Maestro: Acércate, niño; ¡aprende a ser sabio!
Maestro: Entender, hacer y expresar correctamente lo que es necesario.
Con esta invitación empieza «Orbis Sensualium Pictus«, publicado originalmente en 1658 en latín y alemán, y -siempre con latín- traducido a al menos 12 idiomas europeos y 7 asiáticos (árabe, turco, persa, mongol, chino, coreano y japonés).
Como si fuera poco, el que en español se llamó «El mundo en imágenes» pasó por 21 ediciones en el siglo XVII, 43 en el XVIII, 33 en el XIX y 9 en el XX.
Indiscutiblemente un bestseller, como lo había sido un libro anterior del mismo autor llamado «Janua linguarum reserata«, en español «La puerta de las lenguas abierta», publicado por primera vez en 1631 y traducido al griego, bohemio, polaco, alemán, sueco, holandés, inglés, francés, español, italiano y húngaro, así como 4 asiáticos.
El éxito sorprendió hasta a su autor.
«No podría haber imaginado … que este libro infantil [sería] recibido con aprobación universal por el mundo culto«, señaló, refiriéndose al primero.
¿El secreto?
Nada menos que una revolución en la educación expresada en libros.
¿El autor?
El pastor y pensador checo Jan Amos Komenský, cuyo nombre latinizado es Comenius, quien básicamente se inventó la pedagogía moderna.
Su ideal era que la educación estuviera al alcance de todos, sin importar género, clase social, edad, religión o nacionalidad (algo que aún no hemos logrado del todo).
Pero era necesario que los métodos de enseñanza fueran ser más rápidos, placenteros y completos.
Quería además que todos gozaran de la cultura europea, y para ello la lengua franca era el latín.
Ver para aprender
Con sus 150 imágenes que abarcan desde el ABC hasta Dios, pasando por la naturaleza inerte, botánica, zoología, humanos y sus actividades, «Orbis Sensualium Pictus» fue la materialización de una de sus muchas innovaciones: usar imágenes como instrumentos pedagógicos.
Comenius creía en alentar a los niños a aprender usando sus sentidos y a formar ideas a través de imágenes más que palabras.
«Las palabras sólo deben ser aprendidas y enseñadas en su asociación con las cosas (qué son las palabras sino el vestido o la envoltura de las cosas?)«, escribió Comenius.
No sólo eso.
Para él, «la educación adecuada de los jóvenes no consiste en atiborrarles la cabeza con un cúmulo de palabras, oraciones e ideas tomadas de varios autores«.
Se trata más bien de «abrir su entendimiento al mundo exterior, para que fluya un arroyo de su propias mentes«.
Letra con sangre entra
Quizás esas palabras no te suenen radicales hoy en día, pero cuando Comenius las escribió, estudiar era una tarea más que penosa.
Como detalla el prefacio mismo de «La puerta de las lenguas abiertas», «La mayoría de los que se dedicaban a las letras envejecían aprendiendo palabras; solo para aprender latín empleaban diez o más años, incluso toda la vida, y con un provecho que no se correspondía con semejante trabajo, tan lento y árido«.
«La juventud se ocupaba, o mejor, se extendía, durante varios años en el estudio de normas gramaticales infinitamente prolijas, complejas, oscuras y en su mayor parte inútiles; este era el primer suplicio. Durante estos mismos años la memoria se llenaba de nombres de cosas sin cosas…«.
Y ahí estaba él, ofreciendo textos como ese, que comprendía las 8.000 palabras más usadas en latín (no las muchas inusuales que se enseñaban), que formaban 1.000 oraciones de 100 capítulos temáticos.
Como una enciclopedia las frases cortas describían el mundo entero: el cosmos, la naturaleza, el cuerpo humano, oficios.
«El latín era la base de una educación élite y la mayor parte de esa educación se pasaban aprendiendo de memoria», le dijo a BBC Forum Howard Hotson, profesor de Historia Intelectual Moderna Temprana en la Universidad de Oxford.
Comenius hasta abogaba por el aprendizaje a través del juego.
Inaudito en ese entonces.
«De hecho, el dolor físico era usado no sólo como castigo sino como una técnica pedagógica. Si ves imágenes de la época verás al profesor con una férula pues el ardor que causaba al golpear la palma de la mano supuestamente ayudaba a memorizar reglas gramaticales complejas».
