Se ha dicho infinidad de veces que vivimos en la sociedad de la información y, también, en la de la imagen. Una combinación de la que emanan programas y noticiarios televisivos, vídeos, películas, videojuegos o series de televisión y que nos informa sobre el mundo en el que vivimos mientras, de forma más determinante todavía, mediatiza nuestra forma de interpretarlo. Y más aún desde la irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que gracias a ordenadores, teléfonos móviles y tabletas han hecho del audiovisual un medio cuya presencia en nuestras vidas no deja, ni previsiblemente dejará, de aumentar.
Aunque pese al consenso alrededor de la influencia que la cultura de la imagen tiene en nuestras formas de pensar y actuar, y de el hecho de que organizaciones como la UNESCO hayan alertado de la necesidad de una educación mediática e informacional, la alfabetización audiovisual o mediática ocupa un lugar ocasional, cuando no residual, en muchos centros educativos.
La educación como formación para la vida
El número de voces que demandan una alfabetización audiovisual en el aula es mucho menor que el que defiende, afortunadamente de forma unánime, la alfabetización leída y escrita en los centros educativos. Y todo ello pese a que la importancia de una alfabetización audiovisual puede ser vista como básica para todo aquel que viva en una sociedad tan mediatizada por la imagen y el sonido como la nuestra. Por una serie de motivos:
- El audiovisual crea una forma determinada de entender el mundo a partir de lo que se muestra y como se muestra, tratando la realidad y sesgándola inevitablemente. Lo que desde una óptica informativa, la reduce a un número limitado de opciones, que responde a una serie de intereses que no necesariamente responden a los del receptor, pero siempre a los del emisor.
- Los medios audiovisuales informativos no son inocuos en ninguno de sus aspectos: en muchas ocasiones la información que transmiten responde a intereses ideológicos, sociales o económicos que pueden no coincidir con los de sus potenciales receptores y sí con los de su máximo responsable o con grupos de poder. Saber que esta intencionalidad existe, y que es una interpretación -y sólo una de entre las muchas existentes- de la realidad potencia el sentido crítico de los alumnos, y los hace más autónomos, menos proclives a la manipulación venga esta de donde venga.
- El medio audiovisual es un potentísimo creador de modelos de conducta y apariencia, que además de modular nuestra forma de entender el mundo, también afectan a como actuamos en él y como nos vemos a nosotros mismos. Una educación mediática es, en el fondo, una educación en valores que permite localizar valores y antivalores venidos de los medios, cuestionarlos y, si se desea, contradecirlos.
- Y por último, pero no por ello menos importante: toda forma audiovisual puede ser vista como una manifestación artística o, cuanto menos, creativa. Su alfabetización es, por tanto y por definición, alfabetización artística que forma la creatividad del alumnado, su curiosidad, intelecto y sensibilidad.
Pero, dicho todo esto, pasamos a una cuestión probablemente más interesante para todos vosotros ¿Cómo implementar la alfabetización mediática en el aula?
Pantallas educativas
Más allá de asignaturas optativas que giren alrededor de lo audiovisual, y que pueden encontrarse especialmente en cursos de primaria y secundaria, el acercamiento a esta alfabetización en imagen y sonido se da fuera del horario lectivo o desde la transversalidad, a modo de complemento o metodología educativa dentro de otras asignaturas. Lo que permite introducir en el aula, y prácticamente en cualquier materia, los dos pilares básicos de la alfabetización audiovisual:
1) Análisis:
A través de películas, noticiarios, videojuegos, o cualquier obra audiovisual relacionada de algún u otro modo con lo que se esté tratando en el aula, pueden extraerse, analizarse y debatirse los valores (y antivalores) morales que la componen, el contexto histórico en el que estos daban sentido a la obra, y el uso del lenguaje audiovisual con el que han quedado plasmados. Videojuegos como September 12th, por ejemplo, son una buena muestra de ello.
2) Realización:
La mejor forma de que el alumnado aprenda como funciona un medio audiovisual determinado es crear desde cero una obra audiovisual, ya sea un programa, un cortometraje o un videojuego, en clase, a modo de trabajo grupal sobre algún aspecto de la materia que se esté trabajando en el aula.
Un aprendizaje por proyectos audiovisuales que genera un aprendizaje activo de la materia, y que fomenta el desarrollo de diferentes habilidades de los alumnos a partir de las diferentes etapas de creación de toda obra audiovisual.
- Producción: la escritura del guión implica el desarrollo de expresión escrita y el pensamiento narrativo. Además, la planificación del proyecto a partir de un storyboard promueve la coordinación entre los alumnos, y el aprovechamiento de las habilidades de cada uno dentro de los diferentes departamentos de producción en aras de un objetivo común. Programas como celtx pueden facilitar la labor organizativa.
- La realización del proyecto: implica la resolución de problemas, cooperación e intercambio de conocimientos entre el alumnado y esfuerzo personal para la consecución de objetivos.
- El montaje y posproducción: al igual que ocurre con el guión, implica el desarrollo de pensamiento, aunque en esta ocasión desde la alfabetización audiovisual y con programas de montaje de uso sencillo como Movie Maker.
- El estreno: muy recomendable como forma de motivación (y orgullo) para los alumnos, y para un análisis audiovisual posterior en el que los unos intercambian sus conocimientos con los otros. Una buena forma de darle visibilidad es crear un blog como el incluido en Aula de cine, en el que se expliquen los entresijos de los diferentes proyectos, y en el que los alumnos puedan verlos siempre que lo deseen.
De este modo, el alumnado es capaz de comprender, de primera mano y en base a su experiencia personal, cuanto hay de reconstrucción en un medio audiovisual. Ya sea este uno que represente una historia ficticia, como en el caso de un cortometraje, u otro que busque ser testigo de un hecho real, como en el caso de un informativo. Logrando, además, que el alumno de el paso de receptor crítico a emisor de su propia forma de entender el mundo.
Iniciativas públicas, privadas y colaborativas
Pero pese a lo enunciado hasta aquí, las iniciativas que promueven la alfabetización audiovisual en las aulas siguen siendo minoritarias. Quedando aún pendiente la inclusión de la alfabetización audiovisual como asignatura curricular, sectores educativos públicos han dado algunos pasos en esa dirección, gracias a programas educativos como el promovido, desde hace ya muchos años, por el International Council for Educational Media (ICEM), e impulsos legales como los que ampara la Llei del cinema i educació, o Ley del cine y educación, que fue promulgada por la Generalitat de Catalunya. Pero es en el ámbito privado y, muy especialmente, en el colaborativo, donde encontramos una mayor implicación para con esta alfabetización, con plataformas como o publicaciones impresas como el Proyecto de Cine impulsado por la revista Padres y Maestros o digitales como los portales Cine y Educación o Cinescola, este último en catalán, que ofrecen un amplio abanico de materiales y ejercicios fácilmente aplicables en el aula.
Todas ellas os ofrecen una buena oportunidad para que implementéis la alfabetización audiovisual en vuestra actividad docente, para que compartáis vuestra experiencia con otros maestros interesados y, también, con todos nosotros.
Fuente: Aulaplaneta.com
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