La decisión de iniciar la escolarización de los hijos a edades tempranas es un tema que genera dudas e incertidumbre en muchos padres. «Lo más importante en esta etapa es que el niño se sienta querido, tranquilo y seguro en su entorno», afirma Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de orientación del grupo Brains International Schools.
Comenzar la Educación Infantil es un momento de dudas y desconocimiento para muchos padres, ¿es aún demasiado pronto? ¿Le van a cuidar tan bien como en casa? Sin embargo, según los expertos son muchos los beneficios que aporta a los pequeños en un momento muy importante en su desarrollo, por lo que serán varios los criterios a tener en cuenta a la hora de elegir el centro.
Los tres primeros años son los más importantes para el desarrollo de los niños, los que más condicionarán su carácter, y es cuando se asientan las bases del desarrollo del cerebro. Aunque una parte importante de este desarrollo vendrá marcado por sus genes, es en la experiencia educativa, dentro del entorno de cada bebé, donde esta potencialidad se modulará, ampliará o reducirá. En la familia se establecerán las bases que marcarán este desarrollo, y lo condicionarán dependiendo del nivel de seguridad y protección que ofrezcan, así como de la riqueza en la estimulación y las posibilidades de exploración que tenga cada niño. Los padres y madres van a desear por encima de todo que su pequeño crezca, sobre todo, feliz.
El entorno seguro y amoroso de una familia sana, donde el bebé va a ser atendido por sus figuras de apego, (mamá, papá, abuelos o abuelas, etc.) es el ideal en estas edades tempranas. Pero cuando los padres y madres tienen la necesidad de conciliar su vida laboral con la crianza, la decisión de iniciar la escolarización es un tema que genera dudas e incertidumbre.
La Educación Infantil es la etapa educativa que atiende a niñas y niños desde el nacimiento hasta los seis años con la finalidad de contribuir a su desarrollo físico, afectivo, social e intelectual. Se divide en dos ciclos: el primero comprende hasta los 3 años; y el segundo, desde los 3 a los 6 años. en sus manos donde las familias van a depositar lo que más quieren, a sus bebés, sus niños y niñas, porque son los profesionales cualificados que más conocen las características de esta etapa y sus necesidades, ofreciendo contextos de seguridad y protección, ricos en estímulos y oportunidades de aprendizaje y desarrollo.
Beneficios de la escolarización temprana
Son muchos los estudios que afirman que la calidad de la crianza durante los primeros tres años influye decisivamente en el desarrollo posterior. Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de orientación del grupo Brains International Schools, indica cuáles son los principales beneficios que aportan los primeros cursos de educación infantil:
Ambiente seguro: En la escuela infantil el bebé va a tener un entorno estructurado, estable, con rutinas muy claras, básicas para conseguir un entorno seguro. Los horarios estables y los rituales conocidos dan tranquilidad a los bebés, les gustan y lo necesitan para ir creando esquemas internos acerca del mundo que les rodea, haciendo que sea predecible.
Fomento de su autonomía: desde entornos protegidos, el bebé va a poder desarrollar su necesidad de exploración y satisfacer su gran curiosidad hacia el mundo que le rodea. Un bebé que crece seguro va a ser un gran explorador, y la escuela infantil ofrece esos entornos ricos y variados que van a permitirle desarrollar sus habilidades a través del juego. Estas incluyen las de autonomía personal, en el cuidado de sus cosas, alimentación, vestido, higiene, sueño, etc.
Educación emocional: durante los primeros años de vida los niños se enfrentan a emociones como el enfado, el miedo o la frustración, sin tener los recursos para poder comprenderlas ni gestionarlas. Los profesionales de esta etapa tienen formación en educación emocional, lo que facilita el poder enseñar a los niños y niñas a identificar sus emociones y las de los demás, legitimarlas, regularlas y gestionarlas de forma adaptativa. Saben de la importancia de establecer narrativas de lo que va ocurriendo, para que los niños puedan ir comprendiendo e integrando lo que sienten, hacen, pasa a su alrededor.
Favorece el desarrollo del lenguaje, además de ser la etapa donde hay mayor receptividad para el aprendizaje de una segunda lengua, así como otras habilidades cognitivas y motrices a través del juego y la exploración sensoriomotora, estimulando el desarrollo del pensamiento.
