Hasta hace relativamente poco, la de profesor universitario era una ocupación privilegiada. No sólo gozaba de una buena reputación entre todos los estamentos de la sociedad, sino que esta se correspondía con una gran influencia social y una remuneración acorde con el puesto. John Edward Masefield, poeta inglés, escribió que “hay pocas cosas terrenas más hermosas que la universidad: un lugar donde los que odian la ignorancia pueden luchar por el conocimiento, y donde quienes perciben la verdad pueden luchar para que otros la vean”.
No obstante, y de manera paralela al crecimiento de la población universitaria durante la segunda mitad del siglo XX, el profesor universitario parece estar sometido a más estresantes que nunca. No sólo ha perdido su categoría social, sino que también ha visto cómo su sueldo ha disminuido de manera inversamente proporcional al del estrés que ha de afrontar. Todo ello formando parte de una institución cuyas estructuras apenas han evolucionado en siglos.
“El trabajo del profesor universitario es uno de los más tóxicos”, recuerda con contundencia el psicólogo y profesor de Recursos Humanos de la Universidad de Alcalá Iñaki Piñuel. “Se valora poco porque se cree que el trabajo del sector educativo es de guante blanco, pero contrariamente a ello, el entorno del profesor universitario produce niveles de estrés superior a otros y quiebra la capacidad laboral de muchos profesores a una edad más temprana”.
Se desprecia el valor del conocimiento por la eficiencia
Hace ya ocho años que un estudio de la Universidad de Murcia puso de manifiesto que el 83,6% del profesorado sufría de estrés crónico, y aunque su autor, el profesor ya retirado de Psicopatología de la Universidad de Murcia José Buendía reconoce que “los datos son perecederos”, la situación parece haber empeorado tras la implantación del Plan Bolonia. Es una situación que se repite en otros países vecinos, como el Reino Unido, donde recientemente una investigación publicada por el UCU (Universitary and College Union) ponía de manifiesto que las enfermedades mentales habían aumentado sensiblemente entre la población académica.
El estudio sintetizaba algunos de los principales escollos para la felicidad del profesor, entre los que se encuentran el constante escrutinio externo, la imposibilidad de conciliar la vida personal con la laboral y la necesidad de proporcionar constantemente resultados positivos. Como recuerda la profesora titular de sociología de la Universidad de La Coruña Rosa Caramés, “se desprecia el valor del conocimiento por la eficiencia”. Estos son los principales “jinetes del Apocalipsis” a los que tiene que enfrentarse el profesor contemporáneo.
1. Es una institución del siglo XXI que sigue funcionando de manera medieval
Quizá la comparación más reveladora para definir la universidad sea la que utiliza Piñuel: las universidades siguen reflejando con gran fidelidad las características de la sociedad feudal en la que nacieron. “El feudalismo genera sus cabecillas y sus súbditos, que están obligados a respetar ciertos códigos ajenos al siglo XXI, como cuando te dicen ‘no te presentes a esta plaza porque ya está adjudicada’ o ‘tú no puedes publicar en esta revista hasta que yo lo haga”, explica el autor de La dimisión interior (Ed. Pirámide).
Se ha conseguido consumir el tiempo dedicado a la preparación de las clases y dedicar más tiempo a labores puramente administrativas
Como dejó escrito el administrador de la Universidad de Harvard Henry Rosovsky en The University: an Owner’s Manual, “las universidades aman los rangos jerárquicos tanto o más que el ejército”. El psicólogo añade que, a diferencia de la educación primaria o secundaria, la universidad está formada por alumnos ya adultos, “que son gente más exigente”, y el profesor está obligado a actualizarse continuamente. Ello da lugar a factores de riesgo psicosocial como “la rivalidad, la competitividad, las camarillas de poder o las guerras intestinas”, frecuentes en el ámbito universitario y que minan poco a poco la resistencia del profesor.
2. El día que el profesor pasó a ser un burócrata
El Plan Bolonia ha traído consigo, entre muchas otras cosas, una burocratización de la enseñanza que ha provocado que los profesores pasen más tiempo rellenando formularios, pruebas y revisiones que dedicados a la preparación de sus clases y a sus proyectos de investigación. “Bolonia se ha implantado de manera desastrosa”, sintetiza Rosa Caramés. “Sólo se ha conseguido consumir el tiempo dedicado a la preparación de las clases y dedicar más tiempo a labores puramente administrativas”.
