrumadora» vive su identidad presupuesta, sin fuerza en las relaciones de poder, o viven en filiales.
Y, ¿la vergüenza?
La vergüenza para mí es la herramienta de control más terrible. Terrible, ya que actúa en la ignorancia social y humana, encuentra un terreno fértil para confundir «culpa y vergüenza». ¿Dónde está la confusión? En general, las personas se sienten avergonzadas sin ser culpables. No son culpables pero sienten vergüenza y aquí está el poder de esta herramienta de control.
En mis conferencias suelo preguntar a las personas:
– ¿Se siente avergonzado?
Las personas responden:
– Sí. Creo que sí…
Y vuelvo a preguntar:
– Y, ¿por qué? O, ¿qué te da vergüenza?
Las personas – después de enrojecer y mirar para todo lado- responden:
– De muchas cosas, pero no estoy muy segura o seguro…
Como se puede observar, no está segura de la culpabilidad. La vergüenza como una herramienta de control actúa precisamente desde la incertidumbre. Para mí está claro y demostrado -después de experimentar diferentes culturas y comportamientos – que las personas con discapacidad más desarrolladas tienen clara la diferencia entre «culpable» y «no culpable», sólo sienten vergüenza si son culpables, caso contrario no.
La presuposición y la vergüenza: la corriente de interés
La presuposición y la vergüenza subalternizan a las personas e impiden su empoderamiento. Es lo que yo llamo: «la corriente de interés”. El poder, en la mayoría de los casos, elige ciertas personas con discapacidad – apagadas y subalternas – para recibir cargos, estatus y prestigio, pero esta opción sirve precisamente para mantener el control. Todo el mundo sabe que hoy en día esta práctica es común. Muchos de nuestros «líderes» son así. El poder regala «poder» a quienes no van a ser agentes, a quienes no van «herir» o afectar las relaciones de poder, es decir, a quienes no van a «romper» la corriente.
Lo que acabo de platicar es sin duda algo espinoso. Es precisamente sobre este tema en el coloco mayor énfasis y esfuerzo durante mis conferencias. Este tema es tan espinoso que en el mundo no conozco otra persona que se acerque abiertamente a él porque subyace un miedo muy grande a perder las migajas que reciben.
Discutir el tema, suposición – vergüenza – poder –subordinación, es golpear directamente y colocar el dedo en la «herida» de la esencia humana y social. Quién está dispuesto a abordar esta cuestión debe ser consciente de que estará alcanzando la «normalidad», el «poder».
Saludos cordiales!
Alex Garcia
Persona Sordociega de Brasil
Perfil de Alex Garcia
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1 comentario
Los temas son muy importantes, pues me sirven ya que soy docente de educación especial