En los últimos años en la Unión Europea se observa un fenómeno que llama la atención: uno de los miembros más pobres del bloque, que todavía siente los efectos de una grave crisis económica, está ascendiendo cada vez más en la principal prueba internacional de educación.
Portugal logró que sus alumnos de 15 años se situaran por encima de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a los países más ricos del mundo, en las tres áreas de estudio evaluadas por la prueba Pisa: ciencia, lectura y matemáticas.
Desde que la OCDE comenzó a aplicar la encuesta -que se realiza cada tres años- en 2000, Portugal ha avanzado «a pasitos».
Desde hace una década y media el país europeo mantiene esa trayectoria en sus resultados y es el único del continente que mejora su desempeño cada año.
Ni siquiera durante los períodos más duros de la última gran crisis, cuando se redujeron las inversiones y hubo un ajuste fiscal impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, se frenó esta evolución.
Es tal la consistencia de los resultados, que Portugal hoy recibe el apodo informal de «estrella ascendente de la educación internacional».
Lo logró sin apostar por ninguna estrategia educativa importante sino invirtiendo en las personas que componen la comunidad escolar, especialmente las madres y los niños de 0 a 6 años.
A pesar de los resultados positivos, muchos creen que todavía queda bastante por mejorar. Uno de ellos es el profesor António Gomes Ferreira, director de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Coimbra, quien recomienda tener prudencia en la lectura de los datos.
«El Pisa refleja un buen rendimiento, pero no una buena posición: Portugal está sólo ligeramente por encima de la media de la OCDE, que ocupa un lugar medio», observa.
Entre los 72 países que participan en la prueba, la puntuación de Portugal en la última evaluación fue de ocho puntos por encima de la media en ciencia, cinco puntos en lectura y dos puntos en matemáticas.
Los puestos finales de los alumnos portugueses, por disciplina fueron:
- 17 en ciencia,
- 18 en lectura
- 22 en matemáticas
Esto sitúa a Portugal entre los mejores del mundo, pero aún está lejos del rendimiento de los sistemas educativos de referencia internacional, como Singapur, Finlandia, Hong Kong, Canadá y Suiza.
«Lo que Pisa y otras evaluaciones nos muestran es que Portugal tiene un nivel de país desarrollado, pero aún está lejos de sumarse a los que están en la parte superior del cuadro», dice Gomes Ferreira, que coordina el Grupo de políticas educativas y el Centro de Estudios para la Educación Dinámica Interdisciplinarios del Siglo 20 (Ceis20).
Sin embargo, el experto reconoce que no es casual que el país muestre avances en la evaluación y está de acuerdo con que esto merece ser reconocido.
Escolarización de las madres
Durante los últimos 50 años, Portugal ha logrado un desarrollo educativo que va más allá del tamaño de sus escuelas.
Viene de un esfuerzo amplio para cambiar el status socioeconómico y cultural de la población en general, particularmente de las comunidades de menores ingresos.
En la década de 1970 Portugal universalizó la educación, logrando tener a todos los niños en edad escolar en centros educativos.
Esto significa que los padres de los niños que están hoy en la escuela son la primera generación escolarizada, y eso, a su vez, lleva a otra manera de educar y también a expectativas diferentes en relación al curso académico de los hijos.
En un período más reciente, entre 2003 y 2015, el número de madres que completaron la enseñanza secundaria subió en un 41%.
«El indicador que más influye en el rendimiento escolar es la educación y la escolarización de la madre«, dice Gomes Ferreira.
«Si hoy tenemos madres más educadas y más apoyadas, es natural que tengamos niños más capaces de insertarse en la escuela, de involucrarse y de evolucionar».
Otro aspecto positivo tiene que ver con la primera infancia: la mortalidad infantil en menores de 5 años en Portugal ha caído en un 94% desde 1970, según Unicef.
Un informe de 2017 también indica que sólo 15 países, entre ellos Portugal, han adoptado tres políticas nacionales básicas para apoyar a los padres de bebés y niños pequeños durante el período más crítico de su desarrollo:
- dos años de guardería gratuitos
- pausas para lactancia en el trabajo para las nuevas madres por seis meses
- licencia parental adecuada
«Eso (el desarrollo de los niños en los primeros años de vida) puede ser tan o más relevante para esos resultados que un método u otro aplicado a la educación», asegura Gomes Ferreira.
Sin embargo, destaca que este es un desafío para el cual el Estado y la sociedad aún necesitan movilizarse, ampliando la oferta de guarderías y jardines de infantes para todos y atendiendo otras necesidades en el ámbito sanitario y materno-infantil.
