La acumulación de habilidades es esencial para superar las desigualdades estructurales, mejo – rar la movilidad social e impulsar el crecimiento de la productividad. Sin embargo, los sistemas educativos de América Latina y el Caribe enfrentan grandes retos. Por un lado, existen altas tasas de abandono y bajos niveles de finalización de la educación secundaria: en promedio, el 35% de los jóvenes de entre 21 y 23 años no ha finalizado la secundaria. Por otro, los jóvenes de la región cuentan con bajos niveles de aprendizaje en habilidades fundacionales: en lectura y ciencia más de la mitad de los estudiantes de 15 años de la región no alcanzan el nivel mínimo de competencias, mientras que para matemáticas el porcentaje asciende al 75% (PISA 2022). En tercer lugar, hay poca relevancia o conexión con lo que demanda el mercado de trabajo, ya que la mayoría de los estudiantes no desarrollan las habilidades cognitivas y socioemocionales básicas para tener éxito en la vida, incluso cuando egresan de secundaria. Por último, la región enfrenta una alta desigualdad, tanto en términos de acceso, calidad de los aprendizajes y finalización, que perjudica especialmente a alumnos de nivel socioeconómico bajo, de zonas rurales, así como a las minorías raciales y étnicas. El cierre de las escuelas y las instituciones educativas como consecuencia del COVID-19 agudizó las deficiencias estructurales y amplió las brechas. Esa interrupción en la acumulación de habilidades no solo se traducirá en pérdidas de oportunidades, crecimiento e ingresos futuros para los niños, niñas y jóvenes, sino que tendrá consecuencias para el crecimiento sostenible de los países de la región.
En este escenario, es necesario orientar la política educativa a aquellas acciones en las que existe evidencia de su efectividad. Para esto, es clave tener más y mejores datos que ayuden a los países a visualizar los problemas, identificar posibles soluciones y elegir como invertir los recursos hacia aquellas que cuenten con mayor evidencia y potencial de generar impactos significativos en los desafíos educativos identificados. El Estado de la Educación en América Latina y el Caribe busca contribuir a este objetivo a través de un análisis comparado a escala global sobre las tres principales dimensiones que dan cuenta del nivel de desarrollo de los sistemas educativos: i) recursos financieros; ii) cobertura y eficiencia; y iii) aprendizajes. Los resultados del análisis muestran que la inversión promedio por estudiante en primaria y secundaria (USD, PPP) es tres veces menor en América Latina y el Caribe que en la OCDE. En cuanto a cobertura y eficiencia, el resultado del análisis nos muestra que, en promedio, la población de la región tiene dos años menos de escolaridad que la de los países de la OCDE. La escolaridad es de 9,07 años, es decir, correspondiente al primer ciclo de secundaria. Finalmente, los desafíos más fuertes aparecen a nivel de los aprendizajes: más de la mitad de los jóvenes de 15 años de América Latina no alcanza el nivel mínimo de competencias en lectura y ciencia, el doble que lo reportado para los países de OECD. En matemáticas, 3 de cada 4 estudiantes de la región no alcanza el nivel mínimo de competencias, mientras en para el promedio de la OCDE este valor se reduce a 3 de cada 10. Este informe cuenta, además, con una selección de indicadores provenientes del portal de esta – dísticas educativas CIMA (Centro de Información para la Mejora de los Aprendizajes) del Banco Interamericano de Desarrollo, que permiten analizar a nivel país –y con desagregaciones según quintil de ingresos y sexo– las dimensiones de cobertura, eficiencia, aprendizajes, recursos financieros, recursos físicos y docentes. El análisis de indicadores a nivel país da cuenta de la existencia de patrones comunes, pero también de la gran heterogeneidad de la región. En términos de cobertura, existen importantes brechas a nivel secundaria según el quintil de ingreso: la tasa neta de cobertura en secundaria presenta una brecha de 20,3 puntos porcentuales a favor del quintil con mayores ingresos. En cuanto a los aprendizajes, para el sexto grado de educación primaria, el 82% no alcanza el mínimo desempeño en matemática, el 79% no llega al mínimo en ciencia y el 69% no lo logra en lectura (ERCE, 2019). Más aún, la comparación de datos entre 2013 y 2019 indica que los aprendizajes en la región se han estancado y, en algunos casos, reducido. Los retos existentes evidencian la necesidad de que los países de la región aumenten y sean más eficientes en la inversión en educación. Existe aproximadamente un 17% de sobregasto en las adquisiciones educativas, un 14% en el gasto salarial y un 0,27% del PIB de los países de Amé – rica Latina y el Caribe que se pierde por implementaciones erróneas o filtraciones de recursos (Izquierdo et al., 2018).
A pesar de que el gasto público en la región aumentó en promedio siete puntos porcentuales en los últimos 20 años, esto no se vio reflejado en un incremento de capital físico y humano o de beneficios sociales importantes. Así, estas estimaciones subrayan la necesidad de priorizar el gasto en los elementos y acciones que han demostrado mejorar la calidad educativa, como contar con docentes bien formados, disponer de recursos educativos y reducir las barreras de acceso a la educación. El documento se divide en cuatro secciones. Esta primera sección contiene la introducción. La segunda presenta un análisis del desarrollo educativo en América Latina y el Caribe a través de una comparación a escala global. La tercera sección pone el foco en el panorama de la educación en América Latina y el Caribe, y presenta indicadores a nivel de país en las dimensiones de cobertura, eficiencia interna, aprendizajes, recursos financieros, recursos físicos y docentes. Por último, la cuarta sección sintetiza los principales hallazgos y conclusiones del informe.
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