Comenius observó queesa no era la manera en la que los niños aprendían su lengua materna, sino jugando y cantando, con historias sencillas y rimas infantiles, así que propuso aplicar el mismo método para otros tipos de enseñanza, incluso para el aprendizaje del latín.
«Vale la pena anotar que, aunque hemos eliminado el castigo físico en las aulas, aún no hemos institucionalizado del todo el juego y el placer como principio de educación, así que todavía tenemos mucho que aprender incluso respecto a ese aparentemente evidente punto», subraya Hotson.
Sentidos y sensatez
«También fue revolucionario el hecho de que Comenius notó por primera vez que los niños experimentaban un crecimiento físico y cognitivo significativo y que el desarrollo humano podía ser dividido en etapas», añadió Yoanna Leek de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Lodz en Polonia, en BBC Forum.
De eso se derivó otra de sus notables contribuciones.
Aunque creía que «toda la juventud, de cualquier sexo» debía «ser enviada a las escuelas públicas» y que era «menester que nadie sea excluido, ni menos impedido, de aprender la cordura y de formar su espíritu«, eso no quería decir que todos debían estudiar juntos.
En esa época, si estabas entre los afortunados que podían estudiar, era común que estuvieras en un aula con personas de todas las edades.
«Comenius pensaba que cada edad necesitaba un método de enseñanza y textos apropiados, y planeó cómo debía dividirse el proceso de educación por clases», le explicó a la BBC Vladimir Urbanek, jefe del Departamento de Estudios e Historia Intelectual Moderna Temprana de Comenius en la Academia Checa de Ciencias en Praga.
«Propuso que las jornadas diarias en el aula fueran de tan sólo 4 horas. Su sistema de educación estaba dividido en 4 períodos, cada uno con una duración de 6 años: escuela materna, escuela vernácula, escuela latina y academia», detalló Urbanek.
En cada período se edificaban los cimientos para el siguiente, avanzando sin cesar, a través de métodos que «le permitan a los maestros enseñar menos y a los alumnos, aprender más«, puntualizó Comenius.
«Pero lo más interesante -señaló Urbanek- es que propuso educación de por vida, pues creía que la vida humana era de aprendizaje constante, por lo que dividió la vida en 8 etapas o, como las llamó, escuelas:
- la escuela de nacimiento
- la escuela de niñez temprana
- la escuela de niñez
- la escuela de maduración
- la escuela de juventud
- la escuela de adultez
- la escuela de edad avanzada
- la escuela de preparación para la muerte»
«El filósofo griego Aristóteles comparó la mente del hombre con una tableta rasa en la que nada estaba escrito, pero en la que todas las cosas podían tallarse«, escribió Comenius.
«Hay, sin embargo, una diferencia importante entre las dos: la cantidad de escritos que cabe en la tableta está limitada por su tamaño, mientras que en la mente puedes seguir escribiendo y tallando sin toparte con ningún confín, porque la mente no tiene límites«.
Años tumultuosos
Comenius fue admirado e invitado a Inglaterra, Francia y Suecia a poner en práctica su reforma educativa, sin éxito, a menudo por eventualidades fuera de su control.
Y es que vivió tiempos turbulentos: la devastadora Guerra de los Treinta Años sirvió de telón de fondo a gran parte de su vida.
Sufrió en carne propia las amargas batallas entre protestantes y católicos en Europa y pasó la mayor parte de su vida adulta en el exilio, primero en Polonia y al final, en Holanda.
En más de una ocasión perdió sus manuscritos debido a los conflictos pero durante sus 78 años de vida publicó decenas de obras, entre ellas las muy preciadas por los pedagogos «Didactica Magna» o «La Gran Didáctica» (1633-1638 y «Didactica Opera Omnia» o «La obra de enseñar todas las cosas» (1657).
Curiosamente, a pesar de que su genio fue reconocido y su nombre, famoso, sus ideas sólo se empezaron a implementar siglos después de su muerte hace 350 años, y aún tenemos tareas pendientes.
«Has visto un resumen de todas las cosas que se pueden mostrar, y has aprendido las principales palabras del español y el latín
«Ve ahora y lee otros buenos libros con diligencia y llegarás a ser erudito, sabio y piadoso«.
Fuente: bbc.com