Marina Guillen Bernal
Consultora REDEM – México
Es una verdad que la sociedad deposita en los maestros la responsabilidad de brindar los aprendizajes y promover el logro de los rasgos requeridos del perfil de egreso en los alumnos al término del nivel educativo que se encuentren. Es así que los maestros se convierten en elemento fundamental del proceso educativo.
Y en consecuencia esto exige que los maestros asuman el compromiso de fortalecer su actividad profesional, pero no basta con aplicar toda la experiencia adquirida durante los años ejercidos sino de mantenerse actualizados sobre las aportaciones de la investigación acerca de los procesos de desarrollo de los niños y jóvenes.
Habrá que considerar que existen varias etapas por las que pasa un maestro:
Primero enseña lo que sabe, después lo que no sabe, desaprende para luego aprender. Esto se convierte en un desafío en la actividad profesional para renovar sus prácticas pedagógicas que mejoren el trabajo didáctico.
El modelo del profesor que se requiere en la actualidad es que sea técnico-crítico, con enfoques humanísticos; con una mayor sensibilidad ante los alumnos, sus problemas y la realidad en que se desenvuelven generando un clima de confianza. Porque esto favorece los aprendizajes significativos en los chicos, al considerar además sus saberes previos, sus experiencias de vida y de aprendizaje, aplicando siempre sus habilidades.
¿Por qué más resistencias al cambio y no adoptar técnicas que correspondan más a la naturaleza humana?, ¿Por qué ser un obstáculo en el proceso de realización personal, y mejor actuar como facilitadores? Si bien existe una codependencia entre el maestro y el alumno; sin uno no existe el otro. Habrá entonces que entender, tanto profesores como alumnos ambos son responsables del proceso de enseñanza como del de aprendizaje.
Definitivamente existen costumbres de la vida escolar que deben renovarse para que se estimule al alumno a realizar su mejor y máximo esfuerzo. En fin, es cuestión de hacer de la actividad educativa una acción natural que satisfaga las necesidades humanas y que se brinde al educando un alto grado de significado personal. ¿Por qué no abrir espacios para generar en los alumnos hábitos de trabajo, de lucha y de conquista?
Así el profesor tiene la oportunidad de ser facilitador en varias direcciones como: planificador de eventos comunicativos, centrados en el alumno, moderador democrático para logar la confianza, motivador eficaz donde sus actuaciones y mensajes ayuden al desempeño, reflexivo y crítico, apuntador de andamiajes cognitivos para brindar seguridad en las participaciones de sus estudiantes.