Cuando un lector experimentado se enfrenta a un texto, puede tener la sensación de que la lectura es una tarea sencilla; los símbolos de tinta nos llevan hasta un significado apenas sin esfuerzo. Pero para que eso suceda, múltiples procesos “invisibles” se deben poner en marcha. Estos procesos no son conscientes para el lector experto y, a menudo, se adquieren de manera intuitiva pues no siempre se enseñan en el aula.
Por ejemplo: todos sabemos hacer un resumen de un texto que acabamos de leer o explicar a otra persona cuál es el mensaje principal de determinado artículo del periódico. Pero ¿en qué momento aprendimos a hacerlo, y cómo?
Identificar la idea principal de un texto, o deducir información que no aparece explícitamente (es decir, hacer una “inferencia”), son algunos de esos procesos que realizamos sin darnos cuenta. Cuando se enseña comprensión lectora en el aula, solemos centrarnos en el resultado final de la comprensión. Por ejemplo, responder a unas preguntas sobre un texto leído permite evaluar si un niño o niña ha comprendido, pero no contribuye directamente a enseñarles a comprender mejor.
La enseñanza explícita
Una forma de hacer visibles esos procesos es mediante la enseñanza explícita (o directa) para enseñar comprensión lectora. Es una forma de enseñar centrada en segmentar, modelar y supervisar los pasos que hay que realizar para llegar a completar una tarea.
En la enseñanza explícita, se debe mostrar a los estudiantes lo que se espera de ellos, lo que van a aprender o lo que deben hacer. Además, se le ofrecen instrucciones breves, precisas, concretas y muy estructuradas. Damos ejemplos y guiamos durante el proceso hasta llegar a realizar tareas más desafiantes de forma independiente. Los estudiantes reciben retroalimentación continua y clara y una amplia gama de ejemplos y actividades.
Las fases de la enseñanza explícita
Veamos, con un ejemplo, las fases de la enseñanza explícita en una tarea relacionada con la comprensión lectora y que se suele pedir a nuestro alumnado con frecuencia: hacer un resumen.
- Descomponer la tarea en unidades más pequeñas y asequibles. El docente reflexiona sobre la complejidad de la tarea a enseñar y de su posible subdivisión en pasos. En el ejemplo que nos ocupa, la realización de un resumen implica, en parte, haber ido discriminando ideas principales o secundarias a lo largo de los párrafos de un texto.
- Anunciar a los estudiantes el objetivo de la enseñanza y lo que se espera de ellos de forma clara y concreta. Les diríamos: “En los textos no toda la información es igual de importante; hay una que es fundamental y otra que aporta detalles más prescindibles. Hoy aprenderemos a diferenciar esta información; primero lo haré yo, después trabajaremos por grupos y, al final, lo haréis cada uno de vosotros”.
- Modelado con pensamiento en voz alta. Esta parte es clave para el objetivo de “hacer visibles” los procesos. Consiste en que el docente realice la tarea frente a los estudiantes, explicando cada uno de los procesos, de manera clara y breve e incluyendo ejemplos de errores y cómo solucionarlos. Para enseñar la diferencia entre idea principal y secundaria, el docente lee un párrafo del texto y verbaliza sus estrategias para darse cuenta de qué es importante: introduce cuestiones de quién, qué o para qué; analiza en voz alta palabras que se repiten por ser claves; señala, discrimina y razona porqué algunas ideas son secundarias y llega a producir en sus propias palabras la idea general de ese párrafo. Además, puede incluir posibles desafíos como qué hacer cuando hay una palabra desconocida.
- El alumnado comienza a hacer la tarea con ayuda. A medida que va consiguiendo los objetivos, se le va retirando dicha ayuda. Les pedimos que lean un párrafo para identificar las ideas principales y secundarias, tal como ha observado que hacía el docente. Como apoyo, se podría ofrecer un listado de preguntas tipo “Q” para guiar si la información de ese párrafo nos sirve para responderlas o no.A partir de este momento es fundamental ofrecer retroalimentación de calidad, es decir, que sea lo más inmediata posible y dirigida específicamente a nuestro objetivo de enseñanza. Mediante la supervisión continua de las respuestas de los estudiantes, podemos comentar si lo están haciendo correctamente e incluir elogios específicos que describan lo que los estudiantes están haciendo bien y correcciones para señalar lo que necesita mejora. Por ejemplo: “Esa idea que has comentado como principal me ha gustado, pero ¿te has dado cuenta de que no responde a ninguna pregunta de nuestro listado? Entonces podríamos decir que es un detalle. Imagina que no estuviera escrita, ¿piensas que podríamos entender igual lo que nos quiere decir el autor?”
- Crear múltiples y variadas oportunidades de práctica con objetivos concretos de mejorar los procesos de comprensión para llegar a la práctica independiente. Se irá incrementando gradualmente la dificultad de las tareas y se facilitará la transferencia a nuevas situaciones. De este modo, la tarea de discriminación en párrafos y con apoyos dará paso, poco a poco, a realizar el resumen general de ese texto (nuestro objetivo inicial). Además, más adelante se aplicará en otro tipo de textos más complejos o de distinta tipología para asegurarnos la generalización.
Otras tareas de comprensión lectora
Estas fases pueden ser aplicadas a cualquier otro contenido relacionado con la comprensión lectora. Por ejemplo, se pueden usar para aprender a hacer inferencias al leer un texto: el docente enseña qué es y cómo se reconoce una inferencia, ofrece información de los diferentes tipos, proporciona ejemplos de cómo aplicar cada una y luego integra varios tipos de inferencias en otros tipos de texto.
A diferencia de pedir directamente un resumen, este enfoque hace visibles los procesos invisibles, beneficiando especialmente a los estudiantes con dificultades. La instrucción explícita facilita el aprendizaje al descomponer tareas complejas, como la comprensión lectora, en pasos accesibles. Integrada en la práctica docente diaria, facilitará la adquisición de esos procesos invisibles clave que nos permiten comprender mejor.
Fuente: Gracia Jiménez Fernández y Nuria Calet Ruiz / theconversation.com