Reflexiones de un grupo de expertos reunidos en conferencia mundial de educación de la Unesco.
En la conferencia mundial de educación superior de 1996 de la Unesco, el entonces director de esa institución (1987-1999), Federico Mayor Zaragoza, aseguró: “La dimensión ética de la labor universitaria cobra especial relieve ahora, en esta época de rápidas transformaciones que afectan a casi todos los órdenes de la vida individual y colectiva (…) la universidad ha de erigirse en baluarte de los valores esenciales del espíritu y en gran animadora de un movimiento ético, que procure a la inteligencia el sentido de la solidaridad y el compromiso”.
Estas palabras de finales de siglo XX cobran vida hoy con la mega crisis económica, política, social y cultural surgida con el coronavirus y los acelerados cambios tecnológicos que estamos viviendo. Como lo subraya Mayor, es el sector educativo el que habrá de procurar los valores humanistas tan necesarios en nuestro tiempo.
La actual coyuntura nos impone pensar el futuro de la educación: es necesario revisar los múltiples retos del profesor en un mundo interconectado, en el que los estudiantes tienen acceso infinito a la información.
De un lado, los desafíos mismos de la educación en línea; del otro, la inclusión de nuevos temas en la agenda educativa como el cambio climático, la necesaria construcción de una ciudadanía más reflexiva y tolerante, y la instrucción de jóvenes con nuevas herramientas de aprendizaje que les permitan encarar el futuro con serenidad y, sobre todo, con seguridad.
En este marco, Audrey Azoulay, directora de la Unesco, lanzó una convocatoria mundial para responder a las principales tareas y ofrecer una guía en el sector educativo.
Apoyada por un grupo de expertos, abrió también la puerta del diálogo a la ciudadanía, los profesores, las familias, los investigadores y los estudiantes para que expongan su visión sobre las singulares dificultades que presenta el futuro.
Ejercicios precedentes
Será en noviembre del 2021 cuando la Unesco, como think tank mundial, publique las conclusiones de este gran estudio.Convencidos de la pertinencia de este diálogo, abrimos el debate en el Instituto de Sciences Po, en su campus de Poitiers, con el objetivo de conocer de primera mano las recomendaciones de filósofos, educadores, dirigentes mundiales y líderes políticos, junto a un grupo de estudiantes de múltiples nacionalidades provenientes de Europa y América Latina.
El proyecto de los futuros de la educación se une a tres ejercicios anteriores realizados por la Unesco, desde la década del setenta: la Comisión Faure en 1972; ‘La educación es un tesoro’, realizada en 1996 por Jacques Delors y, finalmente, ‘La educación es un bien común’, en 2015, durante el mandato de Irina Bokova.
A lo largo de estos últimos 50 años los estudios dan cuenta de grandes avances desde la primera infancia hasta la educación superior. Sin embargo, subsisten dificultades en la calidad y en el acceso homogéneo a nivel mundial.
La pandemia ha visibilizado las injusticias sociales. Hoy, más de 1.500 millones de estudiantes han quedado sin educación por el cierre de los centros educativos. La brecha digital es otro gran combate para tener en cuenta. En el caso de África, tan solo el 11 % de los alumnos tiene un computador en la casa y solo el 18 % tiene internet en el hogar.
Por tanto, es necesario concebir un nuevo modelo educativo que incluya varios ejes: 1. Ampliar la definición del derecho de la educación a todas las edades. 2. Incluir la participación de estudiantes y jóvenes en los cambios que deberán hacerse y lograr el acceso libre a plataformas y tecnologías que no estén controladas por el sector privado; 3. Garantizar así la educación como un bien común, proteger la financiación nacional e internacional de la educación pública y mantener los espacios que ofrecen los centros educativos. Las escuelas, los colegios y los centros de formación, como espacio de socialización, son fundamentales en el proceso educativo.
Filósofos en primera línea
¿Qué recomiendan los filósofos? Dejar de lado la educación que busca únicamente el provecho económico. Es necesario tener en cuenta la prosperidad humana y el acceso a una vida digna.
La fuerte polarización política a nivel mundial, la fragmentación social y el regreso de los fanatismos dejan una lección: la importancia de formar ciudadanos con un pensamiento crítico, que puedan adaptarse a las circunstancias, que sean tolerantes, comprometidos, empáticos y puedan enfrentar la complejidad de los acontecimientos.
Para la reconocida filosofa norteamericana Marta Nussbaum, son las humanidades las que permitirán estas cualificaciones. Critica los recortes de programas en artes y humanidades que buscan priorizar las áreas “competitivas”. Destaca la formación que promueve el debate socrático, para impulsar seres autónomos e independientes.
Los debates de la actualidad sobre los inmigrantes, las minorías religiosas, raciales o étnicas o la consolidación de la paz, en el caso de Colombia, necesitan jóvenes con capacidad de razonar y reflexionar sin estar atados a los valores tradicionales o de autoridad.