De acuerdo con un informe publicado recientemente por la OCDE, a pesar de los recientes avances, Portugal está entre los países más desiguales de esa organización, con una gran proporción de adultos sin educación y niveles de desigualdad de ingresos por encima de la media.
El 10% más rico tiene un rendimiento casi cinco veces superior al 10% más pobre, y la diferencia está relacionada con la baja educación de la población, ya que el 55% de las personas entre 18 y 64 años no concluyó la enseñanza secundaria.
«Los países que presentan mejores resultados educativos son aquellos que son más cohesionados socialmente«, dice Gomes Ferreira, agregando que generalmente son también sociedades menos violentas, más eficientes, más igualitarias y con más calidad de vida y bienestar.
En este sentido, su opinión es que Finlandia, hoy referencia en educación, fue el primer «alumno aplicado», al garantizar un equilibrio de sus políticas sociales y crear un desarrollo sostenido.
El Pisa simplemente mostró su consistencia desde el punto de vista educativo, asegura.
Los desafíos
Si hay una receta portuguesa para el progreso en la educación consiste en trabajar juntos y consistentemente en la organización de la sociedad. «La gente se olvida de que la educación es mucho más que la escuela», señala.
La percepción general es que las instituciones educativas portuguesas están bien estructuradas, con el foco en el desempeño de los alumnos, espacio para la crítica entre colegas y una buena planificación.
Las diferencias están, por ejemplo, en la importancia dada a las actividades orientadas a la recuperación, a las relaciones pedagógicas y al apoyo individualizado ofrecido a cada alumno.
Hay una hipótesis controvertida que asegura que los buenos resultados de los estudiantes portugueses se debe al énfasis que las escuelas dan a las pruebas, que son aplicadas con frecuencia y regularidad, a contramano de países como Finlandia, que realizan menos exámenes para reducir la ansiedad de los alumnos con el aprendizaje.
Aunque todavía es difícil establecer el efecto exacto de estos elementos en el rendimiento de los estudiantes portugueses, uno de los principales factores de riesgo señalados por el estudio de la OCDE es el uso frecuente de la reprobación escolar.
Para Gomes Ferreira, esa política «indeseable y perniciosa» sólo existe por tradición y «afecta principalmente a niños de familias de menos ingresos».
Para él, el desafío de las escuelas portuguesas es instigar el éxito a través de la discriminación positiva y reforzar la consistencia de la comunidad estudiantil.
Una de las escuelas portuguesas con mejores resultados, la escuela media Carcavelos, cuenta con la tasa de repetición más baja del país (alrededor del 3%).
Esa escuela, sin adoptar un modelo educativo específico, decidió acabar con las repeticiones hasta el noveno año de la enseñanza básica. La acción viene acompañada por un programa más intensivo de apoyo al alumno.
Los docentes
En cuanto a los profesores, el reto que preocupa actualmente a Portugal es el envejecimiento de esta población.
Según la OCDE, solo el 1% de los profesores de enseñanza básica y secundaria tienen menos de 30 años y el 38% tiene 50 años o más, con un aumento del 16% entre 2005 y 2016.
Esto genera otro desafío educativo: la resistencia a la innovación.
También existe un riesgo de escasez de profesores debido al poco interés de los jóvenes por la profesión. Según las últimas conclusiones de la OCDE, el salario es compatible con el mercado de trabajo y, en la cima de la carrera, incluso está por encima de la media de los otros países.
Lo que hace que la carrera educativa sea menos atractiva para los jóvenes es la falta de puestos de trabajo. Sabiendo que la tendencia es al desempleo, los jóvenes no eligen la profesión.
Por el lado positivo, los profesores en Portugal están mejor capacitados y seleccionados hoy que hace 15 años: entre los docentes del 3er ciclo de secundaria, comprendidos por Pisa, la formación mejoró en un 48% entre 2003 y 2015.
Gomes Ferreira resalta que la relación entre las políticas educativas y el desarrollo educativo son muy inconclusas, dejando margen para análisis más sutiles.
La principal cuestión, en opinión del profesor, es si los cambios son sólidos, consistentes y permiten que las generaciones futuras tengan mejores perspectivas, construyendo una sociedad más libre, igualitaria y capaz de beneficiar a aquellos que no tienen buenas condiciones.
Por eso cree que la lectura del Pisa interesa más en términos de futuro que de presente. «Quedarse simplemente con la idea de que ‘hoy somos mejores de lo que éramos en el pasado’ no alcanza», concluye.
Fuente: bbc.com