Piñuel se muestra de acuerdo: “Son un montón de horas de trabajo que sobrecargan a un profesor que ya está suficientemente sobrecargado de por sí. Para conseguir nada estamos incrementando una carga que no tiene mucho valor añadido. No por rellenar más papeles es mejor, al contrario, el tiempo disponible para preparar clases e investigar se emplea en reuniones y consignar papeles”. También disminuyen las horas de descanso y esparcimiento, vitales para el bienestar de cualquier trabajador.
Esta “maquinaria”, como la define el psicólogo, conlleva otro problema: el aumento de las pruebas sobre el control del profesorado. Algo que en principio tendría como objetivo garantizar la calidad de la enseñanza, se añade a las montañas de burocracia ya existentes y someten al profesor a un continuo escrutinio. “Es la paradoja tras la ilusión del control”, explica Piñuel. “Es un efecto de la centralización de las políticas de la UE que necesita sistemas de control. La idea de consignar papeles, documentos o comisiones da la sensación de que las cosas se están gestionando mejor. Es pura entelequia”.
Pablo, profesor durante quince años tanto en España como en Inglaterra, cree que ello ha provocado, no obstante, que haya un mayor control sobre el acceso a los puestos docentes. “Antes, cualquier catedrático o profesor con influencia podía enchufar a quien le diese la gana (te sorprendería saber en cuántos departamentos de la universidad pública hay padres e hijos o maridos y mujeres)”, explica. “Ahora, al menos, el enchufado ha de pasar un filtro, aunque sea un filtro de mínimos, no del todo exigente, discutible, etc.”
3. Acoso por parte de los alumnos… y por parte de los compañeros
Aunque el acoso por parte de los estudiantes no es tan frecuente como en la educación secundaria, los profesores también manifiestan ser víctimas de amenazas por parte de sus alumnos. El desprestigio reciente de la educación no ha ayudado precisamente: “En los últimos años ha entrado una corriente que desprestigia la labor del docente. En ocasiones parece haber un afán reduccionista, un tanto persecutorio, de la labor de las personas que se dedican a la docencia”, explica Rosa Caramés, que sugiere que muchas veces el profesor es acusado de una serie de cosas –“que no corrige bien, que tiene manía a los alumnos, que no sabe dar clase”– que tan sólo son ciertas en un número limitado de casos, pero que suele hacerse extensible a todo el cuerpo docente.
La creciente competencia provoca que las zancadillas sean frecuentes
A este hay que añadirle el mobbing ocasionado por los propios compañeros: según el estudio anteriormente citado, realizado en la Universidad de Murcia en el año 2004, hasta el 44% del personal manifestaba sufrir acoso laboral. Algo que, como señaló en aquella ocasión el profesor José Buendía, “tiene como objetivo que se abandone el centro, puesto que al ser funcionarios, no se les puede despedir”. Piñuel añade que la creciente competencia provoca que las zancadillas sean frecuentes: “Quien no acata las reglas, se convierte en un chivo expiatorio y es perseguido”.
4. Hay que luchar mucho para ascender
El del acceso a la docencia universitaria es un camino lleno de palos y piedras y, sobre todo, sacrificios obligados. Pasan años hasta que se pueda impartir clase, mucho más hasta que alguien se convierte en profesor titular y ya no digamos convertirse en catedrático. Abundan las horas extras, las asignaturas impartidas a cambio de nada o el “tráfico” de artículos que permite a algunos profesores seguir un año más aferrados a su puesto gracias a trabajos realizados por sus estudiantes.
Aún hoy se ven rencillas entre profesores que se enfrentaron unos a otros por plazas
“El motivo de conflicto más grande que puede haber en un departamento es casi siempre las plazas”, explica Pablo, que matiza que al no haber plazas nuevas durante los últimos años, los conflictos han desaparecido. “En el pasado, cuando no existía el método de las acreditaciones, las plazas las decidía el catedrático de turno, y siempre terminaba favoreciendo a sus preferidos, mientras que los otros se jodían y tenían que esperar años hasta conseguir sacar su plaza. Aún hoy se ven rencillas entre profesores que vivieron ese sistema y que se enfrentaron unos a otros por plazas”.
Algo que, no obstante, no siempre es percibido de forma necesariamente negativa, especialmente como una solución al piloto automático que provoca la falta de ilusión entre los docentes de mayor edad. Luna Paredes goza de una beca FPU (Formación del Profesorado Universitario) e imparte clases de «Análisis y comentario de textos literarios» en la Universidad de Alcalá. “El hecho de que un becario imparta una asignatura completa me parecía a priori una irresponsabilidad”, explica. “Sin embargo, un becario también va a afrontar las clases con un entusiasmo que algunos profesores (no todos, no siempre) han perdido”.
