Elías Azulay, investigador principal de Jacobson, Steinberg & Goldman/ [email protected] Si ponemos el foco en el aprendizaje desde un punto de vista neurológico, tenemos que decir que se trata de la creación de múltiples sinapsis. Una sinapsis es una comunicación entre 2 neuronas y la tenacidad es la unidad de medida de dicha conexión. Por ello, cuanta mayor tenacidad, más sujeto se encuentra lo aprendido y más limitados estamos ante nuevos aprendizajes. Así mismo, sabemos que el aprendizaje se genera por repetición o por impacto. El primer caso se refiere a la automatización de una respuesta ante un estímulo mientras que el segundo hace alusión al efecto emocional personalizado de ese mismo u otro estímulo. Pero seamos más claros: Los “famosos” perros de Pavlov (premio Nobel en 1904) aprendieron por repetición y yo aprendí, a muy temprana edad, que no debo meter los dedos en un enchufe. Así mejor… ¿verdad?
También hay personas que aprenden “de memoria” un texto y en cuanto se olvidan de una palabra son incapaces de continuar su discurso. Otras personas memorizan los puntos más importantes de su intervención dejando a la inspiración del momento el uso de unas palabras u otras.
Al igual que las neuronas transfieren información, las personas también lo hacemos. Por ello, formar un equipo de trabajo basados en la diversidad ofrece oportunidades para generar más y mejores conexiones. Cuando nos referimos a la diversidad, también estamos hablando de los diferentes roles que asumen los miembros de dicho equipo en relación con “su forma de ser”. Si dicha diversidad no existe o no es correctamente gestionada, el aprendizaje grupal será ineficiente. Por ello, tanto corporaciones como universidades punteras están aplicando este tipo de aprendizaje.
APRENDIZAJE BASADO EN PROYECTOS DE EQUIPO
Este tipo de aprendizaje basado en proyectos, además de plantear un escenario multicultural, provoca e incentiva el trabajo en equipo. Dicha metodología es todavía más exitosa cuando se utiliza bajo premisas de gestión ágil de proyectos, como es el caso del método Scrum. Sirva como ejemplo el análisis de la progresión de los alumnos del innovador Grado de Tecnologías Interactivas de la Universidad Politécnica de Valencia (Campus Gandía) en relación a su evolución en las competencias transversales a lo largo de los 4 años de carrera, el cual fue presentado recientemente en el Congreso TAEE de la Asociación Tecnología, Aprendizaje y Enseñanza de la Electrónica por los profesores e investigadores Asunción Pérez Pascual, José Marín-Roig, José Francisco Toledo y Elías Azulay.
Los estudiantes de la primera promoción de dicho grado tecnológico (GTI) cumplimentaron el test de Azulay-Bernstein cuando comenzaron sus estudios y volvieron a rellenarlo al llegar al cuarto curso. Este test, denominado test del ADN-emocional (ADNe®), parte del análisis de la teoría transaccional propuesta por el psiquiatra Eric Berne y su correlación con los sistemas neuromoduladores enunciada por el también psiquiatra Eric Kandel, premio Nobel de Medicina en el año 2000 gracias al estudio de los neurotransmisores que rigen el comportamiento y el aprendizaje.
Los resultados indicaron que se había reducido la sumisión y la pasividad en la atención para incrementar la escucha selectiva que favorece el aprendizaje. Los sujetos sometidos a estudio alcanzaron unos significativos incrementos en sus recursos, obteniendo una media del 7,20% en lo relativo a la creatividad y en la Innovación, o bien un 5,86% en su disposición a trabajar en equipo. En términos individuales, se dieron casos con incrementos superiores al 15%.
SIN MEDICIÓN NO HAY PROGRESO
El objetivo de dicha medición es aprovechar al máximo las ventajas que ofrece la diversidad cultural y la combinación de diferentes comportamientos dominantes de las personas. Así mismo, en relación con las características sinápticas de cada individuo, se forman grupos de trabajo sobre los que se busca una consistencia mínima del 80%. Algunos grupos alcanzan cotas de cohesión cercanas al 90%. Esta técnica trata de explicar los procesos mentales y la interacción humana mediante el estudio sobre la manera en la que las personas se comunican entre ellas, profundizando en sus capacidades para modular la respuesta en su comportamiento y aprendizaje. Estos procesos se parametrizan y se les da un valor numérico centesimal con significancia científica.
Estos mismos parámetros fueron contrastados con los resultados obtenidos en ejecutivos y ejecutivas de entre 30 y 55 años de edad, observándose que los estudiantes del grado GTI de la Universidad Politécnica de Valencia han acercado satisfactoriamente el nivel de sus capacidades a las ya adquiridas por profesionales curtidos. La conclusión es que el modelo utilizado en el Grado de Tecnologías Interactivas anima a los estudiantes a ser aprendices activos, a reflexionar sobre su trabajo y a colaborar con otros estudiantes, estimulando la innovación y la creatividad. Así mismo, este novedoso modelo de aprendizaje permite interconectar materias introduciendo competencias transversales de forma natural, de tal manera que los estudiantes desarrollan las habilidades necesarias en la economía del conocimiento, contribuyendo a aumentar su competitividad y las oportunidades laborales así como su crecimiento personal y profesional.
Fuente: Maite Sáenz/ observatoriorh.com
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