Es necesario educar jóvenes libres que piensen no solo en sus beneficios o su futuro, sino que sepan preocuparse por el otro, que apunten a la imaginación para resolver los desafíos de una sociedad de profundos cambios, que tengan la capacidad de pensar en su país y de su rol en un orden mundial complejo.
«En esta época de rápidos cambios que afectan a casi todos los órdenes de la vida individual y colectiva (…), la universidad ha de erigirse en baluarte de los valores esenciales del espíritu»
La participación de Federico Mayor Zaragoza en el curso suscitó importantes reflexiones. Calificado por el premio nobel de literatura colombiano Gabriel García Márquez como “un optimista insaciable”, tuvo que hacer frente en plena Guerra Fría a la salida de Estados Unidos e Inglaterra de la Unesco.
Sobre este evento, aseguró que la institución no fue más débil sino más fuerte, porque no dependían ya del dinero sino del talante. A su juicio, Estados Unidos prefirió, en su momento, que prevaleciera el tema de la seguridad sobre el de la paz.
Convencido de la necesidad de luchar contra el dicho latino, si vis pacem, para bellum, si quieres la paz, prepara la guerra, consolidó múltiples programas en el sector educativo y cultural de la organización.
A lo largo de su amplia trayectoria ha logrado concretar sus premisas. No solo a través de los programas que implementó como director de la Unesco, sino cuando fue designado por Mijaíl Gorbachov para dirigir un consejo de asesores que debían pensar las reformas democráticas de la antigua Unión Soviética. Para Mayor “fue un gran honor colaborar en el consejo de estudio de la perestroika y ser testigo de una de las grandes actuaciones políticas de la historia al transformar un modelo político sin una gota de sangre”.
Gran defensor del multilateralismo y de un desarrollo global y durable, hace hincapié en diferenciar dos conceptos cuando se habla de educación: la capacitación, aquella que permite enseñar lenguas y materias como las matemáticas, la historia y la biología, entre otras, y la educación.
Esta va más allá de las aptitudes, y es la que permite crear seres responsables, que no sean sumisos, que puedan defender sus ideas a través del discernimiento. En otras palabras, que cada cual pueda dirigir su propia vida.
Para Mayor, cada ser humano es capaz de imaginar, anticiparse, innovar, inventar su futuro, reconocer al otro y comprometerse con el otro.
Sus lemas son concientizar a los jóvenes en la construcción de un liderazgo global, escuchar a las comunidades locales, potenciar el papel de la mujer y empoderar al ciudadano. Recuerda también a Mandela, quien después de tantos años privado de la libertad, salió con los brazos abiertos y, a pesar del sufrimiento. antepuso el perdón y la reconciliación en su país.
Líderes políticos
Son los líderes políticos los que deben traducir la teoría y aplicarla a la realidad. Y fue así como concluimos las reflexiones con la participación de un “profesor-político” colombiano. Sergio Fajardo, matemático, con una amplia trayectoria como docente y, hoy en día, situado en la arena política con la bandera educativa.
En un país donde la cultura de la guerra ha sido un desafortunado destino, Fajardo apunta a que la educación sea el motor del desarrollo. Retomando los valores de Nussbaum, insiste en la necesidad de apuntalar la tolerancia. Y como en el discurso del recién elegido presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, su lucha es porque el contrario no sea catalogado de enemigo.
Otro tema que resurge de su programa es lograr que el profesor suscite admiración y respeto. Dentro de los estudios sobre los desafíos del nuevo siglo, el papel del docente es fundamental. No solo en su transformación con las nuevas tecnologías o técnicas didácticas, sino en la relación interpersonal con los alumnos.
Como lo destacó Fajardo, su principal objetivo es que los maestros susciten admiración y se genere una relación de confianza.
Solo a través de estos elementos, a su juicio, se podrá obtener lo mejor de los estudiantes, de las comunidades y encontrar los talentos escondidos que tienen un potencial humano. En el proyecto fajardista no será posible llegar a cumplir las metas educativas sin la participación de las comunidades y la construcción de una escuela de la confianza. La educación como un bien público es a los ojos del líder “el verdadero pacto que debe construir el país”.
Los diferentes actores muestran que la educación no puede abstenerse de la transmisión de un espíritu crítico, aquel que cuestiona el mundo pero que no olvida interrogarse a sí mismo. Tampoco es posible dejar de lado los valores como la solidaridad, la convivialidad y el compromiso.
Sin duda, las claves del tema educativo se encuentran en los referentes míticos del pensador francés Edgar Morin: Jean Jacques Rousseau y Platón. El primero asegura que una educación exitosa es la que permita “enseñar a vivir” y el segundo considera que, para educar con éxito, es necesario el amor por la educación y por los estudiantes.
Fuente: María Fernanda González E.
Profesora del Instituto de Sciences Po, París.
Publicado: eltiempo.com