El país en el que más abundan los casos de abandono escolar y absentismo está cambiando sus políticas educativas para frenar este desencanto por parte de los escolares
«No quiero ir al cole». Seguramente, si en tu casa hay niños o adolescentes, esta sea una de las frases más repetidas los lunes por la mañana. En el país del sol naciente también, pero esta frase tiene un cariz muy distinto. Tanto es así que esta situación tiene un reconocimiento por parte de las instituciones sociales y educativas japonesas. El «futoko» (que significa «niño» en japonés) es la palabra destinada a definir esta problemática, acuñada por el Ministerio de Educación para referirse a aquellos que no van a la escuela durante más de 30 días por razones ajenas a la salud o a la economía familiar.
El término ha sido traducido de muchas formas: «ausentismo», «absentismo escolar» o, incluso, «fobia escolar». Esta negativa por parte de sus alumnos a acudir a sus obligaciones lectivas no es baladí. En un país tan competitivo y con una moral del trabajo tan férrea como Japón, ir a la escuela puede deparar graves problemas para los adolescentes y sus familias.
En las «escuelas libres» la noción de grupo importa menos y se tiende a valorar más los pensamientos de cada estudiante
El más conocido es el de «los hikikomori», por el que muchos jóvenes deciden enfrentar un retiro indefinido, negándose a traspasar la puerta de su habitación durante meses, e incluso años. Pero esto no es nada, ya que otra de las mayores preocupaciones del gobierno japonés es el abultado número de suicidios entre los escolares. El año pasado, sin ir más lejos, cosechó el índice más alto en tres décadas, con 332 casos.
El 17 de octubre, el gobierno anunció que el absentismo entre los estudiantes de Primaria y Secundaria había alcanzado cifras de récord con 160.528 niños ausentes durante 30 días o más en todo 2018. Un fenómeno que creció respecto al año pasado, en el que se contabilizaron 144.031 casos. ¿Cuáles son las razones de este problema? El acoso por parte de los compañeros es una de ellas, pero también el estricto control ejercido por algunos profesores. Muchos colegios controlan al milímetro la apariencia de sus alumnos, forzándolos a no teñirse el pelo o no permitiendo que usen medias o abrigos, según asegura un reportaje de la ‘BBC‘.
Estas normas tan estrictas comenzaron a introducirse en los años 70 y 80 para intentar reducir el abultado número de casos de acoso escolar. De ahí que recientemente estén muy de moda modelos alternativos de enseñanza, llamados comúnmente «escuelas libres». En ellas, no existen códigos de vestimenta tan estrictos y pueden elegir actividades extraescolares que les gusten. En definitiva, como asegura el diario británico, se les alienta a seguir sus habilidades e intereses individuales.
El ambiente es muy informal y los estudiantes se reúnen en espacios comunes para conversar y jugar juntos. Ryo Uchida, un experto en educación de la Universidad de Nagoya, la cuarta ciudad más grande del país nipón, cree que lo más importante para sobrevivir en Japón es el compañerismo. Sobre todo teniendo en cuenta la superpoblación que asola a la nación del sol naciente, no solo en el transporte público y en la vida diaria, también en las escuelas.
Las «escuelas libres»
En muchos casos, las clases cuentan con más de 40 estudiantes, lo que hace bastante difícil que se atienda de forma individual las necesidades de cada alumno. «En aulas con cerca de 40 personas que deben convivir un año entero pueden suceder muchas cosas y la incomodidad es un factor a tener en cuenta», señala Uchida. «En cambio, en las escuelas libres, la noción de grupo importa menos y se tiende a valorar más los pensamientos y sentimientos de cada estudiante».
Otra de las iniciativas para acabar con esta profunda desafección (o en muchos casos fobia) de los más jóvenes por la escuela es la de Shiko Ishii, presidente de la asociación sin ánimo de lucro Zenkoku Futoko Shimbun Sha. Él edita el periódico infantil ‘Futoko Shimbun’, un rotativo de dibujos animados dirigido a estos niños que no quieren acudir al colegio. Con 20 años de historia a sus espaldas, este medio de comunicación infantil pretende despertar la empatía entre los alumnos, a la vez que concienciar a los mayores sobre las altas tasas de suicidio relacionadas con el absentismo escolar.
Los redactores de este periódico son niños y jóvenes que no superan la treintena y que han vivido en sus propias carnes este problema. También plantean sus inquietudes a celebridades del mundo infantil japonés. «No he asistido a la escuela desde hace tiempo y me preocupa cómo voy a poder vivir de ahora en adelante», asegura uno de ellos, en un texto del rotativo extraído por el medio de comunicación ‘Mainichi‘. «Está bien escapar si es doloroso, pero el problema es que no hay lugar al que ir».
Fuente: Elconfidencial.com