Las personas que impartimos clases en Universidades e Instituciones de Educación Superior (IES) debemos dotar de competencias y herramientas a nuestros estudiantes de manera que puedan vivir una vida profesional y laboral más productiva.
Las personas que impartimos clases en Universidades e Instituciones de Educación Superior (IES) debemos dotar de competencias y herramientas a nuestros estudiantes de manera que puedan vivir una vida profesional y laboral más productiva. Marina Garcés, filósofa y profesora titular de universidad en España señala que los pedagogos sostienen que hay que cambiarlo todo, porque el mundo ha cambiado para siempre.
Sin embargo, señala Marina, tratar de resolver lo anterior implica hacernos preguntas que nos pueden incomodar o incluso dar miedo como: ¿de qué sirve saber cuándo no sabemos cómo vivir? ¿Para qué aprender cuando no podemos imaginar el futuro? ¿Cómo queremos ser educados? “Estas preguntas son el espejo donde no nos queremos mirar. Nos da vergüenza no tener respuestas y resulta más fácil disparar contra maestros y educadores” (Garcés, 2020).
Siguiendo este orden de ideas vale la pena hacer unas pequeñas reflexiones como aproximación a la pertinencia de la educación superior. Por un lado, nos encontramos maravillados y asustados por el avance en la ‘inteligencia artificial’ y su último desarrollo tecnológico: ChatGPT. Por otro lado, nos hemos quedado cortos en impulsar y promover habilidades para esta nueva realidad, y que están siendo altamente demandadas por el sector social y empresarial, como son las habilidades blandas: “habilidad de resolver problemas complejos”, “creatividad”, “liderazgo”, “trabajo en equipo” entre otras.
Un fenómeno que se ha presentado en las IES es que con los procesos de acreditación nacional e internacional en donde se reconoce la calidad, ya no es necesario realizar trabajos de tesis para titularse. Se toma la calidad del proceso formativo como sustituto del desarrollo de habilidades investigativas, cuando forma parte de. Esto ocasiona que materias como la de “metodología de investigación” desaparezcan o queden en el plan curricular como adorno y para muchos estudiantes carezca de sentido en su formación.
Cuando las organizaciones públicas y privadas señalan que se necesitan estas habilidades, es porque nuestros egresados, en términos generales, carecen de ellas, de lo contrario, no sería un tema a discusión. Las habilidades para resolver “problemas complejos” y “pensamiento crítico” por ejemplo, se pueden desarrollar por medio de procesos de investigación formales, en donde apliquemos el método científico.
Es necesario replantearnos en el proceso formativo, retomar el desarrollo de tesis de licenciatura, para que la mayoría de nuestros egresados desarrollen habilidades de investigación, que indirectamente contribuyan a las habilidades blandas anteriormente mencionadas. Como sucede con muchos aspectos de los controles de calidad, los medios (acreditaciones) se convierten en los fines y nos olvidamos de los fines iniciales (desarrollo de habilidades como la capacidad de resolver problemas complejos.
Esperemos que tanto los organismos acreditadores, como las IES reconozcan que es fundamental no dejar de lado, la parte del proceso educativo y formativo que tiene que ver con las habilidades para investigar y que su impacto en la sociedad es enorme. Recordemos que es la investigación la que nutre la ciencia básica, el desarrollo tecnológico y la innovación que permite a las sociedades enfrentar los retos que se nos presentan.
Fuente: Ismael Plascencia López / elimparcial.com