En los últimos meses las tesis académicas han estado en el debate público. Diversas denuncias de plagio han involucrado a conocidos personajes de la política. También se ha cuestionado la pertinencia o no de ciertos contenidos. Este artículo nos ayuda a entender la importancia de la metodología científica para elaborar este tipo de textos.
Actualmente, la tesis de grado constituye una exigencia ineludible para todo aquel que aspire obtener un título o grado universitario. Más aún cuando los sustentos de calidad en procesos de licenciamiento y acreditación de la educación superior, sitúan a la actividad investigativa como un elemento clave. Esto ha desencadenado que los rangos de competitividad entre las universidades, antepongan la generación de mayores evidencias en productividad científica a la rigurosidad y pertinencia de la misma. Según el Registro Nacional de Trabajos de Investigación (Renati), al 2019, existen en el Perú universidades que no han llegado a reportar más de un ejemplar de tesis o las que sobrepasan incluso las 20 000, pero ¿son estos indicadores aceptables sobre la calidad y la eficiencia en la práctica investigativa?
Llama la atención la reciente problemática suscitada a partir de la publicación de una tesis de licenciatura sobre la reconciliación de dos personajes de la farándula peruana. Si bien, hubo una serie de manifestaciones a favor o en contra de este hecho; se trata de analizarlo, más allá de cuestionarlo en función de su contenido o de esgrimir sobre su validez científica. Y es que con ello, resulta preocupante el sentido que estaría tomando la práctica investigativa en nuestro país. Entonces aparecen una serie de cuestionamientos: ¿Para qué se investiga? ¿Qué puede ser o no objeto de estudio? ¿Qué define la rigurosidad académica de una investigación?
Responder estas interrogantes supone adentrarnos en la importancia y real sentido de la metodología científica. Para ello, se deben examinar cuidadosamente el desarrollo de líneas de investigación como una de las condiciones de calidad para la concesión del licenciamiento (Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria – Sunedu, 2015). Son las universidades las primeras en definir y propiciar esta tarea,
Iniciarse en la investigación, tal como lo señala Carlino (2005), implica adentrarse en una cultura con pautas y valores nuevos, que exigen cambios incluso en la identidad de quien la emprende. Por lo tanto, hacer una tesis es un asunto complejo, en el cual el tesista, asume un compromiso personal y se dispone a tomar consciencia de cómo se va generando en sí mismo el progreso en la construcción del texto.
Esta complejidad se define desde la decisión de investigación, hasta los procedimientos de defensa y fundamentación argumentada que conlleva su finalización y consecuente sustentación frente a un jurado o tribunal ante el cual hay que defenderla. Todo ello demanda un nuevo reto para las universidades: replantear las formas de las metodologías orientadas al desarrollo de competencias investigativas. Se proyecta también un gran reto para el docente de docencia superior y su intención de formar competencias de producción científica en estudiantes que necesitan desplegar altos niveles cognitivos y disponerse a la reflexión y al análisis de la realidad.
La decisión de investigación supone emplazar en estos estudiantes oportunidades para poner en juego su potencial reflexivo y de revisión de los sujetos y contextos que hay en torno a un determinado conocimiento, antes que plasmar el título de su tesis y definir con ello, el objeto de estudio (Carlino, 2005). Sin embargo, en la mayoría de espacios académicos, es excesiva la tendencia a priorizar aspectos de forma antes que de contenido epistémico. Son varias las universidades que disponen de guías y protocolos oficiales, en los que se condiciona la aprobación de una tesis, si esta cumple con una serie de formulismos lingüísticos, relativos al uso y reglamentaciones oficiales del lenguaje, además de otros aspectos referidos a la presentación del formato, como el interlineado, el tipo y tamaño de letra, entre otros. Lo mismo estaría ocurriendo con las aplicaciones establecidas por la Asociación Estadounidense de Psicología, más reconocida por sus siglas en inglés como APA, las cuales muchas veces, tienen un mayor peso en la valoraciones referidas al contenido.
Con ello no se está restando la importancia de estos aspectos en la construcción textual de una tesis, lo que se busca es ser claros en el propósito que supone saber equilibrarlos para obtener un producto que destaque por su esencia epistémica. Entonces, urge el reconocimiento de ciertos elementos que realmente contribuyan con este desarrollo. Uno de ellos es el ejercicio dialéctico, el cual se dinamiza si se procura que en los espacios de autorreflexión y de interreflexión se oriente la discusión alturada. Sobre todo la expresión de posturas y argumentos desde distintas visiones y modelos científicos.
