Michelle Arellano
Consultora REDEM – Ecuador
El desarrollo sustentable se ha encontrado en la agenda desde hace casi tres décadas, cuando se hizo público el informe Brundtland. Desde entonces y hasta la fecha, la sociedad ha volcado varios de sus esfuerzos hacia la consecución de tan anhelado modelo en el que el crecimiento económico no es lo primordial. Es así que la UNESCO declara a la década 2005-2014 como la Década para la Educación para el Desarrollo Sustentable. Esta idea surge desde la perspectiva de la lucha contra la inequidad, el calentamiento global, la marginalización de niños y mujeres, el fomento de la paz, para alcanzar un desarrollo sustentable. Y es desde la educación como se puede lograr los cambios que la sociedad requiere, es decir, como lo afirma el Director General de la UNESCO, Koïchiro Matsuura, la educación no es un fin en sí misma, sino que es uno de los medios más poderosos para alcanzar estos cambios .
La educación debe ser tal que nos permita fomentar medios de vida sustentables para todos los ciudadanos, que resulte en una participación activa de los individuos, que permita despertar la conciencia de protección al medio ambiente. La educación para un desarrollo sustentable deberá estar enmarcada en la formación integral, en la impere la ética ecológica. Es importante destacar, que en esta era no sólo hacen falta las soluciones monetarias o tecnológicas, sino acciones que sobrepasen la emisión de leyes o políticas; que se promueva la transformación de las personas para que aprendan a dar un paso más allá del “clictivismo” o activismo en línea, muy común entre los jóvenes. Lo que se busca es generar una reacción desde dentro para mejorar nuestro entorno físico y social a través de prácticas educativas que resalten el valor de la inclusión social o de la lucha contra el cambio climático, desde una perspectiva en la que cada individuo es un ente capaz de cambiar el presente y el futuro.
Si la idea es inculcar hábitos en los niños y jóvenes, es necesario que esto forme parte de una política integral en la que todos los participantes son miembros activos y se nutren y aportan al desarrollo de una agenda macro que permita la construcción de varias agendas micro que recaen en las instituciones formales de educación. No obstante, es imperativo trabajar de abajo hacia arriba para que las soluciones se generen desde los individuos, que ellos las validen y las reconozcan como legítimas, que la necesidad de pensar y actuar en miras de un desarrollo sustentable surja de las personas y no sea una imposición que tarde o temprano se olvida.
En el Ecuador, las iniciativas son incipientes, pero se ha planteado la implementación del Plan Nacional de Educación Ambiental para la educación básica y el bachillerato (2006-2016). Con esto se busca inculcar en niños y jóvenes una cultura de protección ambiental, lo que aporta en gran medida al desarrollo sustentable. Lamentablemente, aún no es posible medir los impactos de dicha política pública, pues los indicadores de evaluación no reflejan los cambios en el comportamiento de los jóvenes.
Por otro lado, en lo que a la universidad se refiere, al ser ésta un medio importante de generación de conocimiento y de innovación tecnológica a través de la investigación, se vuelve un medio esencial dentro de esta transformación. Por el momento, las iniciativas se enfocan en la protección de la biodiversidad o las auditorias medio ambientales a través de sus programas específicos, pero no existe como eje transversal a todas las carreras. Aunque se ve un crecimiento en proyectos de energías verdes y renovables, hacen falta enfoque multidisciplinarios que abarquen más áreas del conocimiento.
En ese sentido, es necesario impulsar más iniciativas transversales e integrales que fomenten la educación para el desarrollo sustentable. Se debe tomar en cuenta que todos tenemos un impacto en el medio ambiente y crear este análisis crítico es importante. A través de la educación podemos enseñar y aprender a evaluar las decisiones y sopesar las consecuencias más allá de nuestras necesidades presentes.
Es imperativo aprovechar la educación como medio de diseminación no sólo de conocimientos sino de prácticas sustentables que transformen a las sociedades desde adentro, tomando en cuenta que los jóvenes educandos serán quienes manejen los recursos nacionales y mundiales a futuro. Esta mejor educación también conducirá a contar con personas mejor informadas, capaces de tomar decisiones más acertadas y con menos impacto. Esto sólo se logra a través de la integración cuidadosa de las prácticas que fomenten el cuidado del ambiente y la igualdad.
UNESCO (2005). UN Decade of Education for Sustainable Development 2005 – 2014, UNESCO, Paris, p. 3.