La lectura, una de las mayores dificultades de los niños con dislexia, puede mejorar mediante el uso de lentes verdes.
Un estudio publicado por investigadores brasileños y franceses mostró que voluntarios de 9 y 10 años que utilizaron los filtros verdes experimentaron un aumento en la velocidad de lectura. En niños sin dislexia, dichos filtros no surtieron ningún efecto.
Esos filtros verdes se patentaron en 1983 y ya se los ha prescrito no sólo para niños con dislexia sino también para portadores de autismo y del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
«Sin embargo, los estudios realizados sobre su eficacia adolecían de deficiencias metodológicas. Por primera vez se ha empleado una metodología bastante rigurosa», dijo Milena Razuk, primera autora del artículo, publicado en Research in Developmental Disabilities.
La falta de estudios sobre los filtros hace que no se los utilice mucho en Brasil, pero algunos otros países, como Francia, si los adoptan.
Razuk, quien concluyó en abril su doctorado en la Universidad Cruzeiro do Sul (en São Paulo, Brasil), realizó el experimento durante el período que pasó en la Université Paris Diderot, París 7, en el marco de una pasantía de investigación y con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP.
Se seleccionaron 18 niños con dislexia y otros 18 que no padecían esta condición, todos atendidos en el Hospital Robert Debret, de París. Para el experimento, los científicos eligieron los filtros de colores amarillo y verde.
«Son 12 los colores disponibles, pero llegamos a esos dos porque sería una dificultad muy grande para los voluntarios el hecho de permanecer tanto tiempo sometiéndose al test», dijo José Angelo Barela , docente del Instituto de Biociencias de la Unesp, con sede en la localidad de Rio Claro, en Brasil, y coordinador del proyecto .
A los 36 niños se los puso a leer en una pantalla fragmentos de libros infantiles recomendados para su franja etaria. Leían distintos extractos sin filtro, con un filtro amarillo y con otro verde.
Durante todo el tiempo empleaban un aparato apoyado sobre la cabeza que mide los movimientos de los ojos denominado Eye Tracker. Se trata de gafas con dos cámaras que envían señales infrarrojas a los ojos, detectan dónde está fijando su mirada el usuario y determinan el tiempo empleado para fijarla.
«Los niños con dislexia necesitan fijar durante más tiempo la mirada sobre las palabras para comprender el texto, por eso la velocidad de lectura es menor», declaró Barela.
Mientras que en los niños sin dislexia no se registraron cambios en la velocidad de lectura con los filtros, el Eye Tracker detectó que los niños con dislexia pasaron a fijar fragmentos de palabras o de frases por 500 milésimas de segundo utilizando el filtro verde. Sin el filtro o utilizando el filtro amarillo, el tiempo era de 600 milésimas de segundo.
De todos modos, ese período de tiempo es superior al de los niños sin dislexia, cuya fijación es de 400 milésimas de segundo. Los autores del estudio hacen hincapié en que no evaluaron si el filtro verde mejoró la comprensión de lo que se leyó.
No se conocen las causas de la dislexia, que hace que sus portadores tengan una integración sensorio-motriz menos precisa. «Es como si hubiera algún ruido que obstaculiza la comunicación del cerebro con el resto del cuerpo», dijo Razuk.
No obstante, esta condición no significa una deficiencia intelectual. «Para efectuar el diagnóstico de dislexia, el cociente intelectual debe ser normal o superior al promedio», dijo la investigadora que tuvo el apoyo de la FAPESP.
En el estudio, los autores consignan que la mejora del tiempo de lectura con el filtro verde puede deberse a cambios en el estímulo visual disponible para el procesamiento en el sistema nervioso central.
Otros estudios sugirieron que los filtros reducen la excitabilidad de la corteza cerebral, que puede ser mayor en los disléxicos y por eso obstaculizaría la lectura. De acuerdo con esta hipótesis, el filtro disminuiría el estímulo visual y, por consiguiente, mejoraría la lectura.
Esta posibilidad cobró más fuerza luego de que estudios con resonancia magnética funcional (fMRI, en inglés) publicados en 2015 mostraron una activación significativa de la corteza de voluntarios durante la lectura con filtros de color (azul, en ese caso), comparada con la de otros que no usaron ningún filtro. Esos lentes, por ende, disminuirían el estrés visual y la distorsión del texto, mejorando el procesamiento visual y el desempeño en la lectura.
El próximo paso de la investigación consistirá en verificar la actividad cerebral de los niños disléxicos durante la lectura con un aparato de fMRI que Barela adquirió con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil.
Fuente: Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo
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