Preparar bien una hora de clase puede llevarte entre ocho y diez horas
El esfuerzo exigido a los primerizos, frente al de los funcionarios, “sólo puede traer cosas buenas”, señala, aunque “implica que las horas de preparación de una sola clase sean ingentes”. Como recuerda Pablo, que imparte ocho horas de clase a la semana, “preparar bien una hora de clase que impartes por primera vez puede llevarte entre ocho y diez horas”. “El becario debe hacerlo bien porque, en primer lugar, está inseguro y se esfuerza ante los alumnos y en segundo lugar, porque no quiere cagarla ante el director de tesis ni el departamento”, concluye Paredes.
5. Se cobra menos de lo que se piensa
El de los sueldos de los profesores universitarios es un tema complicado, en cuanto que estos varían sensiblemente dependiendo del centro, de la categoría del docente o de los diferentes incentivos autonómicos. Las categorías inferiores son las principales perjudicadas de un sistema que se complementa con los célebres quinquenios y sexenios –períodos dedicados a la investigación–, pero a los que no todo el mundo tiene acceso. El salario base puede llegar a encontrarse en unos 1.100 euros. Rosa Caramés recuerda que, aunque ella no pertenezca a dicho grupo, los más jóvenes sufren una mayor precariedad, “con contratos de muy pocas horas por las que se paga muy poco, a pesar de que el tiempo de preparación de las clases sigue siendo el mismo. La docencia se concentra en poco tiempo para ahorrar presupuesto”.
6. Sistema educativo “marketinizado”: el estudiante siempre tiene la razón
Existe cierto consenso entre los profesores en señalar que el alumno ha pasado de ser un estudiante a convertirse en un cliente, algo en consonancia con la tendencia privatizadora del sistema universitario. Ello obliga a que el docente redefina sus tareas y se vea obligado a reinterpretar su labor, lo que en opinión de Rosa Caramés, da lugar a una relación “un tanto viciada”. “Todas las cosas materiales e inmateriales tienen un precio y un valor, que no tienen por qué coincidir”, explica la socióloga. “No se entiende que los conocimientos y su proceso de adquisición es un proceso mutuo. Como todo se ha mercantilizado, lo único que parece sustentar la relación entre profesor y alumno es el precio de la matrícula”.
Uno de los factores novedosos es que el profesor se tiene que poner al servicio del alumno, algo que antes no se entendía así.
Como señalaba el filósofo José Luis Pardo en 2008, “todo comenzó con la sustitución de las “asignaturas” por “créditos”. Piñuel lo interpreta como una liberación del estudiante de las cadenas que el sistema feudal le había impuesto. “Uno de los factores novedosos es que el profesor se tiene que poner al servicio del alumno, algo que antes no se entendía así, sino que se ponía énfasis en el profesorado. El alumno ha evolucionado a ser alguien que tiene derechos, que puede exigir, que puede pensar y reclamar”. Algo a priori positivo pero de lo que, sin embargo, el profesor no parece haberse beneficiado: “Precisamente, el burnout en el profesor genera situaciones de maltrato hacia los alumnos impropia de este tiempo, como arrogancia, prepotencia…”
7. La investigación, ¿sirve para algo?
A finales del año pasado, la comunidad científica se vio sacudida después de que el Premio Nobel Randy Schekman denunciase que el factor de impacto de las revistas –es decir, la puntuación recibida por cada publicación sobre el número de veces que sus artículos son citados– vicia la investigación, y crea burbujas en torno a determinados temas. Algo semejante ocurre con el funcionamiento de los diferentes departamentos de investigación, que se centran exclusivamente en aquellos temas que les pueden dar una mayor visibilidad, despreciando aquello que no está de moda.
Una parte importante de los ingresos de los departamentos dependen de la productividad de los miembros
La máquina de la producción científica no puede pararse. Como recuerda Pablo, en países como Inglaterra, “una parte importante de los ingresos de los departamentos se los juegan con la productividad de los miembros. Es decir, si un profesor se pasa tres años sin publicar un artículo de prestigio o sin conseguir un proyecto de investigación, baja los promedios del departamento y este pierde dinero”. No obstante, se trata de una situación que afecta más en el extranjero que en nuestro país. “Un profesor titular (y conozco no a uno o a dos, sino a muchos) puede tirarse, no tres años, sino toda una vida sin dar un palo al agua, excepto prepararse sus horas de clase semanales, corregir exámenes y punto”, explica el profesor.
