Los niños aprenden más y tienen más probabilidades de permanecer en la escuela si primero se les enseña en un idioma que hablan y entienden. Sin embargo, se estima que el 37% de los estudiantes de los países de ingreso bajo y mediano deben aprender en un idioma diferente, lo que los coloca en fuerte desventaja durante su vida escolar y limita su potencial de aprendizaje. Según un nuevo informe del Banco Mundial titulado Alto y Claro: Políticas Efectivas Sobre La Lengua De Instrucción Para El Aprendizaje, es fundamental contar con políticas eficaces referidas al idioma de enseñanza a fin de reducir la pobreza de aprendizajes y mejorar otros resultados en esta área, así como la equidad y la inclusión.
La enseñanza se desarrolla a través del idioma escrito y oral, y el hecho de que los niños aprendan a leer y escribir es condición indispensable para que logren aprender todas las demás materias académicas. En el informe Alto y Claro se expone este tema de forma sencilla: a muchos niños se les enseña en un idioma que no entienden, y esto es una de las principales razones por las que muchos países muestran niveles de aprendizaje muy bajos.
Los niños más afectados por tales políticas y decisiones a menudo se encuentran en desventaja también en otros aspectos: se ubican en el 40% más bajo de la escala socioeconómica y viven en áreas más remotas. Asimismo, carecen de los recursos familiares para abordar los efectos de las políticas lingüísticas ineficaces en su aprendizaje. Esto contribuye a que aumenten las tasas de deserción escolar, las de repetición y la pobreza de aprendizajes, y a que disminuya el nivel de aprendizaje en general.
“Los impactos devastadores de la COVID‑19 en el aprendizaje están poniendo en riesgo a toda una generación”, sostiene Mamta Murthi, vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial. “Incluso desde antes de la pandemia, en muchos sistemas educativos se pone a los estudiantes en desventaja al exigirles que aprendan en una lengua que no conocen bien o, en demasiados casos, que no conocen en absoluto. Enseñar a los niños en un idioma que entiendan es esencial para recuperar y acelerar el aprendizaje, mejorar los resultados en el área del capital humano y reconstruir sistemas educativos más eficaces y equitativos”.
En este nuevo informe se afirma que cuando a los niños se les enseña primero en un idioma que hablan y entienden, aprenden más, están en mejores condiciones para incorporar otros idiomas, son capaces de aprender otras materias como matemáticas y ciencias, tienen más probabilidades de permanecer en la escuela y disfrutan de una experiencia escolar adecuada a su cultura y a las circunstancias locales. Asimismo, de esta manera se establecen bases más firmes para el aprendizaje en una segunda lengua en una etapa posterior de la escolaridad. Dado que las políticas eficaces sobre el idioma de enseñanza mejoran el aprendizaje y el avance escolar, reducen los costos que afronta el país por cada estudiante y, por lo tanto, permiten usar de manera más eficiente los fondos públicos para ampliar el acceso de todos los niños a la educación y mejorar su calidad.
“La diversidad lingüística de África al sur del Sahara es una de sus principales características: si bien la región tiene 5 idiomas oficiales, se hablan 940 lenguas minoritarias en África occidental y central y más de 1500 en África al sur del Sahara, lo que hace aún más arduos los desafíos de la educación”, afirma Ousmane Diagana, vicepresidente regional del Banco Mundial para África Occidental y Central. “Si los países adoptan políticas más adecuadas sobre el idioma de enseñanza, permitirán que los niños tengan un comienzo mucho más auspicioso en la escuela y emprenderán el camino adecuado para desarrollar el capital humano necesario para sostener la productividad y el crecimiento de sus economías a largo plazo”.
En el informe se explica que, si bien antes de la pandemia de COVID-19 el mundo había logrado enormes avances en la incorporación de los niños a la escuela, la matriculación casi universal en la educación primaria no condujo a un aprendizaje casi universal. De hecho, antes de que se desatara la pandemia, el 53 % de los niños de los países de ingreso bajo y mediano padecían pobreza de aprendizajes, es decir, a los 10 años no podían leer y entender un texto apropiado para su edad. En África al sur del Sahara, la proporción se acercaba al 90 %. Hoy en día, la doble crisis sin precedentes provocada por los cierres prolongados de escuelas y la profunda recesión económica asociada con la pandemia amenaza con agravar aún más la situación: las estimaciones iniciales sugieren que la pobreza de aprendizajes podría aumentar a una proporción récord del 63%. Estos malos resultados en el aprendizaje son, en muchos casos, reflejo de políticas inadecuadas referidas al idioma de enseñanza.
“El mensaje es muy claro. Los niños aprenden mejor cuando se les enseña en un idioma que entienden, y esto constituye una base sólida para aprender luego en una segunda lengua “, destacó Jaime Saavedra, director del Departamento de Prácticas Mundiales de Educación del Banco Mundial. “Esta crisis del aprendizaje profunda e injusta exige que actuemos. Las inversiones en los sistemas educativos del mundo no producirán mejoras significativas en el aprendizaje si los estudiantes no entienden la lengua en la que se les enseña. Se pueden lograr mejoras significativas en la pobreza de aprendizajes si se enseña a los niños en el idioma que hablan en su casa”.
El nuevo enfoque del Banco Mundial sobre el idioma de enseñanza se guía por cinco principios:
- Enseñar a los niños en su primer idioma, desde que asisten a los servicios de cuidado y educación en la primera infancia y durante al menos los primeros seis años de la escuela primaria.
- Utilizar el primer idioma de los alumnos para enseñar otras materias académicas, más allá de la lectura y la escritura.
- Si los alumnos deben aprender una segunda lengua en la escuela primaria, se lo debe introducir como un idioma extranjero, haciendo énfasis inicialmente en las habilidades del lenguaje oral.
- Continuar con la enseñanza de la primera lengua incluso después de que la segunda se convierta en el idioma principal de enseñanza.
- Planificar, desarrollar, adaptar y mejorar continuamente la implementación de las políticas referidas al idioma de enseñanza, en consonancia con el contexto del país y los objetivos educativos.
Desde luego, estas políticas deben estar adecuadamente integradas en un paquete normativo más amplio para garantizar la alineación con el compromiso político y la coherencia de la enseñanza en el sistema.
Este enfoque orientará el apoyo que proporcionará el Banco Mundial con financiamiento y servicios de asesoría para que los países brinden educación en la primera infancia y educación básica de alta calidad a todos los estudiantes. El Banco Mundial es la mayor fuente de financiamiento externo destinado a la educación en los países en desarrollo: en el ejercicio de 2021, rompió otro récord y comprometió USD 5500 millones de los recursos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF) para nuevas operaciones, y comprometió además USD 800 millones en nuevas donaciones con financiamiento de la Alianza Mundial para la Educación (GPE), que se destinarán a un total de 60 nuevos proyectos educativos en 45 países.
Fuente: bancomundial.org