Jaime Saavedra, director global de educación del Banco Mundial y exministro de Educación de Perú, analiza el impacto del coronavirus en el sector educativo. Explica, además, cuáles son los principales aprendizajes que hasta el momento deja esta crisis, como el rol clave que tienen los padres de familia y los docentes.
El cierre de colegios y otras entidades educativas, generado por el coronavirus, ha preocupado a millones de personas y ha afectado a millones de estudiantes. Jaime Saavedra,director global de educación del Banco Mundial, reconoce que la educación remota, aunque tiene sus limitaciones, es por ahora la mejor herramienta para afrontar la crisis en el sector. El también exministro de Educación de Perú destaca la importancia que tendrá en el futuro no descuidar el gasto público en este campo.
¿Qué tan serio es el impacto del coronavirus en el sector educación a nivel global?
El primer efecto de la crisis ha sido el cierre de las escuelas. Realmente estamos viviendo una crisis sin precedentes. Es el golpe sistémico más grande a la educación global que hemos visto desde la Segunda Guerra Mundial. Tenemos por lo menos 180 sistemas educativos cerrados, de los cuales 167 están cerrados totalmente. Además, hay unos 1.500 millones de estudiantes en sus casas. Esto nunca se había vivido.
¿Qué sistemas educativos están manejando mejor esta paralización?
Existen muy pocos países preparados completamente para una crisis de este tipo. Hay algunos países escandinavos y del este asiático que tenían la costumbre de trabajar online, profesores con experiencia en el uso de herramientas digitales y estudiantes con conexión a internet. En esos casos la transición a la educación online ha sido un poco más comprensiva y completa. Pero es un número reducido de países. Incluso en países como Estados Unidos no todos los estudiantes tienen acceso a educación remota o a clases virtuales. Entre los países de ingreso medio, el nivel de preparación para un shock de este tipo era bajo.
¿Cuál es el efecto más inmediato del cierre de las escuelas?
Tienes un impacto negativo en lo referente a los aprendizajes de los estudiantes, los cuales van a verse afectados. Ello se trata de contrarrestar a través de distintos mecanismos de aprendizaje remoto. Pero estos deben ser multiplataforma (deben incluir internet, radio, televisión, material escrito, etc.). Es la única manera de llegar a todos. Si solo usas mecanismos online llegas únicamente a los más ricos.
¿El golpe ha sido más duro para la educación básica o para la educación superior?
El impacto ha sido para las dos. Hay un tema importante que mencionar y ese es el impacto sobre la equidad. Los estudiantes que estaban en colegios elite o que tienen más recursos en el hogar pueden enfrentar esta crisis de mejor manera que los chicos que no tienen esos recursos. Un estudiante con cierto nivel socioeconómico tiene una computadora, un espacio donde trabajar, conexión a Internet y tal vez padres que lo apoyen en el proceso educativo. En el otro extremo, tienes un chico que no tiene un espacio donde trabajar, no tiene computadora, no tiene internet. A lo mucho va a poder acceder a recursos a través de la radio y la televisión.
¿Ese impacto sobre la equidad se repite en la educación superior?
Es lo mismo. Las universidades en las que los estudiantes tienen acceso a una computadora y conexión a internet han podido migrar a la educación online, no sin sufrimiento ni de manera fácil. En cambio, en otras universidades no está pasando nada, ya que la entidad educativa no tiene la infraestructura, los profesores no están acostumbrados y no todos los estudiantes tienen acceso a internet. La educación remota no es igual que la presencial, pero es una manera de mantener un nivel de enganche con el proceso educativo bastante razonable. En las universidades en las que no pasa nada, los chicos simplemente están perdiendo su tiempo de manera absoluta.
¿Es viable que la educación remota se lleve a cabo a lo largo de todo 2020?
Nadie está proponiendo que la educación remota, aun cuando implique clases virtuales bien hechas, reemplace a la experiencia educativa. Y esa creo que es una de las lecciones que nos deja la crisis. La gente decía que con la tecnología no se necesitan a los profesores, que un robot puede reemplazar a los profesores. Esa idea de que la tecnología era una varita mágica que podía resolver rápidamente los problemas educativos siempre me pareció inocente y hoy es claro que no es correcta. La lección de esta crisis es que la educación es una actividad intensa en interacción humana. Eso no quita que las herramientas digitales pueden ser extremadamente importantes para mejorar ese proceso educativo. En esta coyuntura, mientras la situación sanitaria no permita regresar paulatinamente a una educación presencial, entonces hay que hacer lo mejor que se pueda mediante la educación a distancia.
En Perú, muchas personas reclaman que los colegios privados reduzcan las pensiones que cobran a los estudiantes. ¿Cómo ve esta propuesta?
Esta es una situación extraordinaria. Es lo más cercano a una guerra. Esta situación requiere comportamientos extraordinarios de la gente también. No es que se esté comprando un almuerzo. Tú no tienes una relación de largo plazo con un restaurante. Pero sí tienes una relación de largo plazo con una escuela. La escuela es una institución en el que el desarrollo de profesional de los profesores importa mucho. Son las personas que educan a nuestros hijos e hijas. Entonces, no se trata de decir “no me importa si le pagan o no a ese profesor, no es mi problema”. Ese no es el caso en la educación. En este caso nos debe interesar cómo la escuela puede resolver el problema. Efectivamente, hay padres de familia que pueden no tener ingresos en este momento, colegios que no generan ingresos o profesores con problemas económicos. Pero esto no se puede solucionar de una manera unilateral. Estamos hablando de la educación de nuestros hijos. Se debe ver la forma de resolver este asunto de tal manera que salgamos todos juntos del problema y teniendo en cuenta el bienestar y beneficio del estudiante. No es una solución sencilla este acuerdo entre padres de familia y colegios.
