En un mundo de constantes avances tecnológicos es esencial que la educación equipe a los estudiantes con habilidades para enfrentarse a los desafíos actuales y contribuir de manera significativa a la sociedad. El pensamiento creativo es una de estas habilidades.
Ejemplo de su relevancia en el mundo educativo es su reciente inclusión en el ciclo 2022 de PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes) como nueva competencia innovadora a evaluar en estudiantes de 15 años de todo el mundo. A falta de conocer qué resultados arroja esta prueba, vamos a explicar qué se entiende por creatividad y pensamiento creativo y cómo podemos trabajarlos en el aula.
Más allá de la creatividad del genio
La creatividad se puede entender como la capacidad de generar una idea o producto que es a la vez novedoso y útil. El pensamiento creativo, por su parte, alude a los procesos cognitivos que se requieren para desarrollar este producto. Un ejemplo de ello es nuestra capacidad de resolver problemas y de generar ideas y combinarlas.
La imagen que tenemos del genio dotado de una capacidad creativa excepcional ha existido desde hace siglos. Sin embargo, la creatividad no se relega exclusivamente al dominio del genio y está presente en nuestras vidas de muchas otras formas. Por ejemplo, lograr crear un plato delicioso con los pocos ingredientes disponibles en nuestra despensa no estaría a la altura de la creación culinaria del mejor chef del mundo, pero también requeriría de cierta dosis de pensamiento creativo.
Este tipo de creatividad cotidiana pone de manifiesto que la creatividad es una capacidad maleable que se puede desarrollar mediante la práctica. Por eso PISA investiga el nivel de pensamiento creativo de los estudiantes a la hora de buscar y expresar ideas. Y a la vez pretende explorar la relación entre esta habilidad y las características de los sistemas educativos de los países participantes.
Dimensiones del pensamiento creativo
La creatividad está relacionada con habilidades de diferente tipo como la resolución de problemas, las habilidades metacognitivas o el rendimiento académico. Su estudio se aborda desde diversos ángulos como la neurociencia o la psicología.
Desde la psicología cognitiva, el psicólogo estadounidense Joy Paul Guilford se refirió al pensamiento convergente y al pensamiento divergente como dos dimensiones de la creatividad. El pensamiento divergente se basa en:
- La fluidez de ideas, es decir, el número de respuestas que generamos ante un estímulo.
- La originalidad de las ideas, entendida como la singularidad de estas respuestas.
- La flexibilidad, referida a la capacidad de producir ideas que pertenecen a diferentes categorías.
- La elaboración de las ideas, que hace alusión a la cantidad de detalles que aportamos en nuestra producción de ideas.
Por ejemplo, según el test de usos alternativos (AUT, por sus siglas en inglés) de Guilford, ante la pregunta de cuántos usos diferentes se le pueden dar a un clip de papel, una persona creativa iría más allá de proponer utilizarlo para sujetar papeles e incluiría otras opciones como usarlo como un llavero o para crear una figura en miniatura. Estas opciones exploran otras categorías que se extienden más allá de las respuestas convencionales.
El pensamiento convergente, por su parte, implica la selección de la idea o solución más adecuada a un problema.
Tradicionalmente se ha considerado que el pensamiento divergente es el componente que mejor predice la creatividad. Sin embargo, en la actualidad se reconoce la relevancia de ambos tipos en el proceso creativo.
El modelo de evaluación de PISA evalúa estas dos dimensiones del pensamiento creativo junto con otro tipo de factores internos y externos.
¿Se puede evaluar el pensamiento creativo?
No sin dificultad, el pensamiento convergente y divergente suelen medirse a través de pruebas verbales (o narrativas) y figurativas (o gráficas).
Por ejemplo, el test de asociaciones remotas (RAT) de Mednick se utiliza principalmente para medir el pensamiento convergente en su dimensión verbal. En esta prueba, se presentan tres palabras diferentes y se le pide a los participantes que encuentren la palabra que pueda estar relacionada con las tres.
Para medir el pensamiento divergente, se suelen utilizar pruebas como los tests de pensamiento creativo de Torrance (TTCT), que miden el pensamiento divergente a través de tareas verbales y también figurativas. Estas pruebas incluyen, entre otros, el mencionado test de usos alternativos de Guilford o pruebas figurativas basadas en la creación de dibujos a partir de una serie de trazos.
¿Se puede entrenar la capacidad creativa?
La cuestión sobre si la creatividad es una competencia general o específica de un dominio es objeto de debate en la comunidad científica. Existe abundante evidencia que respalda la noción de que la creatividad tiene componentes específicos y generales, y que estos cambian según el contexto social y el desarrollo a lo largo de la vida.
Los programas de entrenamiento creativo son muy diversos. Algunos de ellos se centran en la creatividad general, mientras que otros lo hacen en un área de conocimiento.
Creatividad en el aula
Expertos como Ronald A. Beghetto sugieren incluir en el currículo académico la enseñanza sobre, para y con la creatividad. Según esta idea, el alumnado necesita saber qué significa ser creativo, además de conocer técnicas del entrenamiento de la capacidad creativa propias de cada asignatura. Estas acciones pueden venir acompañadas del uso de metodologías de enseñanza creativas.
Por ejemplo, podemos trabajar la fluidez de ideas enseñando la técnica de las palabras aleatorias en la resolución de problemas en diferentes asignaturas. Con esta técnica buscamos resolver un problema generando tantas asociaciones con un estímulo aleatorio como sea posible.
Imaginemos que queremos diseñar un nuevo juego de mesa, y el objeto aleatorio seleccionado es una llave. Podemos pensar en palabras relacionadas con este objeto, como apertura, acceso y seguridad. Al conectar estas palabras con nuestro problema, podemos crear un juego en el que los jugadores compitan por abrir una serie de cerraduras utilizando la llave correcta, un juego de aventuras en el que los jugadores deben encontrar una llave para acceder a un tesoro, o un juego de estrategia en el que los jugadores deben proteger su llave para evitar que otros jugadores la roben.
Así, podríamos enseñar a nuestros estudiantes técnicas de creatividad como esta, que puedan poner en práctica en diferentes asignaturas.
Como se recoge en la ley educativa vigente en España (LOMLOE), la creatividad es una habilidad transversal que debe integrarse sistemáticamente en el currículo y también de manera orgánica en cada una de las diferentes áreas o materias.
Fuente: Almudena Fernández-Fontecha / theconversation.com