El ejercicio de contradicción, desde una disposición dialógica, incrementa las oportunidades de revelar conocimientos que se perfilen en función de su consistencia teórica y argumentativa (Luna, 2008). Todo esto representa un proceso cíclico, en el cual se precisa que el tesista o investigador revise fuentes científicas relevantes e intercambie sobre ello con sus pares, pero que además, consulte a expertos en el tema que ha de investigar. Solo así, se estaría cimentando la solidez en la rigurosidad científica.
Es importante, entonces, hacer notables algunas formas de construcción textual, basadas en el reconocimiento y aplicación de pautas metodológicas para la elaboración de productos científicos como tesis o incluso, artículos científicos. Al respecto, Londoño, Maldonado y Calderón (2015), hacen extensivas algunas estrategias para realizar un estado del arte, que no son otra cosa que una serie de procedimientos para indagar y sistematizar antecedentes y fundamentos teórico-científicos. Claro está que el estado del arte necesita ser concebido en una orientación transversal y a lo largo de todo el proceso de la construcción textual.
Así, los antecedentes de investigación científica necesitan ser examinados, reconociendo los indicios de estos aportes a partir de la configuración de sus conexiones. Se trata de disponer un mapa de relaciones que ponga de manifiesto los vínculos y contrastes de los conceptos y categorías asumidas desde las fuentes. Por ello, se recurre a un ejercicio de sistematización que permita organizar el conocimiento desde lo abstracto a lo concreto. Entonces, cobran sentido algunas técnicas que en instrumentalidad resultan muy simples, como los mapas semánticos, los cuadros de doble entrada, los esquemas, los mapas mentales y conceptuales, entre otros.
De esta manera, la transdisciplinariedad ofrece formas no habituales de construir el texto. El componente psicocognitivo permite el repertorio para la activación del análisis y de la síntesis. Los estudiantes necesitan hacerse cuestionamientos, elaborar y reelaborar sus significaciones, realizar operaciones de contraste, de inducción o deducción, de secuencia histórico-lógica o incluso de mapeo o “visión sistémica”. El discurso textual se concretiza con mayor solidez y secuencia argumentativa en función de estas disposiciones (Lopera, Ramírez, Zuluaga y Ortíz, 2010; Saez Rosenkranz, 2016).
Esta mirada cimentada en la transdisciplinariedad se complementa con la incorporación de una innegable comprensión del texto, la cual se demuestra a partir de la selección de citas textuales que luego puedan ser transformadas en paráfrasis o glosas. Si el estudiante es capaz de decir con sus propias palabras lo que un autor expone, estará demostrando un nivel de comprensión literal, pero ¿qué tanto esto le resulta fácil y no alterará la significación de los textos citados? Se avizora, en este, un primer escalón ante toda una cumbre de capacidades que conlleven a la construcción de una síntesis argumentativa.
Frente a estas reflexiones, es clara la urgencia de cambiar el paradigma vinculado a qué implica realmente la elaboración de una tesis. El valor intangible en el desarrollo competitivo de los estudiantes respecto a esta tarea, incluye la esencia de complejidades relacionada con capacidades y aportes disciplinares, aunque en suma es decisivo un nuevo reconocimiento en este tipo de actividad científica: “concebir la tarea de una tesis como un proceso de construcción textual transdisciplinar”. Necesitamos seguir profundizando en este punto.
Patricia Medina Zuta.
Doctora en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano en Contextos Multiculturales por la Universitat de Valencia (España) y Máster en mención similar por la misma universidad.
Magister en Educación con mención en Gestión de la Educación por la PUCP y especialista en Problemas de Aprendizaje por CPAL.Asesora y docente especializada en Investigación Educativa, Docencia Universitaria y Gestión Educativa. Posgrado de USIL, UNIFÉ, UARM y en la Maestría de Ciencias de la Educación en la UNISS de Cuba. Actual consultora Internacional y asesora de REDEM y CECIP. Miembro del Comité directivo de REED. Miembro del Comité Directivo en la Red Latinoamericana de Formación Docente Kipus – Perú.
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Londoño, L., Maldonado, L. y Calderón, L. (2014). Guías para construir Estados del Arte. Bogotá: International Corporation of Networks of Knowledge.
Lopera, J. D., Ramírez, C. A. Zuluaga, M. U. y Ortíz, J. (2004). El método analítico como método natural. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. 25(1) 327-353, 2010. Servicio de Publicaciones, Universidad Complutense de Madrid.
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Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria – SUNEDU (2015). El modelo de licenciamiento y su implementación en el Sistema Educativo Peruano.
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