En ocasiones, los padres o los profesores pueden observar atónitos y preocupados cómo un niño, sin tener aparentemente ningún problema de visión ni ninguna condición que afecte a su desarrollo, presenta unas ciertas dificultades a la hora de aprender a leer. Podría tratarse de un signo de dislexia, y es importante intervenir de manera temprana para encontrar la mejor ayuda para el pequeño.
¿Qué es la dislexia?
La dislexia es un trastorno del aprendizaje que provoca una dificultad para aprender a leer debido a problemas a la hora de identificar sonidos y su correspondencia con letras escritas. Su origen está en un funcionamiento diferente al habitual en las áreas del cerebro que procesan el lenguaje.
Por otra parte, las personas con dislexia no presentan otras alteraciones del desarrollo ni discapacidad intelectual, y no debe haber un trastorno de visión que pueda explicar la dificultad para leer.
La dislexia está estrechamente relacionada con ciertos genes, por lo que a menudo es hereditaria. De hecho, los antecedentes familiares son el principal factor de riesgo en la dislexia.
En otros casos, puede relacionarse con exposición a nicotina, alcohol, drogas o infección en el vientre materno, o simplemente puede no haber causas identificables.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de la dislexia, en la mayoría de los casos, se hacen evidentes durante la edad escolar. Sin embargo, puede haber algunas señales previas, como tardar en comenzar a hablar, una dificultad para aprender nuevas palabras, confundir palabras con sonidos similares, problemas para recordar letras, números o colores, o dificultad para aprender canciones o rimas.
Una vez en el colegio, el niño puede mostrar un nivel de lectura bajo, problemas de comprensión, dificultades para formar oraciones, problemas para recordar secuencias de objetos, dificultad para ver similitudes y diferencias entre letras y palabras, incapacidad para pronunciar palabras desconocidas, dificultad para deletrear, lentitud al leer o escribir y una tendencia a evitar este tipo de tareas.
Si no se aborda la dislexia, estos problemas pueden perpetuarse hasta la edad adulta, dificultando el rendimiento escolar y laboral de la persona.
¿Cómo se trata?
Aunque no existe ninguna manera de corregir las anomalías en el funcionamiento cerebral que causan la dislexia (y por tanto no existe como tal una ‘cura’ para la misma), existen muchas técnicas educativas que pueden mejorar el rendimiento y el aprendizaje del niño.
Por ejemplo, se pueden emplear enfoques que involucren varios sentidos en el aprendizaje de la lectura, con lo que al pequeño le resultará más fácil adquirir estas habilidades. En este sentido, los centros educativos suelen crear planes individualizados para ajustarse a las necesidades de los niños con dislexia.
Además, el apoyo emocional al menor, desde la familia y las amistades, puede ser determinante para lograr un mayor desempeño y para evitar la frustración y problemas de autoestima o emocionales.
Fuente: 20minutos.es