La pandemia de COVID-19 ha acentuado las desigualdades flagrantes y ha acelerado la polarización en un mundo que ya sufría por los daños infligidos al planeta, los conflictos y las crisis humanitarias, colocando a la humanidad en un punto de inflexión que plantea dos opciones: seguir por un camino insostenible o dar un giro radical del rumbo.
La directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) afirmó este lunes que la educación puede ser la clave para resolver todos estos problemas.
“Pero debe hacer frente a serios desafíos”, acotó Audrey Azoulay en un mensaje con motivo del Día Internacional de la Educación, celebrado cada 24 de enero desde hace cuatro años.
La UNESCO define la educación como un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva que desempeña un papel crucial en la paz y el desarrollo de las sociedades; sin embargo, los países no han cumplido el compromiso de garantizar el derecho a una educación de calidad para todos y las medidas de contención del coronavirus han agravado una crisis educativa que, incluso antes de la pandemia, excluía de la escuela a 268 millones de niños que podrían convertirse en víctimas de la pobreza, la violencia y la explotación a raíz de esa falencia.
Por si eso fuera poco, a esos menores sin escolarización se suman 617 millones de niños y adolescentes que no pueden leer ni hacer operaciones aritméticas rudimentarias, 40% de las niñas en África subsahariana no terminan la secundaria y cuatro millones de niños y jóvenes refugiados no pueden asistir a la escuela.
Repensar la educación
Azoulay consideró que este escenario supone “una época excepcional” en la que “no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre”.
“Si queremos transformar el futuro, si queremos cambiar el rumbo, debemos repensar la educación. (…) Tenemos que reparar las injusticias del pasado y orientar la transformación digital hacia la inclusión y la equidad. Y necesitamos que la educación contribuya plenamente al desarrollo sostenible”, dijo.
Para ello, abundó, hace falta forjar un nuevo contrato social para la educación, como lo ha pedido la UNESCO, y se debe entender que los recursos asignados al sector no son un gasto sino una inversión que requiere aumentar.
La directora general recordó que durante la Reunión Mundial sobre la Educación de la UNESCO, en noviembre pasado, los Estados miembros reafirmaron su compromiso de dedicar al menos el 4% del Producto Interno Bruto o al menos el 15% del gasto público a la educación.
Azoulay abogó por iniciar una movilización que incluya a gobiernos, educadores, estudiantes, sociedad civil y jóvenes de todo el mundo para Reimaginar juntos el futuro.
Caos educativo
En el mismo tenor, el Secretario General de las Naciones Unidas se refirió al caos provocado por la pandemia de COVID-19 a la educación en todo el mundo y refirió que 1600 millones de escolares y universitarios interrumpieron sus estudios en el peor momento de la emergencia.
Y las dificultades continúan, añadió António Guterres en su alocución para la jornada, citando que todavía hoy hay 31 millones de estudiantes afectados por el cierre de escuelas.
“Si no tomamos medidas, la proporción de niños en los países en desarrollo que dejan la escuela y no saben leer podría aumentar del 53 % al 70 %”, advirtió.
Mundo cambiante
Guterres aseveró que la crisis del sector educativo trasciende las cuestiones de acceso y desigualdad, y citó el ritmo acelerado de los cambios que experimenta el mundo en los ámbitos del trabajo, la tecnología, el clima y la confianza entre las personas y las instituciones.
En tan cambiante realidad, los sistemas educativos convencionales tienen dificultades para impartir los conocimientos, destrezas y valores que se precisan para lograr un futuro más verde y seguro para todos. Por lo mismo, es urgente tomar cartas, apuntó el líder de la ONU antes de anunciar que este año organizará una Cumbre sobre la Transformación de la Educación.
“Ha llegado el momento de reactivar nuestro compromiso colectivo con la educación”, enfatizó Guterres.
Explicó que eso implica invertir en planes integrales para ayudar a los estudiantes a recuperarse de las pérdidas de aprendizaje que han sufrido.
“Significa situar la educación en el centro de los esfuerzos de recuperación más amplios, destinados a transformar las economías y las sociedades y a acelerar los avances en materia de desarrollo sostenible. Significa solidaridad financiera con los países en desarrollo. Y significa iniciar un proceso de reflexión y análisis para dilucidar cómo pueden evolucionar y transformarse los sistemas educativos nacionales de aquí a 2030”, puntualizó.
Para concluir, el Secretario General instó a la unión en torno a la educación como un bien público y una prioridad política de primer orden “en el contexto de la educación y de cara al futuro”.
Fuente: un.org