El ambiente familiar y la actitud de los padres son decisivos en la evolución intelectual y el rendimiento escolar de los hijos. Los hábitos de vida sana, una alimentación adecuada y las necesarias horas de descanso son la mejor garantía para la obtención de buenos resultados académicos.
¿Quién es más inteligente, un niño al que le gusta la lectura u otro al que se le da bien el deporte? ¿Una niña que disfruta resolviendo puzzles o la que dibuja y pinta de maravilla? ¿Un chaval que tiene madera de líder o aquel que sabe decir siempre la palabra que te hace sentir bien?
Según señala el psiquiatra Luis Rojas Marcos, profesor de la Universidad de Nueva York y autor de varios libros sobre educación infantil: Como cada niño es único, lo mejor es fijarse en las razones que determinan las diferencias y, a partir de ahí, extraer el máximo rendimiento de las capacidades individuales.
Es un hecho que la herencia determina el 80% de las diferencias en el grado de inteligencia humana. Sin embargo, el efecto Flynn (lfue descubierto por el científico Robert Flynn) descubre una paradoja: que, en general, cada generación parece dar mejores resultados en los test de inteligencia que la anterior, lo que señala que factores del entorno influyen en ella.
Dicho todo lo anterior, la pregunta que subyace en la mente de los padres es: ¿Existe algún método capaz de añadir dígitos a esos números mágicos del cociente intelectual (CI)? Según los expertos, no conviene iniciar programas de desarrollo de la inteligencia a edad temprana a no ser que el niño no se desarrolle normalmente o bien sea precoz.
Sin embargo, las estadísticas con adolescentes son tremendamente machaconas: a esa edad, lo que de verdad predice el futuro éxito profesional, social y económico es el dichoso cociente intelectual.
Una alimentación inteligente que favorezca el desarrollo cerebral comienza en el vientre materno y continúa durante la lactancia, especialmente si la madre sigue rigurosamente las recomendaciones sobre ingesta de vitaminas y minerales (sobre todo, ácido fólico, hierro, yodo, cinc, magnesio, calcio y vitaminas del grupo B… ).
Finalizada la lactancia, el truco para conseguir que los niños consigan todos los nutrientes necesarios y en dosis suficientes es animarlos a que prefieran los alimentos beneficiosos (frutas, verduras, pescados, carnes magras, lácteos, huevos, legumbres, cereales integrales…) a los perjudiciales (bollería industrial, snacks, chucherías, exceso de harinas blancas, refrescos azucarados…). Si el aprendizaje en esa primera etapa no ha sido el ideal, no es tarde para empezar.
Para entrenar la mente de un niño, lo mejor es leer con él cada noche, aconseja Ingegerd Carlsson, psicóloga de la Universidad de Lund (Suecia). Yo diría que el mejor consejo a los padres es que estimulen los intereses y la curiosidad del niño e, incluso, que le animen a tocar algún instrumento musical.
Es un hecho comprobado que los niños que crecen en hogares donde la conversación, la lectura y la música están presentes tienden a tener CI más altos y mejores resultados futuros en el colegio, explica Frances Glascoe, profesora de pediatría en la Universidad Vanderbilt de Berlín Oriental. Los niños mayores a los que se los deja solos delante de la televisión o jugando con videojuegos sin compañía no consiguen tan buenos resultados en los estudios como los que interactúan más intensamente con el resto de la familia o con amigos y conocidos.
Si un niño en etapa preescolar juega en el barro con un amiguito está aprendiendo lo que tiene que aprender en esa fase. Si un chaval llega a casa agotado porque se ha dejado la piel en un partido de fútbol, está haciendo lo que se espera que haga un chico de su edad. Deportes, música, juegos de mesa, crucigramas y juegos de palabras… requieren atención, concentración y disciplina y estimulan el desarrollo mental.
Sin embargo, los padres deben tener cuidado en no intentar forzar a los niños a que adopten las mismas aficiones que ellos. Para desarrollar la inteligencia, no hay que menospreciar la ambición, el coraje, el tesón, el amor propio del niño, que son elementos valiosísimos para el aprendizaje, añade Rosenberg. La realidad es que pocas personas llegan a desarrollar todo su potencial y muchas ni siquiera llegan a saber que lo tienen.
Fuente: Marisol Guisasola /conmishijos.com
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