8. Sentimiento de inutilidad
En una reciente investigación llamada It’s a Bittersweet Symphony, This Life: Fragile Academic Selves, el profesor de gestión de las organizaciones de la Universidad de Lancaster David Knights, tras analizar los problemas de identidad entre el cuerpo lectivo inglés, llegó a la conclusión de que la mayor parte de sentimientos de los profesores hacia sus centros estaban marcados por la ambivalencia. Por una parte, porque su idea del mundo académico estaba marcada por la pasión, por el entusiasmo y por unas elevadas expectativas. Pero, al mismo tiempo, estas se encontraban matizadas por una agria sensación de que muchas de sus aspiraciones parecían “irrealizables, si no irreales”.
Así como periódicamente hacemos una revisión de nuestro vehículos, deberíamos hacer la ITV psicológica de los profesores
“Los que tenemos más vocaciones de hacer cosas nos vamos desgastando”, afirma Pablo. “Muchos de estos profesores que sólo hacen docencia en realidad no tienen interés en nada y por eso no investigan, lo único que les apetece es leerse el periódico, hablar por teléfono y tomar cafés”. Es la última etapa de un proceso que erosiona poco a poco las ilusiones privilegias y que, como recuerda Piñuel, aparece mucho antes que en otras profesiones. “Si bien la respuesta a nivel institucional a sus esfuerzos no alcanzaba el reconocimiento jerárquico, social o por parte de los compañeros, la dulzura de una carrera potencialmente estimada y una identidad reconocida de manera pública disparó sus esfuerzos”, concluía el estudio sobre esos frustrados, pero ilusionados, profesores.
“Así como periódicamente hacemos una revisión de nuestro vehículo, deberíamos hacer la ITV psicológica de los profesores”, concluye Piñuel. “Tenemos entre nuestras manos el mejor capital simbólico del país”. No se trata únicamente de preservar la calidad de vida de los docentes, sino también, de evitar que el alumnado sea la última víctima de un sistema desencantado y cada vez más oprimido.
Fuente: El confidencial.com
21 comentarios
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Excelente artículo, y veo que en Iberoamérica todos igual. Como docente puedo dar fe del tema, la política se atravesó a la academia y la putió por completo, bueno como a todo a lo que se le atraviesa. La verdad la política debería llamarse Corrúptica, que tal tan creativo yo.
Buenos días. El artículo es interesante, pero el contenido no refleja el real problema de la Universidad actual, si enfoca los matices negativos de la situación, creo que estamos todos, más o menos, de acuerdo.
Bajo mi óptica, (de acuerdo, necesito gafas jajaj ajaja ) la Universidad se está desfasando a la realidad social del momento actual. Cuando hablo de la Universidad, no hemos de olvidar su funcionalidad a lo largo de la historia, garante del conocimiento. Eso, seguro que no ha desaparecido, pero, ese garante está mediatizado por otros valores, pero resaltaría uno, y cada vez más, el económico. Quizás, por esto, hemos convertido la Universidad en una empresa, formada por trabajadores cualificados, con estructura, con las implicaciones que todos conocemos como es funcionalmente una empresa.
Por eso, entiendo, que la Universidad es funcional cuando su único objetivo sea ayudar a la sociedad a resolver problemas no crearlas.
pues de los alumnos ni hablamos, no!!!
cuando yo hice la licenciatura y la parte de los cursos del doctorado, los departamentos desde tiempo inmemorial andaban en guerra… y, para salir beneficiado algún departamento, no les importaba que, si el alumno no era de apellidos ilustres, machacarlo… son, muy lamentablemente, en general una mafia que sólo vela por sus intereses y, si hay alguno bueno, no lo soporta y coge la baja… y si además es mujer, entonces, ya la fulminan… no voy a contar mi experiencia personal, porque no puedo aún revivirla 🙁 pero, hay algo que, con el tiempo, todo lo coloca en sus sitios, la experiencia así me lo viene demostrando y, con ello, por el momento, me conformo… Roranna Tepuy
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LOS SISTEMAS POLITICOS QUE HAN PRIVELIGIADO LA EXPLOTACION NO SOLO DEL SER HUMANO,ADEMAS IMPONEN LA TECNOLOGIA SOBRE LAS RAICES DEL INTERCAMBIO DE IDEAS,CONOCIMIENTOS,EXPERIENCIAS,INVESTIGACIONES,PENSANDO EN LA ELIMINACION DE LAS AULAS DE LOS MAESTROS Y ENFRENTAR A LOS ESTUDIANTES CON LAS PANTALLAS DE UN COMPUTADOR,TELEFONOS TABLETAS,ETC,ETC…AL FINAL ELIMINACION DE LAS UNIVERSIDADES,SUS EDIFICIOS,SU HISTORIA…EDUARDO LITO BARRAZA
Todo los argumentos son ciertos, amigos de la docencia, la cuestión es, hemos progresado con las nuevas tecnologias usadas en la sala de clases. Los conceptos básicos se están perdiendo, algo tan sencillo como redactar un documento a muchos alumnos se le hace muy difícil ; en mi opinión personal debemos regresar a lo básico.