Educación en valores: tener que compartir con otros niños espacios, materiales, tiempos de atención por parte del adulto les va a enseñar a esperar, a entender que los demás también tienen necesidades, a ir tomando poco a poco conciencia de las normas que rigen la convivencia. Estas normas reflejarán valores como el respeto, la generosidad, el cuidado por uno mismo y por los demás, y serán la base del proceso de socialización.
«Además del desarrollo de habilidades psicomotoras, cognitivas, lingüísticas, emocionales y sociales, es esencial la educación en valores, guiando a nuestros niños con cariño y firmeza para que aprendan a ser solidarios, respetuosos, buenas personas. Lo más importante en esta etapa es que el niño se sienta querido, tranquilo y seguro en su entorno», afirma Ana Herrero, psicóloga y coordinadora del departamento de orientación del grupo Brains International Schools.
Qué tener en cuenta a la hora de elegir centro
Hay muchos factores a considerar cuando se trata de decidir cuál es el centro idóneo:
Equipo docente y de orientación psicopedagógica: el éxito del correcto desarrollo del alumnado durante su etapa de Educación Infantil se encuentra directamente influenciado por el proyecto educativo, el equipo docente y el departamento de orientación psicopedagógica de los centros. Las educadoras infantiles buscarán vincularse emocionalmente con cada bebé, estando disponibles, siendo accesibles, sintonizando con sus necesidades para poder darles respuesta, especialmente en estas edades tempranas donde todavía no hay lenguaje oral o es muy limitado.
La comunicación y la relación personalizada con las familias basada en la confianza mutua es imprescindible. La disponibilidad y cercanía de educadoras, orientadoras y equipos directivos, tienen como objetivo la atención y acompañamiento a las familias en cuestiones relacionadas con el desarrollo psico-emocional, académico y educativo de sus hijos, dando apoyo en situaciones de crisis o dificultad, y buscando la colaboración para dar respuesta a las necesidades educativas del alumnado.
Flexibilidad para facilitar la adaptación: el periodo de adaptación en esta etapa es fundamental, puesto que el bebé se encuentra por primera vez en un ambiente nuevo y desconocido. Por ello, es esencial encontrar centros que cuenten con programas que favorezcan una suave y tranquila transición de casa al colegio.
Experiencia y personalización del aprendizaje: muchos centros educativos cuentan con una amplia experiencia que les avala. Resulta fundamental que cuenten con proyectos educativos que aboguen por un aprendizaje adaptado a cada alumno, respetando los ritmos, necesidades e intereses.
Formación académica: clases de baby yoga, reflexología para bebés, masajes, clases de desarrollo sensorial, música, drama, actividades específicas para el desarrollo de las inteligencias múltiples son algunas de las propuestas que ofrecen algunos centros de Educación Infantil, favoreciendo la gran plasticidad cerebral que existe en estas etapas. Será muy importante que estas experiencias no aceleren procesos y sean respetuosas con el momento evolutivo de cada niño y niña.
Psicomotricidad: la experiencia de aprendizaje en esta etapa debe ser sensorial, manipulativa, motriz, emocional, desde el placer y el juego. Encontrar centros que impartan sesiones de psicomotricidad diarias será esencial para el desarrollo global de los pequeños.
Enseñanza de idiomas: los primeros años de vida son los mejores para asimilar un segundo idioma. Muchos estudios han demostrado que la primera infancia es un período crítico para el aprendizaje de una segunda lengua, como si fuera la lengua materna. Fomentar la interculturalidad con iniciativas, proyectos y experiencias ayudará a que los niños puedan crecer con mentalidad abierta y respetuosa hacia todas las culturas.
Instalaciones: propiciar el entorno ideal es esencial para un correcto desarrollo de los más pequeños. Los espacios deben estar adaptados a las necesidades, para el descanso, la alimentación, la exploración. Algunos centros ofrecen incluso espacios para la lactancia materna para las madres que desean amamantar a sus hijos en horario escolar, o instalaciones preparadas para la conservación y la administración de la leche materna en caso de que se opte por la lactancia diferida.
«Los centros de Educación Infantil cuentan con excelentes profesionales que asumen la tarea de educar a los más pequeños con una gran responsabilidad y compromiso, y desde el cariño y respeto a las características y ritmos de maduración individuales. Contribuyen de forma decisiva al desarrollo global de las capacidades afectivas, motrices, cognitivas y de comunicación y lenguaje. No puede haber nada más importante, ya que el futuro de cada una de estas criaturas parte de esta base», concluye Ana Herrero.
Fuente: abc.es