Cuando estamos en un aula, en una conferencia, visualizando un vídeo o escuchando un pódcast y queremos aumentar la probabilidad de recordar su contenido en el futuro, la mejor estrategia que podemos seguir es la toma de notas.
La organización y elaboración de notas es clave para mejorar la comprensión, la atención y el aprendizaje a largo plazo. Algunas personas solo escuchan o hacen garabatos, ya sea por aburrimiento o porque caen en la llamada ilusión de aprendizaje, que les lleva a creer que recordarán el contenido con facilidad.
Sin embargo, escuchar una clase sin tomar notas es como intentar atrapar agua con las manos: retendremos un poco en el momento, pero la mayor parte se nos escapará antes de que podamos aprovecharla. En ambos casos, la falta de procesamiento activo provoca una mayor distracción mental y una peor retención de la información.
Los grandes efectos de la toma de notas
Existen dos efectos principales en la toma de notas:
- Efecto de codificación: las personas que toman apuntes procesan activamente la información, lo que favorece un nivel de procesamiento más profundo y mejora la retención de información.
- Efecto de almacenamiento externo: las notas sirven como recurso de revisión, facilitando la consolidación del aprendizaje.
Comprender y registrar información al mismo tiempo es una tarea cognitivamente exigente. Durante este proceso, es necesario entender el contenido y detectar los puntos clave. Además, debemos conectar la nueva información con nuestros conocimientos previos, reformularla en nuestras propias palabras y plasmarla en notas escritas o visuales.
Varios factores afectan la calidad de las notas y la sobrecarga cognitiva. Entre ellos se encuentran la estructura del contenido, el formato en el que se presenta (vídeo, clase presencial…), la densidad y velocidad de la información, así como el método y el medio utilizados para tomar notas. Si la carga cognitiva es excesiva, la memoria puede verse afectada negativamente.
Las diferencias individuales también juegan un papel clave en la retención del contenido. Por ejemplo, quienes escriben más rápido pueden registrar mayor cantidad de información y dirigir antes su atención a la clase. El nivel de conocimientos previos también influye: las personas con menos conocimientos suelen beneficiarse más de la toma de notas. Además, habilidades como la capacidad para estructurar la información o la memoria de trabajo pueden determinar la efectividad de este proceso.
Estrategias para mejorar el aprendizaje
Existen varias estrategias para tomar notas:
- Solo palabras: notas en forma de palabras sueltas, frases o párrafos sin organización.
- Lista: información organizada en secuencia con viñetas o numeración.
- Esquema jerárquico: estructura vertical y horizontal con ideas principales y detalles secundarios.
- Mapa conceptual: representación gráfica con formas, líneas y conexiones entre conceptos.
- Dibujo: ilustraciones, diagramas o esquemas.
¿Cuándo usar cada estrategia? Depende del contexto.
Por ejemplo, si estamos tomando notas en una conferencia técnica con mucha información detallada, un esquema jerárquico nos ayudará a estructurar los conceptos clave. En cambio, si la conferencia es más conceptual, un mapa mental puede ser más útil para visualizar las conexiones entre ideas.
Algunos estudios sugieren que los mapas conceptuales y los dibujos favorecen la comprensión y la retención de información compleja. De manera similar, en otro trabajo se encontró que la escritura a mano, combinada con esquemas o dibujos, optimiza la retención de información al estimular múltiples regiones cerebrales.
¿Papel o digital?
Durante años, se ha argumentado que tomar notas a mano facilita un procesamiento más profundo de la información y mejora la retención a largo plazo. Sin embargo, estudios más recientes cuestionan esta idea, señalando que, con las estrategias adecuadas, las tablets y ordenadores pueden ser igual de efectivos.
Además, la tecnología actual nos permite tomar notas “a mano” mediante lápices electrónicos. En los estudios tradicionales se comparaba la mecanografía en un ordenador con la escritura en papel, pero hoy en día las opciones digitales han evolucionado, permitiendo combinar lo mejor de ambos mundos.
Los gestores digitales del conocimiento, como Obsidian, permiten acceder a nuestras notas desde cualquier lugar en cuestión de segundos. Además, facilitan la conexión entre diferentes notas, lo que potencia la integración de la nueva información con la ya almacenada.
Integrar la inteligencia artificial
Por su parte, la inteligencia artificial puede integrarse en estos gestores para ir un paso más allá: no solo genera contenido, sino que también sugiere relaciones entre nuestras notas, ayudándonos a descubrir conexiones que podrían pasar desapercibidas.
Por ejemplo, herramientas como la citada Obsidian pueden analizar nuestras notas y sugerir conexiones entre conceptos que no habíamos considerado. Si hemos tomado apuntes sobre neurociencia y, en otro momento, sobre técnicas de aprendizaje, la inteligencia artificial puede mostrarnos cómo ambos temas se relacionan, ayudándonos a integrar mejor el conocimiento.

Aunque por el momento no contamos con estudios que analicen en profundidad el impacto de la inteligencia artificial en la toma de notas, esta intersección está en auge y podría transformar la manera en que organizamos nuestro aprendizaje.
Más allá de dónde, lo importante es cómo
Tomar notas es una excelente estrategia de aprendizaje, pero la clave para optimizar su uso no está en el medio que utilicemos, sino en cómo trabajamos con ellas después. Subrayar o escribir sin procesar la información no mejora la comprensión inmediata, mientras que la revisión y organización activa favorecen la memoria a largo plazo.
La intersección entre herramientas digitales para tomar notas y la inteligencia artificial es un campo que debe ser estudiado con mayor profundidad. Más allá de los avances tecnológicos, seleccionar la mejor estrategia según el contexto seguirá siendo fundamental.
Tomar notas es solo el primer paso: el secreto no está en la herramienta, sino en cómo las transformamos en conocimiento útil y duradero.
Fuente: José Luis Serrano / theconversation.com