¿Excelencia académica o Entelequia académica? Hay universidades que se preocupan más por cobrar puntualmente las fructuosas colegiaturas y controlar las asistencias con un dedo opresor. Prefieren pagar menos a profesores de bajo perfil, que invertir en proyectos de investigación y estímulos al rendimiento por productividad académica. La docencia no solo es un empleo mal pagado, es en mucho la responsabilidad de crecer sin hacer sombras a sus alumnos, y de compartir la luz disfrutando con todo lo que se aprende. Hay profesores que dan clases «con clase», otros dan dictados o fotocopias, y tristemente hay algunos que solo dan lastima; lastima 1 y lastima 2.
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Estoy de acuerdo con las expresiones de todos los colegas, además de de lo ya expresado, la Universidad tiene que aprender a «lidiar» con un atravesamiento político profundo que se puede palpar hoy. Este factor, le hizo perder la autonomía y autarquía que en otrora gozaba la Universidad como Institución. Al decir de Marcela Mollis el conocimiento se ha mercantilizado y la Universidad perdió su Identidad.., abogo por poner nuestro granito de arena, para colaborar en la recuperación de dicha identidad, respondiendo a las demandas sociales, ante problemas acuciantes, fortaleciendo la Extensión uno de los pilares del saber universitario, y como una forma de retribuír lo que el pueblo aporta a nuestro salario..por cierto, muy bajo. Es una contradicción, pero también un desafío..
Desafortunada mente es una situación con la que tenemos que convivir; y creí que era únicamente en Colombia. Gracias por este espacio y los artículos que se comparten; el debate apenas empieza.
Los invitos a todos los docentes a crear una comunidad orientada a «VOLVER A LO BÁSICO». La tecnología ha sido usada como mecanismo de remplazar la ética y la moral del hombre; la markenitizacion de la educación, esta generando una clase dirigente con demasiadas enfermedades mentales; que en su afán de ÉXITO Y PRESTIGIO PERSONAL; están tomando decisiones que afectan la calidad de vida del ser humano.
Es necesario retomar los aspectos elementales de la teoría administrativa, para crear una sociedad justa y equitativa; la academia se ha vuelto muy SOBERBIA. Y este es un pecado que mata al hombre.
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La educación tiene un propósito fundamental y éste a su vez propende elevar en calidad las estructuras mismas de nuestra sociedad que de por sí se halla atiborrada de tecnología haciendo de las redes sociales su mínima expresión.
En síntesis, cuánto puede hacer un profesor universitario es mucho; pues como siempre el esfuerzo es lo menos y el problema hoy, como siempre es y será es el sistema.
El objetivo derrotero siempre será el conocimiento y la verdad máxime la formación de los estudiantes universitarios.
Por extensión, los aspectos no aludidos como el presupuestario, son síntoma para una participación estamental que requiere del pleno ejercicio con libertad y democracia en el ámbito universitario y social.
Aquí se habla del profesor universirario. Però los profesores de primária y secundária ya hace tiempo que lo estamos padeciendo. Tenemos más horas laborales y menos sueldo. Tambien hemos de aguantar las impertinencias y «sabidurias» de los padres.
Y a parte de las depresiones. Nos gastamos parte de nuestro «gran» sueldo en el osteopata para poder tener unas mínimas condiciones físicas para seguir aguantando todo este tinglado en el que nos han puesto, sin pedirlo.Queremos ser profedores y que se nos respete como tales y que se tenga en cuenta nuestro trabajo y se respete. Ya esta bien de desprestigiar a un colectivo que tiene que aguantar verdaderas barbaries y estupides. Tenirndo una preparación, dedicación y aguante por encima de cualquier empleado o directivo de empresa.