Entonces, debe haber una solución consensuada.
Consensuada y teniendo en cuenta el desarrollo de la escuela y el bienestar del niño. Asumiendo que es una escuela que le interesa el bienestar de tu hijo. Si te das cuenta que a la escuela no le interesa ese bienestar, deberías sacar a tu hijo de ese centro educativo.
¿Cómo ves la respuesta de los sistemas educativos latinoamericanos ante esta coyuntura?
En general, he visto muchísimo esfuerzo y creatividad. Quizás, con excepción de Uruguay, los sistemas de la región no estaban preparados para un shock de este tipo. Uruguay tiene una tradición de educación a distancia y online muy fuerte, por lo que le ha sido más fácil adaptarse a una educación remota. A ello se suma que es un país más chico y tiene una buena conectividad. A los otros países les ha costado más, sin embargo, veo mucho esfuerzo. Preocuparse por los impactos sobre la equidad y por tener multiplataformas, con distintas modalidades, para poder llegar a la mayor cantidad de estudiantes, es algo que consideramos muy positivo.
¿Hay forma de determinar cuáles son los requisitos básicos de calidad que debe tener la educación remota?
Se debe ser pragmático. El conjunto de aprendizajes que se va a querer lograr durante este periodo, donde la educación va a ser estrictamente remota, no será el mismo que uno puede conseguir con una educación presencial. Hay que ser prácticos y tener benchmarks más bajos en términos de cuáles son los aprendizajes mínimos que uno quiere lograr. Eso también va a tener que ajustarse según cuáles son los mecanismos a través de los cuales se llega a los estudiantes. Una cosa es llegar a través de clases virtuales y otra a través de radio y televisión. Algo vas a poder aprender, pero los estándares no van a ser los mismos.
¿Es necesario suspender el año escolar en algunos países?
No sabemos lo suficiente como para determinar si es que se debe llegar a esos extremos. Además, la decisión es muy distinta en el hemisferio norte en comparación con el hemisferio sur. En el norte, las clases acaban en mayo. La preocupación en ese caso es estar listo para agosto. En cambio, en el sur, las clases recién han empezado y no puedes decidir fácilmente acabarlas en mayo, ya que duran hasta diciembre. Allí probablemente es más complicado tomar la decisión.
¿Esta coyuntura es una oportunidad para dinamizar el gasto público en educación?
Antes del coronavirus, si me preguntabas cómo estaba la situación de la educación, yo te hubiera dicho que estábamos en una crisis. Esto la ejemplificábamos en el Banco Mundial con el indicador de pobreza de aprendizaje, que nos mostraba que solo la mitad de los niños de 10 años podía leer y entender un texto. Ya estábamos en una crisis de aprendizaje. Además, había un gran nivel de desigualdad entre los países y al interior de los países. Esa era nuestra línea de base en enero. En ese mes yo te hubiera dicho que requeríamos un crecimiento acelerado de los aprendizajes, lo cual implica un crecimiento acelerado en la inversión en educación y un aumento en la calidad de esa inversión. Una vez pasado el efecto de la crisis sanitaria y de la crisis económica, esa línea de base estará peor. Si antes necesitábamos un crecimiento acelerado de los aprendizajes para no tener generaciones perdidas, ahora esa necesidad es aún mayor. Se van a necesitar más dólares para invertir en educación. Eso en un contexto en el que los presupuestos públicos se van a ver afectados y en el que muchos niños van a tener que pasar de colegios privados a colegios públicos. Entonces, la presión sobre la escuela pública va a ser mayor. Por ello, tenemos que trabajar mucho en proteger los presupuestos públicos de educación.
¿Qué lecciones adicionales deja esta crisis hasta el momento?
Nos deja varias lecciones que, si hacemos las cosas bien, nos permitirían afrontar el desafío de la pobreza de aprendizaje. Una es que nos muestra la importancia del rol del maestro, ya que, como dije, la educación es una actividad intensiva en interacción humana y, por lo tanto, es fundamental seguir invirtiendo en nuestros profesores. En segundo lugar, es que se está haciendo evidente una brecha digital muy grande, tanto desde el punto de vista de la conectividad y acceso a hardware y software, como de las capacidades de los maestros. Es claro que debemos cerrar esa brecha. En tercer lugar, se está haciendo evidente la relevancia de los padres de familia en el proceso educativo. Claramente, haber tenido la oportunidad de inculcarle valores a tus hijos durante la cuarentena y haber tenido que interactuar con ellos durante sus actividades académicas en el hogar, ayuda a que te des cuenta de que tienes un rol clave en su educación. Muchos padres eran conscientes de ese rol, pero varios no. Finalmente, hay una lección importante para los medios de comunicación. En muchos países, la sintonía de los programas educativos ha sido altísima. Eso demuestra que la radio y televisión son mecanismos muy poderosos que influyen en el proceso educativo de los estudiantes. Eso debe llevar a que los medios piensen en que sus contenidos son parte del proceso de formación académica y de la formación como ciudadanos de los estudiantes.
Fuente: FORBES