Autor: Joaquín María Campos Rosa
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Una de las competencias fundamentales para ser un excelente docente es el compromiso absoluto con la educación continua, producto del amor por el aprendizaje. Aquellos que muestran entusiasmo por el aprendizaje son los profesores más destacados. Además, deben poseer el anhelo de difundir ese saber. También es crucial que los profesores nunca perciban que han asimilado todo y que se mantengan receptivos a nuevas experiencias.
Las clases universitarias pueden ser fascinantes, emocionantes y esclarecedoras, pero también pueden tornarse monótonas e irrelevantes. La monotonía en la exposición de los temas es dañina para el aprendizaje y el éxito en el ámbito académico. Aunque también es verdad que las clases pueden tornarse más complicadas de lo que deberían debido a elementos vinculados con la exposición de los contenidos y el método de enseñanza.

Lo que más me entusiasma de ser docente es la capacidad para influir en la vida de otros. Cada sesión representa un reto para estimular la curiosidad, promover el pensamiento analítico y encender esa chispa del aprendizaje que tiene el poder de transformar vidas. Asimismo, la enseñanza me brinda la posibilidad de aprender de manera constante, ajustarme a nuevas generaciones y entornos, y evolucionar tanto personal como profesionalmente.
Intento escuchar, motivar y respaldar a mis alumnos en su crecimiento personal, no únicamente académico. En resumen, la educación no solo consiste en impartir saberes, sino en contribuir a la formación de personas íntegras y con capacidad crítica.
Estoy convencido de la importancia de la formación continua para los docentes. Esto nos facilita ajustarnos a las variaciones y retos del ambiente educativo y proporcionar una educación más individualizada y eficaz que se ajuste a la diversidad y a las especificidades de cada alumno. Enseñar te impulsa a estructurar tus ideas, respaldarlas y contrastarlas con otras personas que las pongan a prueba.
Existen docentes con poca capacidad de presentación: existen docentes que hablan sin descanso con un tono monótono, u otros que transmiten información a gran velocidad. El obstáculo para una presentación eficaz puede ser que las imágenes de la presentación no sean atractivas. Algunos ejemplos de esta práctica incluyen la elaboración de presentaciones con gran cantidad de texto, en particular si el docente las lee. Esto reduce la implicación de la audiencia, dado que evita que los docentes establezcan contacto visual. Parece que el docente no está dirigiendo su discurso al auditorio, sino a su presentación. En mi opinión personal, también he descubierto que las proyecciones con mucho texto distraen por sí mismas.
Otro problema clave es la mala estructuración de las clases. Esto no solo genera aburrimiento y desinterés, sino también confusión. Algunos profesores no aclaran qué puntos son importantes: algunas clases podrían estructurarse mucho mejor y resultar más claras simplemente pidiendo a los profesores que proporcionen una breve descripción general de los temas tratados al principio y al final de las sesiones. Sin embargo, incluso los principales expertos en un campo pueden ser malos profesores si no saben cómo transmitir sus conocimientos de una manera clara y atractiva. Los profesores que no son buenos comunicadores, que no saben cómo hacer presentaciones atractivas y tampoco cómo proporcionar estructura a las clases, pueden afectar negativamente a los resultados educativos de los estudiantes al aumentar el aburrimiento, la desconexión y la confusión.
«No entiendes realmente algo, a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela»
La frase de Albert Einstein (1879-1955) enfatiza que la verdadera comprensión de un tema no se limita a la adquisición de datos, sino a la capacidad de comunicar esos conceptos de manera simple y clara. La simplicidad en la explicación demuestra que se ha capturado la esencia subyacente y se ha logrado una comprensión profunda.
“Si quieres aprender, enseña”
Marco Tulio Cicerón (106 a. C.- 43 a. C.).
El aprendizaje es un proceso dinámico que persiste a lo largo de la vida y no se condiciona por la edad o la experiencia previa.
Autor: Joaquín María Campos Rosa
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