Cada día se pone mas en evidencia el rol que desempeña el docente universitario, al enseñar, guiar o monitorear a una población estudiantil diversa, heterogènea e informada. Anteriormente, el docente solo estaba preparado para trabajar con pocos estudiantes, en la actualidad la población estudiantil ha crecido y accede mas a las instituciones educativas de todo nivel, tanto presencialmente como a distancia. De ahí que los gobiernos deberían darle al sector educación mejores presupuestos, todos tienen derecho a recibir una educación de calidad. Y sus docentes estar bien formados para compartir en ambientes saludables una educ de primera.
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En México, la Reforma Educativa va en el sentido del artículo. Logra implantar una idea privatizadora de la educación donde se persigue el desarrollo de competencias si importar las necesidades reales del alumno (educación del hemisferio izquierdo sin importar el desarrollo del hemisferio derecho: Menos arte, menos sensibilidad y más matemática). Se castiga la imaginación del docente porque la carga administativa, que en publicidad gubernamental dice que se debe disminuir, en la práctica se aumentó criminalmente y ahora los docentes nos desvelamos para cumplir con informes, reportes de evaluación, Etc. El objetivo real: Formar alumnos competentes, dóciles, listos para hacer fila como mano de obra calificada a cambio de un sueldo y prestaciones inhumanas y hacer del docente un profesional desechable según las necesidades presupuestales. A nuestro gobierno no le importa la educación, le importa pagar menos y correr con mayor facilidad a los profesionales de la educación en aras de preservar un presupuesto para compra de votos y acciones altamente populistas y costosas y así mantenerse en el poder. Qué triste realidad.
No solamente como dice el punto #4 hay que luchar mucho para ascender, sino que también hay que luchar mucho para entrar. Hoy día con el asunto de las palas, palancas, o como lo llamen y el nepotismo los Buenos profesores quedan fuera y son simplemente usados como part-time sin derecho a beneficios y cuando llegan un familiar, un conocido, un amigo o hay un cambio administrativo, quedas fuera o sencillamente no te consideran, aún reuniendo las competencias. Es ahí donde entra la mala educación para los estudiantes, porque las personas no son reclutadas por sus conocimientos, sus habilidades o capacidades sino por ser amigo o familiar de alguien de cuello blanco.
1.- Otro factor, adicional a los establecidos por los autores, es la formación basada en competencias, solo para el trabajo. Con este enfoque se pretende mejorar el ICH (indice de capital humano) de los países, como indicador de desarrollo. Lo cual hace que se enfatice en la eficiencia y no en el conocimiento, como dice Piñuel,
2.- Concomitante a este punto de vista está el excesivo uso de las TICs aplicada a la enseñanza y no necesariamente al aprendizaje, menos a la formación humanistica de los universitarios. La barbarie de la civilización a decir de Ortega y Gasset.
CONSIDERO QUE SE SE HA HECHO (ADREDE) CAMBIAR DE RUMBO DE LA UNIVERSIDAD, AL MARGEN DEL CREDO UNIVERSITARIO POR LA CIENCIA. EL PRIVILEGIO POR LAS JEFATURAS, CON EN LA UNIVERSIDAD DE ANTES ERA POR QUIEN ES CAPAZ DE PONER EN DEBATE LOS CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS, AHORA LOS CARGOS (HAY EXCEPCIONES), LOS OCUPAN QUIENES TIENEN GRUPOS DE PODER (ECONOMICO DE PREFERENCIA) QUE DEVIENEN EN GRUPOS CORRUPTOS, Y ACADÉMICAMENTE MUY POBRES. SE INVESTIGA, MUY LEJOS DEL MARCO FILOSOFICO, DE ALLÍ QUE EL APORTE DE LAS INVESTIGACIONES COMO CONOCIMIENTO CIENTIFICO Y COMO SOPORTE TEORICO PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS SOCIALES, CASI SON NULAS. EN ESA LINEA, LA UNIVERSIDAD NECESITA REENCONTRARSE CON SUS ORIGENES.
La verdad, lo peor que le ha pasado a la Universidad son las invasiones barbaras de burócratas rosqueros y de teiboleras que posan de académicas y creen divertido comportarse y hablar como «ñeras» . Estas personas les dan muy mal ejemplo a los estudiantes de» viveza criolla» y falta de ética, pretendiendo que así es como se debe actuar en el mundo de hoy «marraniando» a todo el mundo. Flaco favor le hacen estos especímenes a los procesos de formación de las nuevas generaciones.